¿Quién cree que es casual que todos los países donde gobiernan las izquierdas avancen hacia la pobreza y la esclavitud? La pobreza es un objetivo de esos gobiernos, aunque nunca lo reconozcan e intenten ocultar ese siniestro objetivo mediante su bien engrasada propaganda. La izquierda está convencida de que los pobres les votan y que los ricos votan a la derecha, lo que les convierte en fábricas eficaces de pobres, allí donde gobiernan.
España es el objetivo mundial prioritario del comunismo que quiere resurgir, pero España siempre ha sido un bocado difícil de conquistar gracias a la prosperidad de los españoles, la existencia de una clase media fuerte y el bien arraigado deseo de libertad de los ciudadanos, habitualmente recelosos con el Estado.
Pero ha llegado el coronavirus y les está facilitando el trabajo. Por lo pronto, los españoles se están empobreciendo a pasos agigantados y es posible que cuando termine la pandemia España haya perdido un tercio de su producto interno bruto (PIB), todo un sueño para esa izquierda que cree que los nuevos pobres les votarán en masa. El virus, además, se está cebando con los ancianos, a los que la izquierda radical ve como molestos votantes conservadores de la derecha.
El coronavirus, provocador de un "estado de Alarma", ha dotado al actual gobierno radical socialista-comunista de más poder del que ha tenido ningún otro desde 1936, incluso más que el que tuvo el general Franco. La pandemia beneficia también a los nacionalismos y golpismos que odian a España y quieren destruirla como nación. Ellos contemplan con una euforia mal disimulada como España se desangra con la epidemia y se debilita, mientras que sus aliados que gobiernan la nación acumulan un poder excepcional.
Todo trabaja a favor de los tiranos, incluso que China, un país sin libertades, controlado de manera férrea y tiránica por el partido comunista chino, se haya convertido en el modelo a seguir y en ejemplo mundial en la lucha contra la pandemia.
Por último, la pandemia aplasta las libertades y derechos de los ciudadanos y los españoles, recluidos por la fuerza en sus hogares, son impotentes para impedir a los comunistas y socialistas de Sánchez imponer el nuevo orden y el mundo distinto que ellos desean.
Todos son ventajas para la tiranía: el país está paralizado por el miedo a la muerte y los poderes del Estado están debilitados, sometidos al Ejecutivo que tiene todo el control en el Estado de Alarma, mientras el Ejercito, que es otro de los garantes de las libertades y derechos, está ocupado en tareas de salvamento y en la guerra contra el coronavirus.
Para colmo de desgracias, el rey, el otro garante del orden constitucional, está acosado por los embates de la izquierda contra el rey emérito, destinados a debilitar también la Corona.
Pista libre para la tiranía, a la que le sonríen el momento histórico y las circunstancias, a pesar de que el gobierno actual demuestra ser el menos eficaz y peor gestor en muchos siglos de nuestra Historia.
Es evidente que entre los males del coronavirus, después de la muerte que trae consigo, destaca su enorme apoyo a la tiranía, al abuso de poder, a la pobreza y el retroceso del bienestar, de la democracia, las libertades y derechos cívicos.
Vencer al coronavirus le conviene, sobre todo, a los ciudadanos, mucho más que a los tiranos agazapados y quizás eso explique la sorprendente ineficacia y el fracaso de los poderes públicos a la hora de combatir la pandemia.
Francisco Rubiales
España es el objetivo mundial prioritario del comunismo que quiere resurgir, pero España siempre ha sido un bocado difícil de conquistar gracias a la prosperidad de los españoles, la existencia de una clase media fuerte y el bien arraigado deseo de libertad de los ciudadanos, habitualmente recelosos con el Estado.
Pero ha llegado el coronavirus y les está facilitando el trabajo. Por lo pronto, los españoles se están empobreciendo a pasos agigantados y es posible que cuando termine la pandemia España haya perdido un tercio de su producto interno bruto (PIB), todo un sueño para esa izquierda que cree que los nuevos pobres les votarán en masa. El virus, además, se está cebando con los ancianos, a los que la izquierda radical ve como molestos votantes conservadores de la derecha.
El coronavirus, provocador de un "estado de Alarma", ha dotado al actual gobierno radical socialista-comunista de más poder del que ha tenido ningún otro desde 1936, incluso más que el que tuvo el general Franco. La pandemia beneficia también a los nacionalismos y golpismos que odian a España y quieren destruirla como nación. Ellos contemplan con una euforia mal disimulada como España se desangra con la epidemia y se debilita, mientras que sus aliados que gobiernan la nación acumulan un poder excepcional.
Todo trabaja a favor de los tiranos, incluso que China, un país sin libertades, controlado de manera férrea y tiránica por el partido comunista chino, se haya convertido en el modelo a seguir y en ejemplo mundial en la lucha contra la pandemia.
Por último, la pandemia aplasta las libertades y derechos de los ciudadanos y los españoles, recluidos por la fuerza en sus hogares, son impotentes para impedir a los comunistas y socialistas de Sánchez imponer el nuevo orden y el mundo distinto que ellos desean.
Todos son ventajas para la tiranía: el país está paralizado por el miedo a la muerte y los poderes del Estado están debilitados, sometidos al Ejecutivo que tiene todo el control en el Estado de Alarma, mientras el Ejercito, que es otro de los garantes de las libertades y derechos, está ocupado en tareas de salvamento y en la guerra contra el coronavirus.
Para colmo de desgracias, el rey, el otro garante del orden constitucional, está acosado por los embates de la izquierda contra el rey emérito, destinados a debilitar también la Corona.
Pista libre para la tiranía, a la que le sonríen el momento histórico y las circunstancias, a pesar de que el gobierno actual demuestra ser el menos eficaz y peor gestor en muchos siglos de nuestra Historia.
Es evidente que entre los males del coronavirus, después de la muerte que trae consigo, destaca su enorme apoyo a la tiranía, al abuso de poder, a la pobreza y el retroceso del bienestar, de la democracia, las libertades y derechos cívicos.
Vencer al coronavirus le conviene, sobre todo, a los ciudadanos, mucho más que a los tiranos agazapados y quizás eso explique la sorprendente ineficacia y el fracaso de los poderes públicos a la hora de combatir la pandemia.
Francisco Rubiales
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