VOX no es la "extrema derecha" sino simplemente "la verdadera derecha" en una España donde en las últimas décadas no han destacado partidos auténticos de derecha porque todos ellos, sobre todo el PP, se han contaminado de socialdemocracia e izquierdismo cultural.
Colocar a VOX la etiqueta de "extrema derecha" ha sido una operación brillante, aunque inmoral, de los aparatos de estrategia y propaganda del PSOE, partido que ha conseguido que el PP y Ciudadanos, comportándose como imbéciles, hayan asumido esa etiqueta. Ese ha sido el verdadero secreto que ha conseguido que Sánchez, desprestigiado por sus alianzas con la escoria política de España, gane las dos ultimas elecciones de manera clara e inesperada: arrinconando a las derechas en el extremo, al lado de un VOX previamente demonizado, y ensanchando el centro sociológico, que ha sido ocupado por un PSOE que no merece ocupar ese espacio de moderación, a la vista de su Historia, en la que hay sangre, cal viva, traiciones, robos, estafas, corrupción galopante y hasta terrorismo de Estado y pactos con partidos desleales y anticonstitucionales, que odian a España y defienden posturas terroristas y totalitarias.
La situación actual de la política española es ridícula y esperpéntica: un país que ya es sociológicamente de derechas, pero que vota a la izquierda porque la derecha, idiotizada, no merece el voto. Es como un chiste absurdo en el que la gente rechaza los impuestos altos, el Estado intervencionista, los pactos con los independentistas y la corrupción, pero al mismo tiempo vota por el socialismo, el partido que mejor encarna esa política viciosa rechazada.
Mirando hacia atrás con perspectiva se descubre que la estupidez y el comportamiento erróneo y corrupto de la derecha, comandada por Rajoy, ha sido la que nos ha conducido a los desastres del presente y ha dado vida a un socialismo que, como en el resto de Europa, estaba en declive y derrotado.
El crecimiento de VOX, que es producto de la reacción airada de los españoles demócratas y decentes ante la debilidad, el fracaso y la traición de las derechas (PP y Ciudadanos), ante la hábil maniobra socialista de demonizar a ese partido y la estupidez de las derechas, que asumen que VOX es un demonio, al final está sirviendo para que el PSOE renazca y se recupere de la miserable situación en la que lo dejó Zapatero, que, a juzgar por lo que se está descubriendo en sus negociaciones traidoras con ETA, sí es un verdadero diablo nocivo para España.
Las derechas españolas no han dado la talla y han perdido oportunidades históricas que eran únicas para cambiar el país y liberarlo de leyes ignominiosas y nocivas aprobadas por la izquierda, sobre todo en el periodo de Zapatero. Rajoy obtuvo de los españoles una potente mayoría absoluta, unida al mandato de las urnas de que cambiara el país hecho trizas por el zapaterismo, pero el registrador de la propiedad gallego, campeón de la cobardía y de la pasividad tonta, no hizo eso sino que condecoró al nefasto Zapatero y mantuvo vigente todas sus leyes, incluso las más detestables y nocivas, como las de educación y de Memoria Histórica, junto con los privilegios que había acordado con etarras, independentistas y otros enemigos de España.
Hoy, la derecha, sobre todo el PP, paga con el declive y el desprecio de los ciudadanos aquellos pecados de la etapa indigna de Rajoy-Soraya, por la que ese partido, incapaz de corregir sus errores, ni siquiera ha pedido perdón y ni siquiera ha señalado a Rajoy como uno de los personajes más tontos y dañinos de nuestra historia moderna.
Francisco Rubiales
Colocar a VOX la etiqueta de "extrema derecha" ha sido una operación brillante, aunque inmoral, de los aparatos de estrategia y propaganda del PSOE, partido que ha conseguido que el PP y Ciudadanos, comportándose como imbéciles, hayan asumido esa etiqueta. Ese ha sido el verdadero secreto que ha conseguido que Sánchez, desprestigiado por sus alianzas con la escoria política de España, gane las dos ultimas elecciones de manera clara e inesperada: arrinconando a las derechas en el extremo, al lado de un VOX previamente demonizado, y ensanchando el centro sociológico, que ha sido ocupado por un PSOE que no merece ocupar ese espacio de moderación, a la vista de su Historia, en la que hay sangre, cal viva, traiciones, robos, estafas, corrupción galopante y hasta terrorismo de Estado y pactos con partidos desleales y anticonstitucionales, que odian a España y defienden posturas terroristas y totalitarias.
La situación actual de la política española es ridícula y esperpéntica: un país que ya es sociológicamente de derechas, pero que vota a la izquierda porque la derecha, idiotizada, no merece el voto. Es como un chiste absurdo en el que la gente rechaza los impuestos altos, el Estado intervencionista, los pactos con los independentistas y la corrupción, pero al mismo tiempo vota por el socialismo, el partido que mejor encarna esa política viciosa rechazada.
Mirando hacia atrás con perspectiva se descubre que la estupidez y el comportamiento erróneo y corrupto de la derecha, comandada por Rajoy, ha sido la que nos ha conducido a los desastres del presente y ha dado vida a un socialismo que, como en el resto de Europa, estaba en declive y derrotado.
El crecimiento de VOX, que es producto de la reacción airada de los españoles demócratas y decentes ante la debilidad, el fracaso y la traición de las derechas (PP y Ciudadanos), ante la hábil maniobra socialista de demonizar a ese partido y la estupidez de las derechas, que asumen que VOX es un demonio, al final está sirviendo para que el PSOE renazca y se recupere de la miserable situación en la que lo dejó Zapatero, que, a juzgar por lo que se está descubriendo en sus negociaciones traidoras con ETA, sí es un verdadero diablo nocivo para España.
Las derechas españolas no han dado la talla y han perdido oportunidades históricas que eran únicas para cambiar el país y liberarlo de leyes ignominiosas y nocivas aprobadas por la izquierda, sobre todo en el periodo de Zapatero. Rajoy obtuvo de los españoles una potente mayoría absoluta, unida al mandato de las urnas de que cambiara el país hecho trizas por el zapaterismo, pero el registrador de la propiedad gallego, campeón de la cobardía y de la pasividad tonta, no hizo eso sino que condecoró al nefasto Zapatero y mantuvo vigente todas sus leyes, incluso las más detestables y nocivas, como las de educación y de Memoria Histórica, junto con los privilegios que había acordado con etarras, independentistas y otros enemigos de España.
Hoy, la derecha, sobre todo el PP, paga con el declive y el desprecio de los ciudadanos aquellos pecados de la etapa indigna de Rajoy-Soraya, por la que ese partido, incapaz de corregir sus errores, ni siquiera ha pedido perdón y ni siquiera ha señalado a Rajoy como uno de los personajes más tontos y dañinos de nuestra historia moderna.
Francisco Rubiales
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