Una imagen que recorrerá el mundo exhibiendo el alma abyecta de una parte del independentismo catalán
El artículo 155 de la Constitución Española, aprobado para introducir en Cataluña la autoridad del Estado Español en sustitución de la autoridad independentista, estuvo ausente ayer de Cataluña y el gobierno de Rajoy también, como si hubiera querido demostrar a los catalanes lo que les ocurriría si un día el independentismo tomara el poder. La imagen proyectada ayer por Cataluña al mundo fue un destello espeluznante de totalitarismo, lleno de odio incivilizado y de violencia, que sobrecoge.
Los efectos del paro, convocado por el sindicato independentista minoritario Intersindical-CSC para pedir la libertad de los 'exconsellers' y de los presidentes de Òmnium y ANC, tuvo escaso seguimiento, pero logró alterar la vida y causar daños a millones de personas, al bloquear carreteras, trenes y estaciones. Las carretas se convirtieron en ratoneras y algunas líneas de ferrocarril dejaron de funcionar.
El independentismo catalán exhibió ayer su peor rostro, una faz imponente y miserable, cargada de odio y brutalidad, anticipo de lo que quizás ocurriría si el independentismo ganara su batalla y lograra crear un Estado propio. Ese Estado, a juzgar por lo ocurrido ayer, sería un Estado indeseable y nauseabundo, sin ética y con temibles tendencias opresoras.
La ciudadanía catalana padeció cortes de trenes y de carreteras, piquetes intimidatorios, falta de protección policial y ausencia de libertad, por voluntad de unos huelguistas que, capitaneados por el ex terrorista Sastre, se hicieron dueños de las calles, como auténticos pandilleros.
Muchos catalanes, ante la exhibición totalitaria de los indeseables, habrán meditado sobre lo que les espera si esos independentistas que exhiben ante el mundo su "pacifismo" y su "democracia" llegan un día a controlar el poder y construyen un Estado que, a juzgar por lo que se vió ayer, será un ariete de crueldad y opresión, más parecido a Somalia que a la Europa civilizada.
De todos los episodios dolorosos y crueles vividos ayer, ninguno fue tan abyecto y miserable cono la utilización de niños y hasta bebés para cortar carreteras y exhibir carteles en favor de la independencia y la libertad de los independentistas presos.
Esa imagen de niños utilizados por el independentismo como escudos humanos, que sin duda recorrerá el mundo, podría convertirse en un terrible alegato contra el independentismo catalán, que demuestre su verdadera naturaleza, tan fuerte y poderoso como toda la propaganda que, con un coste de miles de millones de euros, han desplegado los promotores de la independencia en todo el mundo.
Francisco Rubiales
Los efectos del paro, convocado por el sindicato independentista minoritario Intersindical-CSC para pedir la libertad de los 'exconsellers' y de los presidentes de Òmnium y ANC, tuvo escaso seguimiento, pero logró alterar la vida y causar daños a millones de personas, al bloquear carreteras, trenes y estaciones. Las carretas se convirtieron en ratoneras y algunas líneas de ferrocarril dejaron de funcionar.
El independentismo catalán exhibió ayer su peor rostro, una faz imponente y miserable, cargada de odio y brutalidad, anticipo de lo que quizás ocurriría si el independentismo ganara su batalla y lograra crear un Estado propio. Ese Estado, a juzgar por lo ocurrido ayer, sería un Estado indeseable y nauseabundo, sin ética y con temibles tendencias opresoras.
La ciudadanía catalana padeció cortes de trenes y de carreteras, piquetes intimidatorios, falta de protección policial y ausencia de libertad, por voluntad de unos huelguistas que, capitaneados por el ex terrorista Sastre, se hicieron dueños de las calles, como auténticos pandilleros.
Muchos catalanes, ante la exhibición totalitaria de los indeseables, habrán meditado sobre lo que les espera si esos independentistas que exhiben ante el mundo su "pacifismo" y su "democracia" llegan un día a controlar el poder y construyen un Estado que, a juzgar por lo que se vió ayer, será un ariete de crueldad y opresión, más parecido a Somalia que a la Europa civilizada.
De todos los episodios dolorosos y crueles vividos ayer, ninguno fue tan abyecto y miserable cono la utilización de niños y hasta bebés para cortar carreteras y exhibir carteles en favor de la independencia y la libertad de los independentistas presos.
Esa imagen de niños utilizados por el independentismo como escudos humanos, que sin duda recorrerá el mundo, podría convertirse en un terrible alegato contra el independentismo catalán, que demuestre su verdadera naturaleza, tan fuerte y poderoso como toda la propaganda que, con un coste de miles de millones de euros, han desplegado los promotores de la independencia en todo el mundo.
Francisco Rubiales
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