La guerra de la información es vital en la "guerra híbrida".
El sabotaje de los gaseoductos del Mar Báltico demuestra que el mundo está viviendo la Primera Guerra Mundial Híbrida, un conflicto no declarado en el que todo vale con tal de hacer daño al enemigo.
El concepto “guerra híbrida” se ha popularizado a raíz del conflicto entre Rusia y Ucrania, aunque no es la primera vez que se utiliza. Una guerra híbrida se puede definir como un "conjunto de acciones hostiles" que lleva a cabo un país contra un rival geopolítico "aprovechándose de sus vulnerabilidades" con el objetivo de debilitarlo desde dentro.
A diferencia de lo que ocurre en las guerras tradicionales, las guerras híbridas incluyen boicot a la economía sabotajes a sus infraestructuras y redes, actuaciones de propaganda para desprestigiar al enemigo y hasta financiación de partidos políticos y actividades hostiles en el campo enemigo. El arma más poderosa en las guerras híbridas es "la presión", ejercida contra el adversario y contra muchos países con el fin de obligarlos a causar daños diversos al adversario. La guerra informativa es otra de las "estrellas" en el nuevo concepto de conflicto híbrido. Con la información, muchas veces manipulada, se pretende confundir, desacreditar, desmoralizar, aislar y derrotar.
En la actualidad, Estados Unidos, por una parte, y Rusia, por otra, ejercen una presión de enorme intensidad sobre numerosos países, sobre todo los más importantes, para que apoyen al bando propio. Los países más presionados en este conflicto son China, la India, Turquía, Alemania y los países europeos fronterizos con Rusia. Otros muchos son presionados para que se sumen a las sanciones, envíen armas a los ucranianos y sean hostiles con los intereses rusos.
Las guerras híbridas han llegado para quedarse y serán el diseño dominante en los próximos conflictos.
La clave es que los conflictos convencionales cuestan mucho en vidas humanas, materiales y daños de todo tipo, escenarios que las guerras híbridas pretenden evitar, sin dejar de causar el mayor daño posible al enemigo.
El gran peligro de las guerras híbridas es que tienden rápidamente a descontrolarse y convertirse en guerras convencionales.
Al igual que en los viejos conflictos abiertos, en las guerras híbridas tienen más fuerza y ventaja las grandes potencias, ya que cuentan con más dinero, equipos y agentes especializados para dañar al enemigo.
La actual guerra entre Rusia y Ucrania tiene una doble dimensión: es la primera guerra híbrida completa de la Historia, pero también tiene abierto un frente convencional, en el que los soldados, los técnicos, las bombas, los tanques, los aviones, los misiles y otras armas de moderna creación son protagonistas.
En el más amplio sentido del concepto, hay desatadas en el mundo actual numerosas guerras híbridas, algunas casi clandestinas, como la que enfrenta a Estados Unidos y a su aliada Europa. Washington considera a Europa un competidor comercial y tecnológico y no para de causarle daños para dañar su economía y progreso. Las armas utilizadas son muchas, entre ellas los aranceles y hasta la financiación de partidos y grupos que desestabilizan.
Pero la gran guerra híbrida del momento es la que enfrenta a Estados Unidos con Rusia, a la que intenta desestabilizar y dañar de todas las maneras posibles, aunque sin enfrentarse a ella en un conflicto militar abierto.
De hecho, la OTAN es cada día más una maquinaria experta en guerra híbrida, más que en guerra convencional.
Francisco Rubiales
El concepto “guerra híbrida” se ha popularizado a raíz del conflicto entre Rusia y Ucrania, aunque no es la primera vez que se utiliza. Una guerra híbrida se puede definir como un "conjunto de acciones hostiles" que lleva a cabo un país contra un rival geopolítico "aprovechándose de sus vulnerabilidades" con el objetivo de debilitarlo desde dentro.
A diferencia de lo que ocurre en las guerras tradicionales, las guerras híbridas incluyen boicot a la economía sabotajes a sus infraestructuras y redes, actuaciones de propaganda para desprestigiar al enemigo y hasta financiación de partidos políticos y actividades hostiles en el campo enemigo. El arma más poderosa en las guerras híbridas es "la presión", ejercida contra el adversario y contra muchos países con el fin de obligarlos a causar daños diversos al adversario. La guerra informativa es otra de las "estrellas" en el nuevo concepto de conflicto híbrido. Con la información, muchas veces manipulada, se pretende confundir, desacreditar, desmoralizar, aislar y derrotar.
En la actualidad, Estados Unidos, por una parte, y Rusia, por otra, ejercen una presión de enorme intensidad sobre numerosos países, sobre todo los más importantes, para que apoyen al bando propio. Los países más presionados en este conflicto son China, la India, Turquía, Alemania y los países europeos fronterizos con Rusia. Otros muchos son presionados para que se sumen a las sanciones, envíen armas a los ucranianos y sean hostiles con los intereses rusos.
Las guerras híbridas han llegado para quedarse y serán el diseño dominante en los próximos conflictos.
La clave es que los conflictos convencionales cuestan mucho en vidas humanas, materiales y daños de todo tipo, escenarios que las guerras híbridas pretenden evitar, sin dejar de causar el mayor daño posible al enemigo.
El gran peligro de las guerras híbridas es que tienden rápidamente a descontrolarse y convertirse en guerras convencionales.
Al igual que en los viejos conflictos abiertos, en las guerras híbridas tienen más fuerza y ventaja las grandes potencias, ya que cuentan con más dinero, equipos y agentes especializados para dañar al enemigo.
La actual guerra entre Rusia y Ucrania tiene una doble dimensión: es la primera guerra híbrida completa de la Historia, pero también tiene abierto un frente convencional, en el que los soldados, los técnicos, las bombas, los tanques, los aviones, los misiles y otras armas de moderna creación son protagonistas.
En el más amplio sentido del concepto, hay desatadas en el mundo actual numerosas guerras híbridas, algunas casi clandestinas, como la que enfrenta a Estados Unidos y a su aliada Europa. Washington considera a Europa un competidor comercial y tecnológico y no para de causarle daños para dañar su economía y progreso. Las armas utilizadas son muchas, entre ellas los aranceles y hasta la financiación de partidos y grupos que desestabilizan.
Pero la gran guerra híbrida del momento es la que enfrenta a Estados Unidos con Rusia, a la que intenta desestabilizar y dañar de todas las maneras posibles, aunque sin enfrentarse a ella en un conflicto militar abierto.
De hecho, la OTAN es cada día más una maquinaria experta en guerra híbrida, más que en guerra convencional.
Francisco Rubiales
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