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Colaboraciones

LA TOLERANCIA ESTÚPIDA, EL MEJOR CAMINO HACIA UNA DICTADURA INTOLERANTE


Nota

La tolerancia democrática es algo bien diferente de la tolerancia estúpida.

"Construir la democracia nos ha llevado casi dos mil años. Intentemos no perderla. Yo he terminado. Ahora les toca a ustedes. Buena suerte." Eso decía el investigador de la ciencia política Giovanni Sartori antes de morir.

Pero nadie le hace caso. En nuestros días estamos permitiendo que la democracia sea asesinada, muchas veces por nuestros mismos gobernantes.

Publicamos hoy un artículo de Pedro de Tena, enviado como colaboración por su autor, que aunque extenso y denso, merece la pena leer porque aclara conceptos y políticas que permiten entender nuestro mundo complejo y difuso.

Como muestra, un párrafo del artículo:

"En España, la tolerancia estúpida es la que olvida lo inolvidable, como el terrorismo que causó víctimas entre la población por el mero hecho de ser españoles; no puede borrar lo imborrable, como lo fue el golpe de Estado separatista de 2017 o los comportamientos detallados y los hechos que condujeron a una guerra civil entre españoles y a matanzas indiscriminadas sin juicios previos. No lo es asimismo el pasar por alto el minucioso y opaco cambio de sentido, e incumplimiento impune, de la legislación derivada de la Constitución."
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Estúpidos maliciosos
Estúpidos maliciosos
Puede parecer frívolo, e incluso inoportuno, escribir sobre la tolerancia, por estúpida que se adjetive, en España y en Europa, mientras en Oriente Medio la agresión terrorista de Hamás ha desencadenado la intolerancia absoluta que es siempre la guerra con propósitos oscuros y aliados sorprendentes como los socialistas António Guterres, nada menos que secretario general de la ONU, el jefe del gobierno español en funciones, Pedro Sánchez, así como otros socios previsibles como el presidente de Turquía, Irán, todo el islamismo radical y casi todas las izquierdas filocomunistas del mundo.

Sin embargo, pocas cosas son tan necesarias de examinar, siquiera brevemente, en este clima inquietante como la tolerancia democrática, que es algo bien diferente de la tolerancia estúpida. Emilia Pardo Bazán mostraba su hostilidad hacia quienes no sólo no practican la tolerancia, sino que se oponen a los que la practican. Pero es necesaria alguna aclaración de fondo, porque, ¿qué tolerancia cabe desarrollar con quienes convierten la intolerancia hacia la democracia y su pluralismo congénito en el objetivo de su actividad y el fin de sus esfuerzos?

"Construir la democracia nos ha llevado casi dos mil años. Intentemos no perderla. Yo he terminado. Ahora les toca a ustedes. Buena suerte." Eso decía el investigador de la ciencia política Giovanni Sartori antes de morir y así aparece subrayado en su libro La democracia en treinta lecciones. Pero, ¿por qué no había de perderse? ¿Por qué no ha de ser preferible la dictadura en alguna de sus formas? ¿No sería mejor ceder derechos y deberes en favor de una autoridad suprema y disciplinaria a la que se atribuya la “ciencia”, la paz civil y la ecuanimidad a partir de su intolerancia?

Con dudas y vacilaciones crecientes sobre su diseño institucional, sigo defendiendo que la democracia moderna - que poco tiene que ver con la antigua de los griegos y pese a sus defectos -, es un bien general para los ciudadanos a los que confiere identidad política, amplias libertades, dignidad, respeto, reconocimiento y defensa individuales y el mayor grado de bienestar conocido hasta el momento, no excluyendo legalmente de sus oportunidades a nadie. La democracia política exige necesariamente pluralismo y, naturalmente, la tolerancia entre sus sujetos políticos y todos sus ciudadanos.

Que la democracia liberaln - no hay otra -, va unida al bienestar económico es un hecho. El reciente Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales (2021) y ya entonces Premio Nobel de Economía (1998), Amartya Senn, en sus estudios sobre las hambrunas de su país de origen, India, concluyó que la libertad y la democracia eran factores decisivos del desarrollo económico y social de las poblaciones.

Ya se experimentó tal realidad cuando la libertad se abrió paso desde las ciudades medievales (“el aire de la ciudad nos hace libres”, se decía, y menos pobres, añado yo) a la Europa moderna y contemporánea. La pobreza no ha dejado de disminuir y, a pesar del aumento de la población, el índice de pobreza mundial ha descendido notablemente según las mediciones más fiables.

Desde 1820, la pobreza ha descendido desde la horrible cota del 80 por ciento de la población mundial, mucho menor entonces que ahora, a alrededor de un 10 por ciento de una población mucho mayor en nuestros días. Puede despotricarse lo que se quiera contra la economía de mercado y la democracia, gemelos siameses inseparables, pero los hechos son testarudos. La extensión de la democracia, junto con la globalización de las relaciones económicas, han conducido a un mejor nivel de vida a miles de millones de personas.

Lo que se hundió históricamente, no se olvide, fue el comunismo dictatorial de la URSS donde la falta de libertad económica, política y cultural fue decisiva. Donde el comunismo o el dirigismo, China, Singapur, Taiwán, Corea del Sur, tienen cierto nivel de éxito económico es porque admiten libertades básicas “capitalistas”, la libertad de mercado, aunque no las extienden al ámbito político y social, como, por cierto, hicieron igualmente Primo de Rivera y Franco.

Pero, en esencia, la necesidad de agrupar sufragios en las democracias, cuando todos pueden elegir libremente, nadie vota, salvo coacción descarnada o ideológica, a quien le obliga a soportar una vida de pobreza. La democracia deja su futuro más despejado porque conforma una sociedad abierta en la que nada está escrito y en la que el esfuerzo y las propias decisiones tienen un gran efecto sobre las circunstancias heredadas, para bien o para mal.

En España, lo hemos comprobado experimentalmente. Desde 1850 a 2000, “el nivel de actividad económica, en términos reales, aumentó casi cuarenta veces en siglo y medio, mientras que el ingreso por persona se multiplicó por 15. A su vez, el nivel de consumo privado por habitante se elevó 12 veces y 115 la inversión por persona ocupada”, con una población que pasó de 11 millones de personas hacia 1850 a los 48,3 millones actuales.”

No hay duda posible de que “durante la Guerra Civil y el decenio de 1940 “constituyó una fase de postergación de la economía española y, aún a pesar de su posición no beligerante, el crecimiento no alcanzó al obtenido por la Europa occidental en conflicto.” Desde la liberalización de la economía, todavía en el franquismo, “en la segunda mitad del siglo XX, por el contrario, presenta un balance, en conjunto, superior al de las naciones avanzadas, con la mejora consiguiente de la posición española en el contexto internacional.”

Desde 1975 a 2020, a pesar de la crisis del petróleo, las reconversiones industriales y las recurrentes crisis económicas, España ha experimentado una mejora sin precedente de su bienestar colectivo. Para decirlo con las palabras del estudio de las Cámaras de Comercio:

“Sirva como síntesis de esta evidencia la evolución de la renta per cápita española, apenas 1.000 euros en 1975, con carencias notables en servicios e infraestructuras esenciales. En la actualidad, España es un país con cerca de 30.000 euros de renta per cápita, y una posición relevante entre los países desarrollados.”

O sea, nuestra renta per capita se ha multiplicado por 30 en 45 años. Es decir, la democracia española, a pesar de sus distorsiones, funciona económicamente.

Por otra parte, es evidente que la democracia es la organización política más adecuada para el respeto de los derechos humanos esenciales universalmente reconocidos. Ninguna dictadura, sea religiosa o política, los ampara en su conjunto. ¿Cuál de ellas podría cumplir el artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos humanos que dice que “toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición” y así desde el primero al último?

Se ha destacado que la democracia, crudamente considerada, no es sino un conjunto de reglas de juego político para solucionar los conflictos sin derramamiento de sangre ¿En qué consiste el buen gobierno democrático, sino, y sobre todo, en el respeto riguroso de estas reglas? Pero, ¿qué reglas son esas? Tratemos de algunas de ellas, en especial, de la tolerancia.

Dice Leopoldo López, el demócrata venezolano perseguido por el bolivariano chavismo-madurismo “¿Qué es la democracia entonces si no es la posibilidad de que exista alternabilidad de poder? ¿Qué es si no es precisamente que el pueblo, a través de la voluntad popular, exija en momentos de crisis un cambio, que se sustituya a quienes tienen la conducción del Estado venezolano? Esa es la esencia de la democracia”. Para que ello sea posible, hace falta pluralismo político y tolerancia.

El pluralismo es una realidad contundente y comprobable por cada uno de nosotros y en todas las circunstancias de la vida. Sobre cualquier cuestión, incluso las científicas, caben afirmaciones distintas y argumentaciones diferentes hasta que surge un consenso acerca de la superioridad empírica de algunas de ellas. Pero hay una manera, no crudamente violenta, de acabar con el pluralismo: hacerlo imposible desde dentro usando todos los medios que la democracia ofrece para eliminarlo impidiendo así la alternancia en el poder

Desde las guerras de religión se comprendió que el pluralismo es una manera natural de afrontar los problemas y que, en lugar de erradicarlo por la violencia, mucho mejor era encauzarlo para convertirlo en bien enriquecedor. Pero hicieron falta unas reglas de juego para que ese pluralismo fuese social y políticamente fértil. Esas reglas de juego fueron las sucesivas constituciones democráticas nacionales que recogían esa creencia en su valor, la práctica de la exigencia presupuesta de la tolerancia sobreponiendo la convivencia pacífica a todo dogmatismo excluyente y/o fanático.

El verbo “tolerar” tiene etimológicamente relación con “soportar”, en el sentido del titán (o gigante) Atlas, que fue condenado a soportar sobre sí la bóveda celeste. Es decir, tolerar es de algún modo sobrellevar pacíficamente opiniones contrarias a las propias con el propósito de que la libertad de expresión y pensamiento permita el debate y la posterior decisión política de los ciudadanos sobre cuál debe prevalecer.

Pero aquí es dónde empieza la distinción entre la tolerancia estúpida y la tolerancia democrática. La tolerancia estúpida es la que decide aceptar que aquellos que no aceptan las reglas de juego de la democracia participen en la toma de decisiones aunque lo que pretendan sea, explícitamente, eliminar la democracia e instaurar una tiranía intolerante de manera violenta (no hay otra manera). Es decir, la tolerancia estúpida es la que allana el camino a los tiranos dañándose a sí misma de forma irreparable en vez de apuntalar la democracia y sus valores convivenciales.

Para decirlo al modo de Popper, la sociedad abierta, que es la sociedad democrática, tiene sus enemigos. En la España abierta y democrática nacida de la Constitución de 1978, han surgido tres enemigos principales. Los nacional-separatismos, más o menos racistas y xenófobos, unidos siempre a la violencia terrorista y a la exclusión forzosa de los demás ciudadanos; los partidos políticos alimentados por el marxismo y sus variantes y los islamistas radicales, teócratas opuestos a la separación Iglesia-Estado y consagrados a la disolución política del Occidente liberal, plural y tolerante de origen cristiano. Los fascismos han desaparecido y en España la extrema derecha no existe más que como añoranza.

Pero los tres enemigos de nuestra sociedad abierta se amparan en la democracia y el pluralismo tolerante para ocupar posiciones de poder dentro de ella con el propósito de dinamitarla. ¿Cómo enfocar el valor democrático de la tolerancia en tales circunstancias? El experimento crucial que demostró que de una democracia podía nacer legalmente una dictadura brutal ocurrió en la Alemania de 1933, cuando el partido de Hitler ganó las elecciones con una minoría mayoritaria y al cabo de un tiempo, acabó con la democracia alemana.

El problema es bien serio porque se trata de la buena voluntad, algo difícil de definir, que se supone a las partes que suscriben los acuerdos constitucionales. La realidad es que, junto a los que manifiestan esa buena voluntad y actúan desde ella, hay quienes explícitamente declaran que romperán tales acuerdos a la primera oportunidad pero exigen ser tolerados porque así lo predica la democracia en la que no creen.

¿Se puede ser tolerante con nacional-separatismos que han demostrado que son capaces de matar, excluir, dar golpes de Estado y someter a la mitad o más de las poblaciones afectadas por sus delirios? ¿Puede tolerarse a unos partidos filomarxistas que usan la democracia y sus recursos para preparar su ruina, por la vía del golpe de Estado (antes) o por la vía de la ocupación irregular de las instituciones y la tergiversación jurídica y política de sus bases fundamentales? ¿Pueden tolerarse a quienes se protegen con los derechos constitucionales para difundir un dogmatismo religioso antiliberal y antioccidental que no descarta el atentado terrorista o la guerra como modo de actuación?

Desde 1976, la sociedad española, tras ser conducida ciegamente a una guerra civil y emerger de ella con la dictadura de quien la ganó – de ganar el otro bando se esperaba otra quién sabe si mucho peor (así lo anunciaron muchos, entre ellos Manuel Chaves Nogales), fue capaz de diseñar un tránsito consensuado de una organización autoritaria del Estado a otra democrática, con sus virtudes y defectos. Uno de sus defectos fue no haber previsto desde el principio, por buena voluntad, por ingenuidad o por estupidez, que no todos los actores que intervinieron en la titánica obra estaban actuando lealmente, como se comprobó enseguida.

45 años después, España se ha convertido en una potencia mundial reconocida, su bienestar económico y social, pese a las diferencias y problemas, se ha multiplicado; la seguridad social se ha extendido; las libertades de sus ciudadanos se han apuntalado y desarrollado y su educación ha crecido, al menos en número, que en su calidad cabe debate. Desde 1939, cuatro generaciones, los españoles no hemos conocido ni guerras ni grandes alteraciones del orden salvo en 1981 y, sobre todo, desde 2017, fecha de golpe separatista catalán.

Doy por sentado que España, como entidad situada geopolíticamente en un punto estratégico del planeta, siempre tiene enemigos externos con deseos de desestabilizarla y destruirla. Pero, ¿qué sentido tiene que haya partidos o dogmas religiosos que pretenden sustituir la exitosa democracia reconciliadora de la Transición por no se sabe qué dictaduras supuestamente benéficas para algunas minorías, que no para la inmensa mayoría de la población?

Conviene, pues, diferenciar, con Popper y Sartori como inspiración, la tolerancia estúpida de la tolerancia cabal de una democracia madura. La tolerancia estúpida tiene algunos rasgos claramente diferenciados. En primer lugar, permite que en las sociedades democráticas tengan presencia en igualdad de condiciones legales y sociales partidos, sociedades y grupos religiosos que exhiben su dogmatismo y su fanatismo sin limitación.

En segundo lugar, la tolerancia estúpida, por suicida, consiente que estos grupos, sociedades y partidos puedan hacer daño a los defensores de la democracia liberal, sus instituciones y sus valores amparando estas conductas hostiles con leyes, órdenes, subvenciones y ayudas que contribuyen a causar dolor y devastación a quienes los acogen en su seno presuponiendo una buena fe que no es tal.

En tercer lugar, es estúpida una tolerancia que no exige reciprocidad a los grupos, sociedades y partidos que resultan beneficiados por la misma. Tan estúpida es que cede buena parte de sus armas a los enemigos de la democracia sin recibir un trato semejante. Ese es un camino que conduce directamente al triunfo de la intolerancia a medio o largo plazo.

En España, la tolerancia estúpida es la que olvida lo inolvidable, como el terrorismo que causó víctimas entre la población por el mero hecho de ser españoles; no puede borrar lo imborrable, como lo fue el golpe de Estado separatista de 2017 o los comportamientos detallados y los hechos que condujeron a una guerra civil entre españoles y a matanzas indiscriminadas sin juicios previos. No lo es asimismo el pasar por alto el minucioso y opaco cambio de sentido, e incumplimiento impune, de la legislación derivada de la Constitución.

Tampoco es necesario soportar lo insoportable de las actitudes hipócritas que fortifican sus posiciones antidemocráticas sin respeto alguno por los valores democráticos. Y desde luego, no se puede tolerar lo que es intolerable: conductas dogmáticas, acciones dañinas para los demócratas y ausencia de reciprocidad. Por ejemplo, que Europa se esté saturando de mezquitas mientras, en los países donde el islamismo dicta la ley, la persecución de cristianos está a la orden del día y es imposible su presencia.

Por todo ello, es necesario que se comience a ejercitar la única tolerancia posible que es la que fortalece y apuntala la democracia, sus instituciones y sus valores articulando leyes, medidas y medios que los defiendan eficazmente. Todo lo demás, es sencillamente estúpido por suicida. Y como desarrolló Carlo María Cipolla en su famoso librito Allegro ma non troppo, junto a incautos e inteligentes, hay, no se olvide, malvados y estúpidos. Y su Ley de Oro de la Estupidez reza de este modo:

“Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.”

Traduciendo esta Ley a nuestra reflexión, un demócrata español es estúpido, o actúa estúpidamente, si causa daño a otras personas – todos los demás demócratas de España y el mundo -, sin conseguir un provecho para sus ideas o incluso obteniendo como resultado la dictadura o la intolerancia. Necesitamos una reflexión y un plan de acción.

Pedro de Tena

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Sábado, 28 de Octubre 2023
Artículo leído 1113 veces




Comentarios:

1.Publicado por vanlop el 28/10/2023 10:51

Ciertamente es un artículo largo pero de mucha densidad, que hay que leer , al menos dos veces, para captar los matices. Intentaré añadir algunas cosas porque no cabe, desde mi punto de vista contradecir o discutir lo que dice.

También diré que leo siempre que puedo los artículos de Pedro de Tena y en varios comentarios lo he mencionado, poniendo alguna frase relevante. Así que no me resulta un autor desconocido.

Lo único con lo que disiento en parte es que utiliza mucho la palabra «tolerancia», que en algunos casos si está bien aplicada, pero que en otros yo sustituiría por «respeto». Cuando habla de intolerancia estoy de acuerdo.

El concepto de tolerancia, a mi modo de entender, es soportar, como señala, a los demásde forma, digamos estoica, porque no nos queda otro remedio. Entiendo que respeto viene mejor, pues sería aceptar lo de los demás, aun sabiendo que no coinciden con nuestras ideas, pero que aceptamos porque somos demócratas y todos tenemos derecho a decir lo que queramos.

Por tanto, ¿se pueden respetar las ideas de aquellos que no respetan las nuestras? Los ejemplos que pone son paradigmáticos, seguramente se podrían encontrar otros, pero creo que esos tres osn los más importantes y que los demás que podamos encontrar, serían derivados o complementos de estos.

¿Como podemos respetar a aquellos que quieren sustituir la democracia, liberar, por supuesto, por una tiranía? Ni podemos respetarlos ni podemos tolerarlos y sin embargo nos dicen que hay que tolerarlos.

¿Pero quienes nos dicen que hay que tolerarlos (en el sentido de soportarlos estoicamente)? Pues precisamente aquellos que no respetan al democracia ni siquiera al ser humano, que como tal es el mayor digno de respeto. Son aquellos que quieren montar su tiranía para no se sabe muy bien qué fines, pues seguramente habrá tantos finos como tiranos.

Estos tres actores que quieren montar un mundo utópico para mandar ellos no entienden que esos sistemas que proponen no tienen recorrido, pero a ellos les da igual, para ellos, lo importante es el dominio, pero no sólo de los cuerpos, lo más importante es el dominio de las almas y no me refiero unicamente a los regímenes religiosos, los regímenes ateos tambien quieren el dominio de las almas de la gente, aunque para ellos, el concepto de alma sea distinto.

Por ejemplo, se domina a las almas cuando se hacen leyes injustas o no se cumplen las leyes y la gente lo ve como natural. Tenemos ejemplos esto aquí en España, que tal vez sea el país que reúne los tres vicios que menciona.

¿Podemos respetar a esas gentes? Por supuesto que no y no los podemos soportar, y sin embargo lo hacemos. Nos han convencido que tenemos que tener tolerancia hacia estas cosas, pero nadie nos señala que se trata de una tolerancia estúpida que nos conduce al desastre.

Pero ¿cómo salimos de ese bucle malsano en estamos metidos por estupidez, inocencia o cualquier otra cosa? Porque no podemos olvidar que los intolerantes son los que mandan y lo controlan todo. Y no sacan provecho, aunque ellos creen que sí y se creen muy listos y seguramente lo sean. Sacan provecho inmediato, pero no hay futuro. Claro que a ellos no les interesa el futuro, sólo les interesa disfrutar del poder absoluto que tienen o que esperan conseguir. ¿Que luego la sociedad queda destruida? Para ellos es irrelevante.



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Tiene que pagar la deuda y las costas, que son tres milloncejos de nada. No pasa nada, pagamos nosotros.

https://www.libremercado.com/2023-10-27/primera-ministra-islandia-se-declara-en-huelga-feminista-katrin-jakobsdottir-por-la-brecha-salarial-mito-realidad-7061939/

Hasta en Islandia mandan los tontos.


Josuhé

En los tiempos «oprobiosos» se decía que «España es una porque si hubiera otra ya nos habríamos ido todos». Es difícil encontrar un país que sea lo suficientemente atractivo para emigrar, en todos hay problemas o los habrá en un futuro inmediato y no es cosa de salir de la sartén para caer al fuego, Pero tiene razón todos tenemos el deseo de irnos.

2.Publicado por con dos coj.... el 28/10/2023 11:05
"Puede parecer frívolo, e incluso inoportuno, escribir sobre la tolerancia, por estúpida que se adjetive, en España y en Europa, mientras en Oriente Medio la agresión terrorista de Hamás ha desencadenado la intolerancia absoluta que es siempre la guerra con propósitos oscuros y aliados sorprendentes como los socialistas António Guterres, nada menos que secretario general de la ONU, el jefe del gobierno español en funciones, Pedro Sánchez, así como otros socios previsibles como el presidente de Turquía, Irán, todo el islamismo radical y casi todas las izquierdas filocomunistas del mundo."

Pedazo de su declaración que sencillamente, arruina todo lo que de bueno pudiera tener lo que le sigue.

Este patriota cojea igual que todos los cobardes miserables que agitáis la bandera, y en su ignota para él estupidez es capaz sin embargo de describirse a si mismo y a los miserables patriotaspañoles :

“Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.”

os va a dar una alferesía a la gente de bien de tanto retorceros ante el espejo

?como podeis llenaros la boca de "liberalismo" cuando en realidad anheláis todos pertenecer a la banda de cuatreros funcionarios del estado del P$P$ , donde ninguno de ello ha invertido un duro en crear empleo y riquezas, prácticamente todos desde alianza popular hasta hoy funcionarios en excedenciam y cuya unica ambición es llevarse crudo el dinero de los que si pagamos impuestos?

3.Publicado por francisco.lopez.roma@gmail.com el 28/10/2023 12:37
Se está confundiendo el término tolerancia por otro que creo más peligroso, y es el de "adaptación a los demás". Me refiero a que quieren disfrazar de "tolerancia" el hecho de que tenemos que aceptar (e incluso hasta el límite de llegar a someternos) a las ideas de los demás como "buenas" únicamente por el hecho de que son de la "mayoría social" ,de la "mayoría mediática", de la "mayoría democrática".

La democracia no es esto, no es tolerante aceptar todas las propuestas de los demás por el hecho de que si suman más que las demás opciones, hay que hacer lo que quieran los que suman "mayoría".

Hemos "endiosado" el concepto de "mayoría", la democracia no es tragar con lo que la mayoría diga, porque es mayoría en realidad no es la que decide, sólo deciden unos pocos que se arrogan el poder por el simple hecho de que "suman más", y pretenden tener el poder siempre como sea y a costa de lo que sea, y ya una vez en el poder manipular y tergiversan esa "mayoría" para que siempre esté a su favor.

No hay que ser tolerantes con los estúpidos.

4.Publicado por Esteban el 28/10/2023 17:14
Buenas tardes.

Al impresentable del comentario n º 2, que no sabe ni escribir un simple nombre, aunque sea falso:

El pasaje que comentas del artículo de hoy es, desde mi punto de vista, bastante contradictorio con lo que se expone luego, y mejor que no lo hubiese redactado, o al menos mejor que no lo hubiese redactado de esa forma, al igual que tú, que has escrito tras tú queja sobre el citado pasaje, una secuencia de mentiras o inexactitudes, sin más sentido y origen, que la rabia babosa que destilas contra todos los que no piensan ni creen tus idioteces político sectarias.

A la gente de bien NO le suele dar alferecía (con "c" de cateto ¡como tú!, y no como lo has escrito). En cambio, a muchos de los malvados y babosos antipatriotas como tú, SI que les va a dar el disgusto de su existencia cuando lleguen al infierno: ¡por malvados!, ¡por asquerosos!, ¡por vomitar mentiras y basura ideológica por doquier, con tal de defender sus falsos y repugnantes dogmas sociopolíticos, que únicamente hacen ¡DAÑO GRATUITO A TODOS!, incluido a ti, ¡estúpido!, pues tú SI eres la definición perfecta de un borrego estúpìdo, y de un miserable intelectual de los que, ¡por desgracia para el resto!, abunda en nuestro país.

Buenas tardes a todos, excepto al estúpido.

5.Publicado por julia el 28/10/2023 20:50
Buenas tardes, estúpidos como ese estúpido hay muchos en España...de ahí los últimos resultados de las votaciones "democráticas" ja, ja ,ja, Para mí ya es un hecho que el botarate que quiere tomar el poder otra legislatura va a empezar a destruirla y no hay nadie en este país que pueda impedir otro asalto a la Moncloa y de nuevo va a estar okupada, para nuestra desgracia, por un chantajeado cobarde que ahora dice que la decisión la hemos tomado la mayoría de los españoles. Este botarate tergiversa todo lo que toca y por supuesto está tergiversando el verdadero significado de la Democracia y sigo diciendo que no hay ningún español que pueda hacer nada de nada porque este país está demostrando que está pudriéndose como manzana a la que le ha entrado un gusano que le gusta demasiado el poder.

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 Ideario

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Este blog no es una plataforma de promoción del Voto en Blanco, sino un medio de castigo al mal gobierno y a la política antidemocrática que utiliza el termino “Voto en Blanco” por lo que conlleva de protesta y castigo al poder inicuo.

El voto en blanco es una bofetada democrática a los poderes políticos ineptos y expresa la protesta ciudadana en las urnas cuando padece gobiernos insoportables, injustos y corruptos. Es un gesto democrático de rechazo a los políticos, partidos y programas, no al sistema. Conscientes del riesgo que representaría un voto en blanco masivo, los gestores de las actuales democracias no lo valoran, ni lo contabilizan, ni le otorgan plasmación alguna en las estructuras del poder. El voto en blanco es una censura casi inútil que sólo podemos realizar en las escasas ocasiones que se abren las urnas. Esta bitácora abraza dos objetivos principales: Valorar el peso del voto en blanco en las democracias avanzadas y permitir a los ciudadanos libres ejercer el derecho a la bofetada democrática de manera permanente, a través de la difusión de información, opinión y análisis.




HIENAS Y BUITRES. PERIODISMO Y RELACIONES PERVERTIDAS CON EL PODER


Hienas y buitres es un libro escrito para despertar y movilizar las conciencias dormidas e intoxicadas desde el poder. Leerlo representa un vuelo rasante por encima de los secretos de la comunicación moderna y de los recursos y trucos que utiliza el poder para ejercer el dominio.
Las relaciones entre políticos y periodistas siempre han sido tormentosas. Son dos poderes decisivos que en las últimas décadas han pretendido dominar el mundo. En ocasiones lo han mejorado, pero otras veces lo han empujado hacia el drama y el fracaso. Políticos y periodistas se aman y se odian, luchan y cooperan, nos empujan hacia el progreso y también nos frenan. Son como las hienas y los buitres, que comen y limpian huesos juntos, pero sin soportarse. Al desentrañar el misterio, aprenderemos también a defendernos de sus fechorías.
Los medios son la única fuerza del siglo XXI que tiene poder para poner y quitar gobiernos y para cambiar los destinos del mundo.
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DEMOCRACIA SEVERA. MÁS ALLÁ DE LA INDIGNACIÓN


Lo que hoy llamamos "democracia" es un triste remedo de lo que fue ese sistema en sus orígenes. Los políticos han aprendido a violarla y la han desnaturalizado y desarmado. "Democracia Severa, mas allá de la indignación" (Tecnos 2015), de Francisco Rubiales Moreno y Juan Jesús Mora Molina, es un libro que denuncia la degradación de la democracia y señala las reformas que el sistema necesita para que sea justo y decente y para que los políticos estén bajo control.
A la democracia le faltan piezas de gran importancia: exigencias éticas, controles a los políticos, que deben ser examinados, psiquica y moralmente, por comisiones independientes, auténtica separación de los poderes y otorgar un papel preponderante a la sociedad civil y al ciudadano, que deben influir y, sobre todo, supervisar la labor de los gobernantes, pudiendo, incluso, destituirlos. La impunidad debe acabar, como también la tolerancia frente a la corrupción y esos cheques en blanco que permiten a los políticos gobernar como les da la gana, ignorando la opinión de los ciudadanos, que son sus jefes y los soberanos del sistema.
Democracia Severa, que ya está en las librerías, aporta lucidez, libertad y solvencia ciudadana. Es una reflexión de denuncia que señala los puntos débiles de nuestro sistema y ayuda a la regeneración y a construir un mundo mejor.
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Las revelaciones de Onakra el escriba de Dios

Este libro, publicado por Francisco Rubiales Moreno, Las Revelaciones de Onakra, el escriba de Dios, no es, como los tres anteriores del mismo autor (Democracia Secuestrada, Políticos, los Nuevos Amos y Periodistas sometidos), un ensayo de pensamiento político, sino una original narración que recoge misteriosas revelaciones sobre la llegada de los primeros ángeles a la Tierra, sus relaciones con las especies vivientes del planeta, el nacimiento de la inteligencia humana y el inicio de esa lucha a muerte entre el bien y el mal que domina la existencia humana, desde el principio hasta el final de los tiempos.
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