Mi artículo de hoy es bastante largo, pero interesantísimo. Siéntate, amigo lector, y procura llegar hasta el final. Sólo entonces comprenderás la importancia de estas letras.
El 7 de agosto del año pasado, tras la terrible primera ola del coronavirus, 20 científicos españoles publicaron una carta en la revista Lancet solicitando al Gobierno de España una comisión independiente que investigase los fallos en la gestión de la pandemia, con objeto de evitarlos en las siguientes olas. El impacto de esa petición fue tan brutal que el Gobierno no tuvo más remedio que responder en público a la demanda. Un aturullado ministro de Sanidad salió varias veces a la palestra a decir que bueno, que sí, que tal vez, que ya se vería. Sin embargo, la calidad científica internacional de los 20 firmantes de la carta, su pertenencia a diversos “colectivos ideológicos” y el indiscutible prestigio de la revista Lancet, hicieron que, ya en septiembre de 2020, fuese el mismísimo presidente Sánchez quien apareciese en televisión para zanjar el asunto. Dijo esto:
<<Por supuesto que habrá una comisión investigadora>>.
Y entonces yo, el abajo firmante, ese mismo día, hace ahora justo un año, supe con absoluta certeza que jamás se investigaría. Ya había calado al personaje.
Bien, lector. Merece la pena que conozcas al menos a cinco o seis de los firmantes de esa carta en la revista Lancet. Merece la pena que entiendas lo que sus nombres significan para España. Y lamento no poder extenderme más sobre todos ellos, por no aburrir.
<<Margarita del Val, viróloga del Centro de Biología Severo Ochoa y coordinadora del CSIC. Rafael Bengoa, experto en Salud Pública, ex-consejero de Sanidad del Gobierno Vasco y ex-asesor de Obama. Joan Carles March y Sergio Minué, salubristas de prestigio internacional y padres de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Helena Legido-Quigley, especialista de la London School of Hygiene and Tropical Medicine de Londres y de la Universidad de Singapur. Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Alicante y ex-director general de Salud Pública. Y un largo etcétera>>.
Y ahora, amigo lector, en palabras literales de Rafael Matesanz (fundador y ex-coordinador de la Organización Nacional de Trasplantes), te resumiré los motivos que propiciaron la solicitud (en la revista Lancet) de esa comisión investigadora sobre el COVID, ésa que JAMÁS se reunirá ni investigará. Te ruego, lector, que la copies y la enmarques en tu casa: todavía hay mucha gente con amnesia, acólitos que afirman que Pedro Sánchez es el mejor presidente de la Democracia; y es necesario responder a ello con argumentos sólidos. Oigamos a Matesanz:
<<Toda la gestión del Gobierno ha sido un perfecto desastre, pues priorizaron las decisiones políticas sobre las sanitarias. El hecho de no hacer nada hasta que pasara el 8-M, ignorando lo que ya estaba entre nosotros o lo que ocurría en Italia y en China, las profecías de que serían unos pocos casos, el negar la utilidad de las mascarillas porque no había, o la falsa predicción de que las nuevas cepas tendrían una escasa relevancia, fueron errores muy groseros que dejaron sin ninguna credibilidad al equipo ministerial. De igual manera, la rápida desescalada a la carta de la primera ola y las proclamas delirantes de que habíamos vencido al virus fueron un compendio de lo que no se debe hacer. Asimismo, las compras centralizadas de test y EPIs defectuosos retrasaron notablemente su disponibilidad y llevaron a las comunidades autónomas a tener que buscarse la vida con carácter de urgencia; otro fallo fue la caótica recogida de datos, con la negativa a contabilizar muchos miles de fallecidos por el virus, pero sin PCR en las fases iniciales porque no había test; otro error fue anunciar el “comité de expertos”, que nunca existió; o el hecho de ser el país con mayor mortalidad añadida del mundo en relación con su población; o el país del mundo donde más sanitarios se han contagiado durante la primera ola por falta de protección adecuada; o el que más ha visto caer su PIB. Esas cosas lo dicen todo>>.
Bien. Respiremos hondo, lector. Digiramos las palabras de Rafael Matesanz y hagamos una pausa para tomar café.
Ya estoy aquí. Seguimos.
Yo, lector, estaba dispuesto a “perdonar” al presidente Sánchez por esa mentira sobre la “investigación independiente” de la pandemia COVID. Te lo juro. Palabrita del Niño Jesús. Creo que, entre las infinitas mentiras emitidas por el narcisista que nos gobierna, ésta tenía una pequeña justificación: pararse a investigar la gestión en medio de una crisis sanitaria tan grave y de velocidad tan cambiante tal vez no fuese una buena idea. A veces, el análisis conduce a la parálisis. Entiéndaseme bien: me consta que la única razón para que Sánchez no forme una comisión independiente que investigue estos desastres es un simple cálculo político, nada que tenga que ver con aspectos sanitarios. Pero aun así, por razones de urgencia en la gestión, puedo entender la demora.
Sin embargo, desde hace una semana he cambiado de opinión. Completamente. Y exijo que se forme YA un comité independiente que aclare lo sucedido entre enero de 2020 y el inicio de la vacunación, como pidieron en Lancet nuestros 20 científicos de prestigio.
El motivo de mi cambio se debe a que jamás pensé que a la mentira se añadiría la burla y el cinismo: y es que el Gobierno de Sánchez pretende investigar, ahora, lo sucedido entre 1950 y 1964 durante la pandemia de polio. Así se recoge en el proyecto de Ley de Memoria Democrática publicado en el Boletín Oficial de las Cortes Generales con fecha 30 de agosto de 2021, concretamente en su disposición adicional undécima:
<<En reconocimiento al sufrimiento padecido por las personas que fueron afectadas por la polio durante la pandemia que asoló España a partir de los años cincuenta del siglo XX, el Gobierno promoverá investigaciones y estudios que esclarezcan la verdad de lo acaecido durante la dictadura franquista>>.
Ojo, lector. No estoy quitando importancia a la polio de 1950-1964. Hablamos de una enfermedad que se llevó a la tumba, en quince años, a casi 2000 niños españoles. De una enfermedad que ocasionó graves discapacidades a otros 12000 españoles más. De una enfermedad que aún mantiene secuelas en muchos adultos. Pero de una enfermedad ya erradicada gracias a las vacunas. De una pandemia de hace sesenta años. Sesenta. Sesenta. E incomparablemente menos letal que el COVID que nos asola en estos mismos instantes.
Bien. Hace cuatro meses, en un alarde de adivinación y con millones de euros tirados a la basura, Sánchez nos anunció solemnemente cómo sería la España de 2050. Ahora, en otro inútil dispendio en fuegos artificiales, en otro viaje novelesco del futuro hacia el pasado, nos va a explicar Sánchez lo mal que lo hizo Franco con la polio. Y mañana, si no espabilamos, formará una comisión investigadora sobre la peste bubónica del siglo XIV, o sobre el morbo gálico del siglo XVII, o sobre el cólera en los años de Alfonso XII, o tal vez sobre la epidemia de obesidad durante el reinado de los Reyes Gordos, que eran godos pero obesos.
Y yo, que estoy hasta los cojones de que este tipo me tome por tonto, le digo al presidente Sánchez: tu pésima gestión del COVID no se cerró con un Funeral de Estado. Has de pagarlo en las urnas (por supuesto), pero también en los juzgados y en el inexorable veredicto de la Historia. Y si ya tienes tiempo y dinero para investigar “la pandemia de Franco”, exijo que investigues también la otra pandemia: la de ahora, la que nos preocupa. La tuya. La tuya. La tuya.
Firmado:
Juan Manuel Jimenez Muñoz.
Médico y escritor malagueño.
El 7 de agosto del año pasado, tras la terrible primera ola del coronavirus, 20 científicos españoles publicaron una carta en la revista Lancet solicitando al Gobierno de España una comisión independiente que investigase los fallos en la gestión de la pandemia, con objeto de evitarlos en las siguientes olas. El impacto de esa petición fue tan brutal que el Gobierno no tuvo más remedio que responder en público a la demanda. Un aturullado ministro de Sanidad salió varias veces a la palestra a decir que bueno, que sí, que tal vez, que ya se vería. Sin embargo, la calidad científica internacional de los 20 firmantes de la carta, su pertenencia a diversos “colectivos ideológicos” y el indiscutible prestigio de la revista Lancet, hicieron que, ya en septiembre de 2020, fuese el mismísimo presidente Sánchez quien apareciese en televisión para zanjar el asunto. Dijo esto:
<<Por supuesto que habrá una comisión investigadora>>.
Y entonces yo, el abajo firmante, ese mismo día, hace ahora justo un año, supe con absoluta certeza que jamás se investigaría. Ya había calado al personaje.
Bien, lector. Merece la pena que conozcas al menos a cinco o seis de los firmantes de esa carta en la revista Lancet. Merece la pena que entiendas lo que sus nombres significan para España. Y lamento no poder extenderme más sobre todos ellos, por no aburrir.
<<Margarita del Val, viróloga del Centro de Biología Severo Ochoa y coordinadora del CSIC. Rafael Bengoa, experto en Salud Pública, ex-consejero de Sanidad del Gobierno Vasco y ex-asesor de Obama. Joan Carles March y Sergio Minué, salubristas de prestigio internacional y padres de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Helena Legido-Quigley, especialista de la London School of Hygiene and Tropical Medicine de Londres y de la Universidad de Singapur. Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Alicante y ex-director general de Salud Pública. Y un largo etcétera>>.
Y ahora, amigo lector, en palabras literales de Rafael Matesanz (fundador y ex-coordinador de la Organización Nacional de Trasplantes), te resumiré los motivos que propiciaron la solicitud (en la revista Lancet) de esa comisión investigadora sobre el COVID, ésa que JAMÁS se reunirá ni investigará. Te ruego, lector, que la copies y la enmarques en tu casa: todavía hay mucha gente con amnesia, acólitos que afirman que Pedro Sánchez es el mejor presidente de la Democracia; y es necesario responder a ello con argumentos sólidos. Oigamos a Matesanz:
<<Toda la gestión del Gobierno ha sido un perfecto desastre, pues priorizaron las decisiones políticas sobre las sanitarias. El hecho de no hacer nada hasta que pasara el 8-M, ignorando lo que ya estaba entre nosotros o lo que ocurría en Italia y en China, las profecías de que serían unos pocos casos, el negar la utilidad de las mascarillas porque no había, o la falsa predicción de que las nuevas cepas tendrían una escasa relevancia, fueron errores muy groseros que dejaron sin ninguna credibilidad al equipo ministerial. De igual manera, la rápida desescalada a la carta de la primera ola y las proclamas delirantes de que habíamos vencido al virus fueron un compendio de lo que no se debe hacer. Asimismo, las compras centralizadas de test y EPIs defectuosos retrasaron notablemente su disponibilidad y llevaron a las comunidades autónomas a tener que buscarse la vida con carácter de urgencia; otro fallo fue la caótica recogida de datos, con la negativa a contabilizar muchos miles de fallecidos por el virus, pero sin PCR en las fases iniciales porque no había test; otro error fue anunciar el “comité de expertos”, que nunca existió; o el hecho de ser el país con mayor mortalidad añadida del mundo en relación con su población; o el país del mundo donde más sanitarios se han contagiado durante la primera ola por falta de protección adecuada; o el que más ha visto caer su PIB. Esas cosas lo dicen todo>>.
Bien. Respiremos hondo, lector. Digiramos las palabras de Rafael Matesanz y hagamos una pausa para tomar café.
Ya estoy aquí. Seguimos.
Yo, lector, estaba dispuesto a “perdonar” al presidente Sánchez por esa mentira sobre la “investigación independiente” de la pandemia COVID. Te lo juro. Palabrita del Niño Jesús. Creo que, entre las infinitas mentiras emitidas por el narcisista que nos gobierna, ésta tenía una pequeña justificación: pararse a investigar la gestión en medio de una crisis sanitaria tan grave y de velocidad tan cambiante tal vez no fuese una buena idea. A veces, el análisis conduce a la parálisis. Entiéndaseme bien: me consta que la única razón para que Sánchez no forme una comisión independiente que investigue estos desastres es un simple cálculo político, nada que tenga que ver con aspectos sanitarios. Pero aun así, por razones de urgencia en la gestión, puedo entender la demora.
Sin embargo, desde hace una semana he cambiado de opinión. Completamente. Y exijo que se forme YA un comité independiente que aclare lo sucedido entre enero de 2020 y el inicio de la vacunación, como pidieron en Lancet nuestros 20 científicos de prestigio.
El motivo de mi cambio se debe a que jamás pensé que a la mentira se añadiría la burla y el cinismo: y es que el Gobierno de Sánchez pretende investigar, ahora, lo sucedido entre 1950 y 1964 durante la pandemia de polio. Así se recoge en el proyecto de Ley de Memoria Democrática publicado en el Boletín Oficial de las Cortes Generales con fecha 30 de agosto de 2021, concretamente en su disposición adicional undécima:
<<En reconocimiento al sufrimiento padecido por las personas que fueron afectadas por la polio durante la pandemia que asoló España a partir de los años cincuenta del siglo XX, el Gobierno promoverá investigaciones y estudios que esclarezcan la verdad de lo acaecido durante la dictadura franquista>>.
Ojo, lector. No estoy quitando importancia a la polio de 1950-1964. Hablamos de una enfermedad que se llevó a la tumba, en quince años, a casi 2000 niños españoles. De una enfermedad que ocasionó graves discapacidades a otros 12000 españoles más. De una enfermedad que aún mantiene secuelas en muchos adultos. Pero de una enfermedad ya erradicada gracias a las vacunas. De una pandemia de hace sesenta años. Sesenta. Sesenta. E incomparablemente menos letal que el COVID que nos asola en estos mismos instantes.
Bien. Hace cuatro meses, en un alarde de adivinación y con millones de euros tirados a la basura, Sánchez nos anunció solemnemente cómo sería la España de 2050. Ahora, en otro inútil dispendio en fuegos artificiales, en otro viaje novelesco del futuro hacia el pasado, nos va a explicar Sánchez lo mal que lo hizo Franco con la polio. Y mañana, si no espabilamos, formará una comisión investigadora sobre la peste bubónica del siglo XIV, o sobre el morbo gálico del siglo XVII, o sobre el cólera en los años de Alfonso XII, o tal vez sobre la epidemia de obesidad durante el reinado de los Reyes Gordos, que eran godos pero obesos.
Y yo, que estoy hasta los cojones de que este tipo me tome por tonto, le digo al presidente Sánchez: tu pésima gestión del COVID no se cerró con un Funeral de Estado. Has de pagarlo en las urnas (por supuesto), pero también en los juzgados y en el inexorable veredicto de la Historia. Y si ya tienes tiempo y dinero para investigar “la pandemia de Franco”, exijo que investigues también la otra pandemia: la de ahora, la que nos preocupa. La tuya. La tuya. La tuya.
Firmado:
Juan Manuel Jimenez Muñoz.
Médico y escritor malagueño.
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