Tras la segunda guerra, Washington, considerando necesaria una herramienta que sustentara y legitimara las actuaciones internacionales, para preservar la paz, suscitó el nacimiento de la ONU en 1945, con la colaboración de Europa y las dudosas reticencias de la Unión Soviética. Esta organización de naciones habría de expresar el sentir y parecer de sus componentes, hasta hacerse, con su prestigio y autoridad, imprescindible en la política mundial.
En la práctica, EE.UU., Rusia y China han preferido un organismo débil y manejable, sin un verdadero calado en la esfera de las decisiones; así, el Consejo de Seguridad, en su languideciente y estéril vacuidad, precisa la intervención quirúrgica que reconstituya el flujo vital de sus resoluciones con el impulso del acuerdo y la unión de una mayoría de estados. Los principales problemas de la comunidad internacional: el avance de la pobreza y del sida, el deterioro del medio ambiente, la vejación de la mujer, la proliferación del armamento químico y nuclear, la persistencia de las guerras, la insidiosa extensión del terrorismo, que alejan y oscurecen la paz, requieren atención urgente y tajante; no tienen espera. Cuando se hayan destruido las condiciones de vida en el planeta y vengan a remediarlo, ya será tarde.
La ONU desfallece en su inoperancia. Los últimos escándalos levantados por el saqueo y la mangancia de funcionarios y familiares, en el asunto del “Petróleo por alimentos”, la han deteriorado hasta postrarla en la incredulidad. Es un organismo sin vida, sin peso y sin determinación, que no sabe adaptarse a la realidad en que vive y no se mueve por vocación y capacidad de servicio; jadeando en medio de esta sintomatología, no es de extrañar que su muerte sea irreversible.
Quizás, mostró alguna eficacia en aquel periodo de la Guerra Fría, en que vino a servir de cauce a las dos superpotencias, para dirimir sus litigios y conflictos. Actualmente, en un mundo diferente y en continuo cambio, se ha convertido en un foro de intereses políticos y de movimientos ideológicos enfrentados con aspiración de potencia alternativa, en un mudo unipolar. Todo ese conjunto de países “No Alineados”, entrelazados únicamente en su discrepancia y antagonismo al poder norteamericano, representan, con su mentalidad y hábitos tan dispares, un hemisferio aparte.
Con estas perspectivas es muy difícil salvar y reanimar al enfermo postrado en el camastro de los desahuciados.
Camilo Valverde
En la práctica, EE.UU., Rusia y China han preferido un organismo débil y manejable, sin un verdadero calado en la esfera de las decisiones; así, el Consejo de Seguridad, en su languideciente y estéril vacuidad, precisa la intervención quirúrgica que reconstituya el flujo vital de sus resoluciones con el impulso del acuerdo y la unión de una mayoría de estados. Los principales problemas de la comunidad internacional: el avance de la pobreza y del sida, el deterioro del medio ambiente, la vejación de la mujer, la proliferación del armamento químico y nuclear, la persistencia de las guerras, la insidiosa extensión del terrorismo, que alejan y oscurecen la paz, requieren atención urgente y tajante; no tienen espera. Cuando se hayan destruido las condiciones de vida en el planeta y vengan a remediarlo, ya será tarde.
La ONU desfallece en su inoperancia. Los últimos escándalos levantados por el saqueo y la mangancia de funcionarios y familiares, en el asunto del “Petróleo por alimentos”, la han deteriorado hasta postrarla en la incredulidad. Es un organismo sin vida, sin peso y sin determinación, que no sabe adaptarse a la realidad en que vive y no se mueve por vocación y capacidad de servicio; jadeando en medio de esta sintomatología, no es de extrañar que su muerte sea irreversible.
Quizás, mostró alguna eficacia en aquel periodo de la Guerra Fría, en que vino a servir de cauce a las dos superpotencias, para dirimir sus litigios y conflictos. Actualmente, en un mundo diferente y en continuo cambio, se ha convertido en un foro de intereses políticos y de movimientos ideológicos enfrentados con aspiración de potencia alternativa, en un mudo unipolar. Todo ese conjunto de países “No Alineados”, entrelazados únicamente en su discrepancia y antagonismo al poder norteamericano, representan, con su mentalidad y hábitos tan dispares, un hemisferio aparte.
Con estas perspectivas es muy difícil salvar y reanimar al enfermo postrado en el camastro de los desahuciados.
Camilo Valverde
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