“Más vale un gramo de cordura que arrobas de sutileza”.
Baltasar Gracián
La última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), elaborada entre los días 21 y 28 del mes pasado, ratifica la tendencia, ya advertida y apuntada en sondeos anteriores, de que la confianza de los españoles en el actual presidente del Gobierno de la Nación, José Luis Rodríguez Zapatero, deja mucho que desear, quiero decir que va de mal en peor, pues va cayendo cuesta abajo, sin otros frenos que las desgastadas zapatas de las suelas de los zapatos de Zapatero, o sea, su sonrisa (que sonrosa hasta sonrojar) y su talante (carente de talento –ni raudo ni lento-).
La ciudadanía, además de darle un suspenso inapelable al jefe del Ejecutivo, catea, asimismo, a la mayoría de su Gabinete, salvo a Bono y a los vicepresidentes, Fernández de la Vega y Solbes, a quienes salva de la pira o quema de cachivaches. Acaso la pura y dura y cruda realidad que destilan y/o exudan los muchos datos negativos que arroja la susodicha encuesta para los socialistas le hagan reflexionar a Rodríguez Zapatero y ayuden a (re)plantearse la seria posibilidad de rectificar de política y equipo de trabajo.
Que el mandamás del Gobierno haya perdido de vista la delgada línea roja del 40% de los apoyos y el presidente del PP, Mariano Rajoy Brey, vuelva a vislumbrarla allá, a lo lejos, en lontananza, dice mucho de cómo están los ánimos de los “hunos” y de los “hotros”.
El menda lerenda, un escéptico redomado, no espera que haya cambios especiales, sustantivos, en el escenario político que se avecina, pero sí desea con todas sus fuerzas que los partidos políticos abran de par en par sus puertas y sus ventanas para que puedan entrar los aromas, los jabones, las lejías y los perfumes que acarrean la ética y la estética; y que estas dos buenas señoras acaben (de una vez -para siempre- por todas) con las manchas, miasmas y demás malolientes suciedades que se habían instalado y enquistado en ellos.
Ángel Sáez García
Baltasar Gracián
La última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), elaborada entre los días 21 y 28 del mes pasado, ratifica la tendencia, ya advertida y apuntada en sondeos anteriores, de que la confianza de los españoles en el actual presidente del Gobierno de la Nación, José Luis Rodríguez Zapatero, deja mucho que desear, quiero decir que va de mal en peor, pues va cayendo cuesta abajo, sin otros frenos que las desgastadas zapatas de las suelas de los zapatos de Zapatero, o sea, su sonrisa (que sonrosa hasta sonrojar) y su talante (carente de talento –ni raudo ni lento-).
La ciudadanía, además de darle un suspenso inapelable al jefe del Ejecutivo, catea, asimismo, a la mayoría de su Gabinete, salvo a Bono y a los vicepresidentes, Fernández de la Vega y Solbes, a quienes salva de la pira o quema de cachivaches. Acaso la pura y dura y cruda realidad que destilan y/o exudan los muchos datos negativos que arroja la susodicha encuesta para los socialistas le hagan reflexionar a Rodríguez Zapatero y ayuden a (re)plantearse la seria posibilidad de rectificar de política y equipo de trabajo.
Que el mandamás del Gobierno haya perdido de vista la delgada línea roja del 40% de los apoyos y el presidente del PP, Mariano Rajoy Brey, vuelva a vislumbrarla allá, a lo lejos, en lontananza, dice mucho de cómo están los ánimos de los “hunos” y de los “hotros”.
El menda lerenda, un escéptico redomado, no espera que haya cambios especiales, sustantivos, en el escenario político que se avecina, pero sí desea con todas sus fuerzas que los partidos políticos abran de par en par sus puertas y sus ventanas para que puedan entrar los aromas, los jabones, las lejías y los perfumes que acarrean la ética y la estética; y que estas dos buenas señoras acaben (de una vez -para siempre- por todas) con las manchas, miasmas y demás malolientes suciedades que se habían instalado y enquistado en ellos.
Ángel Sáez García