Para muchos puede resultar una paradoja que alguien dedicado al lado oscuro de las relaciones públicas escriba un libro sobre los contubernios entre la prensa y el poder. Es el estigma clásico de esta disciplina profesional, denunciada por Habermas como la gran conspiradora contra la democracia, el brazo armado del establishment para mover los hilos ocultos de la opinión pública y obtener el favor de los medios en beneficio de los intereses ocultos de los poderes públicos y las grandes corporaciones empresariales.
Más sorprendente aún puede resultar que quien enarbole este discurso de denuncia no sea un profesional cualquiera, sino un pionero de la disciplina, un verdadero visionario que fundó en Andalucía una empresa de comunicación en mitad de la gran crisis de los 90, que convenció a empresas e instituciones para que desarrollaran programas de relaciones públicas que nunca habían puesto en marcha antes, que ha sido un nombre propio fundamental en España para convertir la comunicación en una industria para la que hoy trabajan centenares de profesionales, tanto en consultoría como dentro de las propias empresas y administraciones públicas, superando en rango e importancia jerárquica a disciplinas como el marketing o la publicidad.
Lo que, en buena lógica, cualquiera podría esperar de Francisco Rubiales en este momento de su vida es que se dedicara a la narración de su propio éxito, tarea a la que hoy se entregan devotamente muchos que han triunfado en la vida la mitad de lo que lo ha hecho él.
Lo que uno esperaría del pionero de las relaciones públicas en Andalucía es el clásico libro de gurú, un ensayo con las estrategias y técnicas para influir en la opinión pública, adobado de ejemplos, casos prácticos y experiencias acumuladas en varias décadas de trayectoria.
Por todo eso, digo que puede parecer una sorpresa y una paradoja este libro, y sin embargo no lo es: no lo es desde luego para quien conozca al autor de Hienas y Buitres, y muchos menos para quienes llevamos muchos años trabajando con él. En primer lugar, porque para Francisco Rubiales, como para todos los que hemos aprendido el oficio a su lado, las relaciones públicas son el instrumento a través del cual los poderes públicos propagan las verdades oficiales, pero también el ariete que tiene la sociedad civil para contestarlas y oponerse a ellas, una herramienta poderosa que bien empleada puede fortalecer el debate público y enriquecer la democracia. Y en segundo lugar, porque para este pionero de las relaciones públicas, como para todos lo que hemos aprendido la profesión a su lado, siendo importante la función de esta disciplina en el espacio público, es incomparable con el valor esencial del periodismo en su doble función de controlar al poder y articular el debate social sobre los temas de interés general.
A pesar de que el título sugiera lo contrario, Hienas y buitres es una gran declaración de amor al periodismo. Francisco Rubiales lo ha sido todo, o casi todo, en las relaciones públicas, pero nunca ha dejado de sentirse periodista y difícilmente puede disimular que la etapa de su vida de la que íntimamente se siente más orgulloso es aquella que pasó en el Líbano, en México, en Cuba, en Panamá, en Roma y en Madrid ejerciendo el periodismo activo, militando en el oficio de contar verdades incómodas, revelando exclusivas y difundiendo noticias que acabaron publicadas en medios como The Washington Post, The New York Times, Miami Herald o Corriere della Sera.
Hienas y Buitres habla sobre las relaciones pervertidas del periodismo con el poder. Pero que nadie espere ver en este ensayo una crítica al periodismo de quien se siente por encima de la profesión, alojado en la cómoda atalaya de la comunicación corporativa. Muy al contrario, toda la vehemencia y la pasión que Francisco Rubiales emplea en la denuncia obedece precisamente al valor enorme que le confiere al periodismo: “el ciudadano debería saber que, sin el apoyo de la prensa libre, la democracia es inviable, que, ante las oleadas de manipulación, fake news y confusión interesada, el papel del periodismo honrado y veraz cobra todavía más importancia y también que, sin la labor de los periodistas independientes y de los medios de comunicación libres, el Estado y los partidos políticos tienden irremediablemente a acumular poder y a ejercer un dominio letal e inicuo sobre la sociedad”.
De modo que, para Rubiales, el periodismo es el problema (o parte del problema) pero es también la solución de la degeneración de la vida política.
Si los medios de comunicación funcionan como medios del poder, divorciados de la verdad y de la ciudadanía, hay poca esperanza para la democracia, y la opinión pública se convierte en un espacio degradado, carne de cañón para las posverdades propagadas por los poderes institucionales y fácticos.
Hienas y Buitres es una voz de protesta contra el servilismo del periodismo y el deterioro de la calidad de la democracia. El puñetazo en la mesa de quien podría haber decidido confundir su voz con la del establishment y sin embargo ha elegido situarse en el escenario contrario, el de la militancia activa por la regeneración del espacio público, objetivo para el cual necesitamos contar con unos medios de comunicación independientes, incisivos y libres.
Miguel Ángel Robles es consultor y periodista
Para leer el artículo en El Confidencial Andaluz, pulse AQUÍ
Más sorprendente aún puede resultar que quien enarbole este discurso de denuncia no sea un profesional cualquiera, sino un pionero de la disciplina, un verdadero visionario que fundó en Andalucía una empresa de comunicación en mitad de la gran crisis de los 90, que convenció a empresas e instituciones para que desarrollaran programas de relaciones públicas que nunca habían puesto en marcha antes, que ha sido un nombre propio fundamental en España para convertir la comunicación en una industria para la que hoy trabajan centenares de profesionales, tanto en consultoría como dentro de las propias empresas y administraciones públicas, superando en rango e importancia jerárquica a disciplinas como el marketing o la publicidad.
Lo que, en buena lógica, cualquiera podría esperar de Francisco Rubiales en este momento de su vida es que se dedicara a la narración de su propio éxito, tarea a la que hoy se entregan devotamente muchos que han triunfado en la vida la mitad de lo que lo ha hecho él.
Lo que uno esperaría del pionero de las relaciones públicas en Andalucía es el clásico libro de gurú, un ensayo con las estrategias y técnicas para influir en la opinión pública, adobado de ejemplos, casos prácticos y experiencias acumuladas en varias décadas de trayectoria.
Por todo eso, digo que puede parecer una sorpresa y una paradoja este libro, y sin embargo no lo es: no lo es desde luego para quien conozca al autor de Hienas y Buitres, y muchos menos para quienes llevamos muchos años trabajando con él. En primer lugar, porque para Francisco Rubiales, como para todos los que hemos aprendido el oficio a su lado, las relaciones públicas son el instrumento a través del cual los poderes públicos propagan las verdades oficiales, pero también el ariete que tiene la sociedad civil para contestarlas y oponerse a ellas, una herramienta poderosa que bien empleada puede fortalecer el debate público y enriquecer la democracia. Y en segundo lugar, porque para este pionero de las relaciones públicas, como para todos lo que hemos aprendido la profesión a su lado, siendo importante la función de esta disciplina en el espacio público, es incomparable con el valor esencial del periodismo en su doble función de controlar al poder y articular el debate social sobre los temas de interés general.
A pesar de que el título sugiera lo contrario, Hienas y buitres es una gran declaración de amor al periodismo. Francisco Rubiales lo ha sido todo, o casi todo, en las relaciones públicas, pero nunca ha dejado de sentirse periodista y difícilmente puede disimular que la etapa de su vida de la que íntimamente se siente más orgulloso es aquella que pasó en el Líbano, en México, en Cuba, en Panamá, en Roma y en Madrid ejerciendo el periodismo activo, militando en el oficio de contar verdades incómodas, revelando exclusivas y difundiendo noticias que acabaron publicadas en medios como The Washington Post, The New York Times, Miami Herald o Corriere della Sera.
Hienas y Buitres habla sobre las relaciones pervertidas del periodismo con el poder. Pero que nadie espere ver en este ensayo una crítica al periodismo de quien se siente por encima de la profesión, alojado en la cómoda atalaya de la comunicación corporativa. Muy al contrario, toda la vehemencia y la pasión que Francisco Rubiales emplea en la denuncia obedece precisamente al valor enorme que le confiere al periodismo: “el ciudadano debería saber que, sin el apoyo de la prensa libre, la democracia es inviable, que, ante las oleadas de manipulación, fake news y confusión interesada, el papel del periodismo honrado y veraz cobra todavía más importancia y también que, sin la labor de los periodistas independientes y de los medios de comunicación libres, el Estado y los partidos políticos tienden irremediablemente a acumular poder y a ejercer un dominio letal e inicuo sobre la sociedad”.
De modo que, para Rubiales, el periodismo es el problema (o parte del problema) pero es también la solución de la degeneración de la vida política.
Si los medios de comunicación funcionan como medios del poder, divorciados de la verdad y de la ciudadanía, hay poca esperanza para la democracia, y la opinión pública se convierte en un espacio degradado, carne de cañón para las posverdades propagadas por los poderes institucionales y fácticos.
Hienas y Buitres es una voz de protesta contra el servilismo del periodismo y el deterioro de la calidad de la democracia. El puñetazo en la mesa de quien podría haber decidido confundir su voz con la del establishment y sin embargo ha elegido situarse en el escenario contrario, el de la militancia activa por la regeneración del espacio público, objetivo para el cual necesitamos contar con unos medios de comunicación independientes, incisivos y libres.
Miguel Ángel Robles es consultor y periodista
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