Aunque muchos no lo crean, existe una vía para acabar con los corruptos, que consiste en desprestigiarlos y rechazarlos hasta privarles del apoyo popular. Por eso es tan importante vigilarlos y criticarlos, único camino al alcance del ciudadano para debilitarlos y frenar algo sus abusos.
Ni siquiera las urnas sirven para cambiar la política o forzar una regeneración, ya que los que realmente eligen no son los ciudadanos, sino los jefes de los partidos políticos, que son los que elaboran las listas que los ciudadanos tienen que votar. El resultado final es que el líder de un partido es elegido presidente por los amigos que él ha colocado en las listas y a los que el pueblo sólo ratifica en las urnas.
Aunque ellos se sienten fuertes e impunes, quizás porque siguen teniendo a su servicio todos los recursos del Estado y la ayuda de sus pretorianos (policías, periodistas y jueces sometidos), en realidad están podridos y, sin el aprecio del pueblo, solo son cadáveres frágiles.
La victoria de Macron en Franca demuestra que los viejos políticos de la corrupción y el abuso, tanto de la izquierda como de la derecha, habían perdido el aprecio de los ciudadanos y bastó con que surgiera una ilusión política para barrerlos del mapa.
En España está ocurriendo lo mismo. En apariencia, los partidos actuales son fuertes y sus políticos se sienten seguros, pero en realidad son muertos vivientes, cadáveres infectados de corrupción y abuso de poder, sin aprecio de una ciudadanía, que los rechaza y los señala en las encuestas como el mayor problema del país.
Bastaría con que apareciera un líder capaz de despertar ilusión y esperanza para que millones de españoles dejaran de votar lo que hoy votan, en especial al PP y al PSOE, partidos que han demostrado sus enormes carencias, a los que apoyan por inercia y porque no encuentran nada mejor.
Hay un principio básico en política que los políticos corruptos olvidan: sin el apoyo y la adhesión de los ciudadanos, la democracia se torna tiranía.
En España solo falta que aparezca un político que prometa limpieza, arrasar con lo viejo y que sea creíble. Cuando nazca esa estrella, los Rajoy, los Sánchez, los Iglesias, las Susanas y todos los ineptos que dominan la nación española serán barridos y erradicados en las urnas, incluyendo a esa despreciable cosecha de nacionalistas chantajistas, expertos en crear odio y en destruir la nación.
España es un país en espera de un redentor.
La escena política española es cansina y de bajo perfil, dominada por partidos muy deteriorados, a los que se vota porque no hay nada mejor. Los ciudadanos son conscientes de que los dos grandes partidos españoles son hoy el obstáculo y el problema que impiden el progreso y la regeneración. También saben que casi todos los problemas que el país padece, desde el endeudamiento al desempleo, sin olvidar la injusticia, el abuso de poder, la desigualdad, los impuestos injustos y la baja calidad de los servicios, son culpa de la clase política, incapaz de ilusionar, impotente a la hora de crear metas y objetivos comunes, no amada, soportada por los ciudadanos, amortizada y muy deteriorada en sus principios y valores.
!!! Ojalá llegue pronto la esperanza !!!
Francisco Rubiales
Ni siquiera las urnas sirven para cambiar la política o forzar una regeneración, ya que los que realmente eligen no son los ciudadanos, sino los jefes de los partidos políticos, que son los que elaboran las listas que los ciudadanos tienen que votar. El resultado final es que el líder de un partido es elegido presidente por los amigos que él ha colocado en las listas y a los que el pueblo sólo ratifica en las urnas.
Aunque ellos se sienten fuertes e impunes, quizás porque siguen teniendo a su servicio todos los recursos del Estado y la ayuda de sus pretorianos (policías, periodistas y jueces sometidos), en realidad están podridos y, sin el aprecio del pueblo, solo son cadáveres frágiles.
La victoria de Macron en Franca demuestra que los viejos políticos de la corrupción y el abuso, tanto de la izquierda como de la derecha, habían perdido el aprecio de los ciudadanos y bastó con que surgiera una ilusión política para barrerlos del mapa.
En España está ocurriendo lo mismo. En apariencia, los partidos actuales son fuertes y sus políticos se sienten seguros, pero en realidad son muertos vivientes, cadáveres infectados de corrupción y abuso de poder, sin aprecio de una ciudadanía, que los rechaza y los señala en las encuestas como el mayor problema del país.
Bastaría con que apareciera un líder capaz de despertar ilusión y esperanza para que millones de españoles dejaran de votar lo que hoy votan, en especial al PP y al PSOE, partidos que han demostrado sus enormes carencias, a los que apoyan por inercia y porque no encuentran nada mejor.
Hay un principio básico en política que los políticos corruptos olvidan: sin el apoyo y la adhesión de los ciudadanos, la democracia se torna tiranía.
En España solo falta que aparezca un político que prometa limpieza, arrasar con lo viejo y que sea creíble. Cuando nazca esa estrella, los Rajoy, los Sánchez, los Iglesias, las Susanas y todos los ineptos que dominan la nación española serán barridos y erradicados en las urnas, incluyendo a esa despreciable cosecha de nacionalistas chantajistas, expertos en crear odio y en destruir la nación.
España es un país en espera de un redentor.
La escena política española es cansina y de bajo perfil, dominada por partidos muy deteriorados, a los que se vota porque no hay nada mejor. Los ciudadanos son conscientes de que los dos grandes partidos españoles son hoy el obstáculo y el problema que impiden el progreso y la regeneración. También saben que casi todos los problemas que el país padece, desde el endeudamiento al desempleo, sin olvidar la injusticia, el abuso de poder, la desigualdad, los impuestos injustos y la baja calidad de los servicios, son culpa de la clase política, incapaz de ilusionar, impotente a la hora de crear metas y objetivos comunes, no amada, soportada por los ciudadanos, amortizada y muy deteriorada en sus principios y valores.
!!! Ojalá llegue pronto la esperanza !!!
Francisco Rubiales
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