Los cubanos de Miami salen a las calles para festejar la muerte del tirano y los de Cuba contienen la respiración en espera de las ansiadas libertades y cambios, pero en Cuba no va a moverse ni una mosca porque el "castrismo" va a seguir intacto hasta que no desaparezca Raul Castro, la otra mitad de Fidel, que sigue viva.
Se equivocan los que creen que Fidel estaba retirado. Seguía mandando a través de su hermano Raul, que le admiraba y veneraba, y de su inmensa influencia en el régimen que él mismo creó, sobre todo en el Ejército, las tropas y agentes del Ministerio del Interior, los Comités de barrios y la nomenklatura del partido único, que ya nadie sabe si es comunista o no, pero que, sin duda alguna, es y seguirá siendo "castrista".
Fidel Castro tenía tanta mística y peso en Cuba que paralizaba cualquier rebelión o cambio posible. El castrismo, con la muerte de Fidel, ha perdido la mitad de su potencia moral, pero la muerte suele agrandar los mitos y Raul, heredero universal, va a aprovechar las cenizas de su hermano para afianzar el régimen.
Si hay un país del mundo donde el gobierno lo controla todo, ese es Cuba. Si se suman los miembros del partido, las fuerzas del Ejército, los agentes y tropas del Ministerio de Interior y las redes de chivatos infiltradas en la población, por lo menos dos de cada diez cubanos vivos están al servicio del poder, armados y dispuestos a defender el "castrismo" a tiros.
Y lo defienden por la mismo razón que millones de andaluces votan al PSOE, o que media Venezuela defiende a Maduro y al "chavismo": porque viven de él, porque son miembros de una red clientelar que les convierte en privilegiados, en personas a las que los que mandan premian por su fidelidad, lealtad y disponibilidad para defender el sistema.
Todo ese inmenso aparato del poder establecido hace casi imposible una revolución de los cubanos indignados y hambrientos de consumo y libertades, que tendrán que seguir esperando a que la otra mitad de Fidel, la que se llama Raul, desaparezca. Entonces, tal vez se abra alguna posibilidad de que el régimen, ya sin la vigilancia de los implacables hermanos Castro, evolucione hacia algo mas libre y justo.
El problema es saber hacia donde va a evolucionar Cuba.
Los "cubanólogos", esos expertos en Cuba que pretenden desentrañar e interpretar los misterios, incógnitas y dilemas de uno de los sistemas más opacos y oscuros del mundo, lo tienen tan complicado o mas que los antiguos "kremlinólogos" o los actuales "vaticanólogos" porque hacerle la autopsia al régimen y al futuro de Cuba es casi imposible.
No soy un "cubanólogo", pero tengo la ventaja de haber vivido dos años en Cuba como corresponsal de prensa, de haber conocido a Fidel y a muchos comandantes y líderes del castrismo y de estar bien entrenado en las técnicas que permiten descifrar enigmas e interpretar los signos de la política mundial.
Y a mi el olfato me dice que tanto Raul como los jóvenes cachorros del castrismo quieren que Cuba transite la ruta de China, con un partido comunista de acero y un capitalismo capitaneado por el Estado, que permita a los cubanos salir de la miseria. Saben que el comunismo no funciona en su vertiente económica y que el capitalismo sí, pero también saben que permitir que retorne a Cuba eso que en el mundo llaman "democracia", que no es otra cosa que un disfraz para que el establishment internacional coloque a sus peones al frente de los gobiernos débiles, telecomandados desde Washington y las centrales de las grandes empresas e instituciones financieras del planeta, sería una estupidez.
El futuro de Cuba es parecerse a China: un partido fuerte, dominado por los burócratas y el Ejército, que gestiona la economía con criterios capitalistas, ajeno a aquel comunismo estúpido "made in URSS" que sólo generaba hambre y fracaso.
Los cubanos, por la ruta de China, serán pronto un poco menos pobres y empezarán a consumir y a oler la prosperidad. Los castristas y los comunistas chinos saben perfectamente que la demanda de libertades y derechos crece siempre, sobre todo cuando la población olisquea el consumo y el hedonismo, pero ellos están preparados y dispuestos a armar a los suyos hasta los dientes y a reclutar más agentes, más soldados y más chivatos para que nadie se mueva en las calles y plazas.
Si se analiza la historia reciente, se descubre que Cuba ya ha emprendido la ruta China. Los grandes negocios del país, sobre todo el turismo, están en manos del Ejército y del partido. Mao Tsé Tung decía que el poder nace del fusil, pero que el partido es el que debe controlar los fusiles, pero los sucesores de Mao y los castristas cubanos saben que, sobre todo, el poder nace del dinero y que ellos tienen que controlarlo.
Ese es el futuro de Cuba, al menos mientras siga viva esa otra mitad de Fidel que se llama Raul.
Francisco Rubiales
Se equivocan los que creen que Fidel estaba retirado. Seguía mandando a través de su hermano Raul, que le admiraba y veneraba, y de su inmensa influencia en el régimen que él mismo creó, sobre todo en el Ejército, las tropas y agentes del Ministerio del Interior, los Comités de barrios y la nomenklatura del partido único, que ya nadie sabe si es comunista o no, pero que, sin duda alguna, es y seguirá siendo "castrista".
Fidel Castro tenía tanta mística y peso en Cuba que paralizaba cualquier rebelión o cambio posible. El castrismo, con la muerte de Fidel, ha perdido la mitad de su potencia moral, pero la muerte suele agrandar los mitos y Raul, heredero universal, va a aprovechar las cenizas de su hermano para afianzar el régimen.
Si hay un país del mundo donde el gobierno lo controla todo, ese es Cuba. Si se suman los miembros del partido, las fuerzas del Ejército, los agentes y tropas del Ministerio de Interior y las redes de chivatos infiltradas en la población, por lo menos dos de cada diez cubanos vivos están al servicio del poder, armados y dispuestos a defender el "castrismo" a tiros.
Y lo defienden por la mismo razón que millones de andaluces votan al PSOE, o que media Venezuela defiende a Maduro y al "chavismo": porque viven de él, porque son miembros de una red clientelar que les convierte en privilegiados, en personas a las que los que mandan premian por su fidelidad, lealtad y disponibilidad para defender el sistema.
Todo ese inmenso aparato del poder establecido hace casi imposible una revolución de los cubanos indignados y hambrientos de consumo y libertades, que tendrán que seguir esperando a que la otra mitad de Fidel, la que se llama Raul, desaparezca. Entonces, tal vez se abra alguna posibilidad de que el régimen, ya sin la vigilancia de los implacables hermanos Castro, evolucione hacia algo mas libre y justo.
El problema es saber hacia donde va a evolucionar Cuba.
Los "cubanólogos", esos expertos en Cuba que pretenden desentrañar e interpretar los misterios, incógnitas y dilemas de uno de los sistemas más opacos y oscuros del mundo, lo tienen tan complicado o mas que los antiguos "kremlinólogos" o los actuales "vaticanólogos" porque hacerle la autopsia al régimen y al futuro de Cuba es casi imposible.
No soy un "cubanólogo", pero tengo la ventaja de haber vivido dos años en Cuba como corresponsal de prensa, de haber conocido a Fidel y a muchos comandantes y líderes del castrismo y de estar bien entrenado en las técnicas que permiten descifrar enigmas e interpretar los signos de la política mundial.
Y a mi el olfato me dice que tanto Raul como los jóvenes cachorros del castrismo quieren que Cuba transite la ruta de China, con un partido comunista de acero y un capitalismo capitaneado por el Estado, que permita a los cubanos salir de la miseria. Saben que el comunismo no funciona en su vertiente económica y que el capitalismo sí, pero también saben que permitir que retorne a Cuba eso que en el mundo llaman "democracia", que no es otra cosa que un disfraz para que el establishment internacional coloque a sus peones al frente de los gobiernos débiles, telecomandados desde Washington y las centrales de las grandes empresas e instituciones financieras del planeta, sería una estupidez.
El futuro de Cuba es parecerse a China: un partido fuerte, dominado por los burócratas y el Ejército, que gestiona la economía con criterios capitalistas, ajeno a aquel comunismo estúpido "made in URSS" que sólo generaba hambre y fracaso.
Los cubanos, por la ruta de China, serán pronto un poco menos pobres y empezarán a consumir y a oler la prosperidad. Los castristas y los comunistas chinos saben perfectamente que la demanda de libertades y derechos crece siempre, sobre todo cuando la población olisquea el consumo y el hedonismo, pero ellos están preparados y dispuestos a armar a los suyos hasta los dientes y a reclutar más agentes, más soldados y más chivatos para que nadie se mueva en las calles y plazas.
Si se analiza la historia reciente, se descubre que Cuba ya ha emprendido la ruta China. Los grandes negocios del país, sobre todo el turismo, están en manos del Ejército y del partido. Mao Tsé Tung decía que el poder nace del fusil, pero que el partido es el que debe controlar los fusiles, pero los sucesores de Mao y los castristas cubanos saben que, sobre todo, el poder nace del dinero y que ellos tienen que controlarlo.
Ese es el futuro de Cuba, al menos mientras siga viva esa otra mitad de Fidel que se llama Raul.
Francisco Rubiales
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