Victoria de la vieja "casta" socialista en España, toda una sorpresa que contrasta con lo que se vota en Europa y el mundo
Italia es un gran ejemplo de esa tendencia europea de lucha contra la podrida "casta" y de sustituirla en el poder por partidos nuevos que gobierne cerca de los ciudadanos y de la realidad. Los italianos han votado a los antisistemas de Cinco Estrellas y a los radicales de la Liga Norte, con Mateo Salvini al frente, una coalición que gobierna para la Italia real, ganando cada día nuevos adeptos y arrinconando a la vieja casta, marginada y en retroceso.
Muchos expertos y analistas esperaban que en España, en las elecciones del 28 de abril, ocurriera algo parecido porque los ciudadanos también están cansados de mentiras, engaños y traiciones, protagonizadas por los eternos partidos del sistema, culpables, en mayor o menor medida, del desastre de país que tenemos, a punto de romperse, dominado por los que nos odian, endeudado, atribulado por los impuestos y gobernado por despilfarradores y mentirosos que viven en el lujo y la arrogancia, sin solucionar los verdaderos problemas y gobernando en contra de la voluntad popular.
Pero la España sorprendente nos dio la sorpresa de votar masivamente por lo viejo, por el pasado, por el partido que crea ruina, por el que provocó la guerra civil y saqueó el banco de España para entregar toneladas de oro a la URSS del asesino Stalin.
Muchos creíamos que VOX, el único partido que parecía que hablaba claro, que sintonizaba con la ciudadanía y que representaba una forma nueva y distinta de gobernar, planteando los problemas reales, desenmascarando el contubernio de los políticos tradicionales y destrozando los tabúes, alcanzaría una sólida base para iniciar el cambio profundo que España demanda para resurgir y ser un país decente y respetado. Sólo ese partido planteaba que las autonomías son un gigantesco error, que las leyes de género aplastan al hombre, que los ciudadanos están indefensos en sus hogares, frente a okupas y salteadores, que la inmigración debe controlarse y ordenarse para que no sea una "invasión" y que miserias del sistema como los impuestos abusivos, los corruptos y los que disfrutan de privilegios sin merecerlo deben ser erradicadas con urgencia extrema.
Pero los españoles han vuelto a sorprender al mundo votando por lo viejo, lo corrupto y lo que crea atraso y pobreza, una opción socialdemócrata que retrocede en toda Europa y que en países como Francia, Italia y otros muchos está derrotada y casi desaparecida.
El 28 de abril había en realidad dos grandes opciones ante las urnas: los de siempre y VOX, lo viejo y lo nuevo, la política vieja que ha construido nuestro mundo y la nueva que quiere construir otro muy distinto.
Y los españoles han preferido lo viejo, dando a VOX sólo una pequeña plataforma de 24 diputados para que pueda hacer oir su voz en el Congreso, pero sin decidir ni mandar.
Las cosas nunca estuvieron antes tan claras. El PP y el PSOE llegaron a las urnas cargados de pasado, compartiendo pecados como el despilfarro, la colaboración con los desleales catalanes, la desigualdad, los privilegios para la casta, el endeudamiento, la degradación de la democracia y otros dramas. Ellos son la "casta" en estado puro, constructores de un Estado gigantesco, creado según su conveniencia, con más políticos a sueldo del Estado que Alemania, Francia e Inglaterra juntos, con más aforados que el resto de Europa, con más corrupción y abuso de poder en sus alforjas que nadie en nuestro entorno.
Pero cuando se abrieron las urnas el 28 de abril estalló una sorpresa inesperada: ganó el partido de la casta, con las viejas políticas socialdemócratas que están siendo fustigadas en todo el mundo. En la lucha de la política de siempre contra la nueva, ganó lo viejo y España se sumergió de nuevo en las aguas conocidas de las subidas de impuestos, el intervencionismo del poder, la corrupción capilar y esa pavorosa falta de principios sólidos e ideas nobles que permite a los socialistas pactar con cualquiera, tenga las ideas que tenga, incluso si es golpista o amigo de asesinos, con tal de acumular poder.
Francisco Rubiales
Muchos expertos y analistas esperaban que en España, en las elecciones del 28 de abril, ocurriera algo parecido porque los ciudadanos también están cansados de mentiras, engaños y traiciones, protagonizadas por los eternos partidos del sistema, culpables, en mayor o menor medida, del desastre de país que tenemos, a punto de romperse, dominado por los que nos odian, endeudado, atribulado por los impuestos y gobernado por despilfarradores y mentirosos que viven en el lujo y la arrogancia, sin solucionar los verdaderos problemas y gobernando en contra de la voluntad popular.
Pero la España sorprendente nos dio la sorpresa de votar masivamente por lo viejo, por el pasado, por el partido que crea ruina, por el que provocó la guerra civil y saqueó el banco de España para entregar toneladas de oro a la URSS del asesino Stalin.
Muchos creíamos que VOX, el único partido que parecía que hablaba claro, que sintonizaba con la ciudadanía y que representaba una forma nueva y distinta de gobernar, planteando los problemas reales, desenmascarando el contubernio de los políticos tradicionales y destrozando los tabúes, alcanzaría una sólida base para iniciar el cambio profundo que España demanda para resurgir y ser un país decente y respetado. Sólo ese partido planteaba que las autonomías son un gigantesco error, que las leyes de género aplastan al hombre, que los ciudadanos están indefensos en sus hogares, frente a okupas y salteadores, que la inmigración debe controlarse y ordenarse para que no sea una "invasión" y que miserias del sistema como los impuestos abusivos, los corruptos y los que disfrutan de privilegios sin merecerlo deben ser erradicadas con urgencia extrema.
Pero los españoles han vuelto a sorprender al mundo votando por lo viejo, lo corrupto y lo que crea atraso y pobreza, una opción socialdemócrata que retrocede en toda Europa y que en países como Francia, Italia y otros muchos está derrotada y casi desaparecida.
El 28 de abril había en realidad dos grandes opciones ante las urnas: los de siempre y VOX, lo viejo y lo nuevo, la política vieja que ha construido nuestro mundo y la nueva que quiere construir otro muy distinto.
Y los españoles han preferido lo viejo, dando a VOX sólo una pequeña plataforma de 24 diputados para que pueda hacer oir su voz en el Congreso, pero sin decidir ni mandar.
Las cosas nunca estuvieron antes tan claras. El PP y el PSOE llegaron a las urnas cargados de pasado, compartiendo pecados como el despilfarro, la colaboración con los desleales catalanes, la desigualdad, los privilegios para la casta, el endeudamiento, la degradación de la democracia y otros dramas. Ellos son la "casta" en estado puro, constructores de un Estado gigantesco, creado según su conveniencia, con más políticos a sueldo del Estado que Alemania, Francia e Inglaterra juntos, con más aforados que el resto de Europa, con más corrupción y abuso de poder en sus alforjas que nadie en nuestro entorno.
Pero cuando se abrieron las urnas el 28 de abril estalló una sorpresa inesperada: ganó el partido de la casta, con las viejas políticas socialdemócratas que están siendo fustigadas en todo el mundo. En la lucha de la política de siempre contra la nueva, ganó lo viejo y España se sumergió de nuevo en las aguas conocidas de las subidas de impuestos, el intervencionismo del poder, la corrupción capilar y esa pavorosa falta de principios sólidos e ideas nobles que permite a los socialistas pactar con cualquiera, tenga las ideas que tenga, incluso si es golpista o amigo de asesinos, con tal de acumular poder.
Francisco Rubiales
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