Ni siquiera las vergonzosas colas del hambre que se multiplican en España dañan al gobierno de Sánchez
La receta mágica de la impunidad tiene tres resortes: el primero es controlar a los medios de comunicación, comprando a unos e intimidando a otros; el segundo consiste en utilizar el miedo y el odio para amordazar al pueblo y a la oposición y cometer todo tipo de abusos; el tercero y último es envilecer la sociedad a base de mentiras, promesas, concesiones y mucha confusión y anestesia, impidiendo que funcionen los clásicos mecanismos de defensa frente al abuso y la corrupción, convirtiendo al pueblo en un rebaño narcotizado y acobardado.
La estrategia, digna de estudio porque al menos en España esta funcionando como una fórmula mágica, aunque esté cargada de todo tipo de trucos y abusos, puede resumirse en "cansar y rendir al pueblo desatando un escándalo tras otro, tapando un abuso con otro abuso" hasta lograr que la gente termine inmunizada, anestesiada, rendida y preparada para aceptar estoicamente la gestión gubernamental más nefasta de la Historia moderna de España, quizás peor, incluso, que la realizada por el rey felón Fernando VII.
Ciertamente que el sistema que utiliza Pedro Sánchez sólo funciona si se logra previamente controlar a los medios de comunicación, sobre todo la televisión, que es, con diferencia, el más influyente, y sin haber degradado, anestesiado y hasta envilecido a un pueblo que ha dejado de ser vigilante y crítico, como establece la democracia, para convertirse en un triste rebaño de cobardes anestesiados.
Nada ha ocurrido con los encapuchados enviados por el gobierno a Bolivia, toda una violación del derecho internacional y de la paz; nada con la invasión de BILDU en Navarra; nada con el escándalo de Ábalos en el aeropuerto de Madrid; nada con la custodia del chalet de Pablo Iglesia con 14 coches de la Guardía Civil; nada con las purgas de la Benemérita; nada con las mentiras de Pedro Sánchez en su campaña electoral; nada con sus tesis falsificada; nada con su libro escrito por otros; nada con las niñas prostituidas en Mallorca; nada con el escándalo de los cursos de formación; nada con la condena por los EREs; nada con las concesiones y privilegios a los independentistas vascos y catalanes, que rompen la igualdad de los españoles; nada con las marginaciones y castigos a Madrid, Andalucía, Murcia y otras autonomías gobernadas por la oposición; nada con las promesas incumplidas, mentiras y engaños que reflejan las hemerotecas; nada con el despilfarro del gobierno; nada con las concesiones a los políticos catalanes condenados, que disfrutan prácticamente de una libertad trucada; NADA, ni siquiera con los miles de muertos causados por la pésima gestión del coronavirus, ni con el exterminio negligente de miles de ancianos en las residencias de mayores, a los que se les negaron derechos fundamentales, entre ellos el derecho a ser curados para evitar la muerte, ni con los más de 50.000 sanitarios infectados, gran parte de ellos porque el gobierno los envió contra el virus sin mascarillas, guantes y trajes de protección....
La gente en España ha aprendido a soportar todo tipo de abusos, agresiones, arbitrariedades y destrozos, algunos de ellos auténticos atentados contra la convivencia y la prosperidad. Toda barbaridad pasa el filtro si la comete el dúo siniestro Sánchez- Iglesias. Ni si quiera hay oposición ante la ruina económica que nos amenaza y que el gobierno fragua a golpe de errores fatales, como las subidas de impuestos que espantan a las empresas y a los inversores o las estúpidas amenazas de Pablo Iglesias de que el gobierno puede nacionalizar empresas y confiscar el dinero de los ciudadanos.
Han creado el reino de la impunidad y han logrado que todos queden paralizados y en silencio frente a la más dura agresión a España desde la Guerra Civil, incluidas la oposición y las grandes instituciones defensivas del Estado, desde el rey a las fuerzas armadas, la Justicia y los órganos de vigilancia y control.
España es el único país del mundo que camina hacia el cadalso sin rechistar, tan anestesiado y atontado que sólo sueña con sentarse en las terrazas de los bares para consumir cañas de cerveza con jamón o gambas.
Francisco Rubiales
La estrategia, digna de estudio porque al menos en España esta funcionando como una fórmula mágica, aunque esté cargada de todo tipo de trucos y abusos, puede resumirse en "cansar y rendir al pueblo desatando un escándalo tras otro, tapando un abuso con otro abuso" hasta lograr que la gente termine inmunizada, anestesiada, rendida y preparada para aceptar estoicamente la gestión gubernamental más nefasta de la Historia moderna de España, quizás peor, incluso, que la realizada por el rey felón Fernando VII.
Ciertamente que el sistema que utiliza Pedro Sánchez sólo funciona si se logra previamente controlar a los medios de comunicación, sobre todo la televisión, que es, con diferencia, el más influyente, y sin haber degradado, anestesiado y hasta envilecido a un pueblo que ha dejado de ser vigilante y crítico, como establece la democracia, para convertirse en un triste rebaño de cobardes anestesiados.
Nada ha ocurrido con los encapuchados enviados por el gobierno a Bolivia, toda una violación del derecho internacional y de la paz; nada con la invasión de BILDU en Navarra; nada con el escándalo de Ábalos en el aeropuerto de Madrid; nada con la custodia del chalet de Pablo Iglesia con 14 coches de la Guardía Civil; nada con las purgas de la Benemérita; nada con las mentiras de Pedro Sánchez en su campaña electoral; nada con sus tesis falsificada; nada con su libro escrito por otros; nada con las niñas prostituidas en Mallorca; nada con el escándalo de los cursos de formación; nada con la condena por los EREs; nada con las concesiones y privilegios a los independentistas vascos y catalanes, que rompen la igualdad de los españoles; nada con las marginaciones y castigos a Madrid, Andalucía, Murcia y otras autonomías gobernadas por la oposición; nada con las promesas incumplidas, mentiras y engaños que reflejan las hemerotecas; nada con el despilfarro del gobierno; nada con las concesiones a los políticos catalanes condenados, que disfrutan prácticamente de una libertad trucada; NADA, ni siquiera con los miles de muertos causados por la pésima gestión del coronavirus, ni con el exterminio negligente de miles de ancianos en las residencias de mayores, a los que se les negaron derechos fundamentales, entre ellos el derecho a ser curados para evitar la muerte, ni con los más de 50.000 sanitarios infectados, gran parte de ellos porque el gobierno los envió contra el virus sin mascarillas, guantes y trajes de protección....
La gente en España ha aprendido a soportar todo tipo de abusos, agresiones, arbitrariedades y destrozos, algunos de ellos auténticos atentados contra la convivencia y la prosperidad. Toda barbaridad pasa el filtro si la comete el dúo siniestro Sánchez- Iglesias. Ni si quiera hay oposición ante la ruina económica que nos amenaza y que el gobierno fragua a golpe de errores fatales, como las subidas de impuestos que espantan a las empresas y a los inversores o las estúpidas amenazas de Pablo Iglesias de que el gobierno puede nacionalizar empresas y confiscar el dinero de los ciudadanos.
Han creado el reino de la impunidad y han logrado que todos queden paralizados y en silencio frente a la más dura agresión a España desde la Guerra Civil, incluidas la oposición y las grandes instituciones defensivas del Estado, desde el rey a las fuerzas armadas, la Justicia y los órganos de vigilancia y control.
España es el único país del mundo que camina hacia el cadalso sin rechistar, tan anestesiado y atontado que sólo sueña con sentarse en las terrazas de los bares para consumir cañas de cerveza con jamón o gambas.
Francisco Rubiales
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