Una de las muchas imágenes que circularon por las redes, que impactaron a España y que dinamitaron la imagen del gobierno
Si después de los balbuceos, torpezas, rectificaciones y de los estragos que está causando a España, con un océano de infectados y muertos causados por negligencia dolosa, el dúo Sánchez-Iglesias no dimite, entonces es evidente que hemos entregado el gobierno a un tirano indigno porque la historia demuestra que en democracia quien hace tan solo la mitad de los que ellos han hecho está obligado a dimitir y dejar el cargo a otro.
Tan sólo lo ocurrido en las residencias del terror, donde han muerto miles de ancianos abandonados y sin los cuidados que el Estado estaba obligado a proporcionales, es motivo sobrado para que Sánches y su gobierno dimitan. Pero a esa tragedia hay que agregar muchas otras: el crecimiento exponencial de los contagios y muertes, las muertes en cadena, que convierten a España en el país más letal del planeta, en relación a su población, el avance inexorable de España hacia la quiebra económica y la incomprensible escasez de suministros básicos en el sistema sanitario han puesto de relieve que estamos mal gobernados por personas que no merecen tener en sus manos el timón de España.
Nuestra sanidad, carente de recursos y politizada, exhibida por los políticos como una de las mejores del mundo, es un lamentable desastre. Los hospitales estuvieron, durante el periodo decisivo y mas letal de la enfermedad, desprovistos de respiradores y de equipos defensivos para los sanitarios, que se han infectado por decenas de miles. Los médicos y enfermeros, gracias a la ineptitud de Sánchez, no tuvieron mascarillas ni guantes ni monos aislantes y tuvieron que autoprotegerse con bolsas de basura ¿Es así como funciona la mejor sanidad del mundo?, se preguntaron millones de españoles indignados y llenos de rabia.
Pero las tropelías, abusos y errores graves de Pedro Sánchez van mucho más allá de su pésima gestión de la crisis del coronavirus, que él aceleró estimulando el 8 de marzo una manifestación feminista, a pesar de que sabía que el virus estaba desatado en Madrid, negligencia que ha costado miles de infectados y de muertos. A ese error fatal, propio de ineptos, hay que agregar mentiras, engaños, ruina económica, sectarismo, abuso de poder, desprecio a la Constitución y el haber desatado en España un enorme y desconocido rechazo al gobierno, solo superado por el que sufrieron los dos bandos contendientes de la Guerra Civil de 1936.
Las redes sociales arden contra Sánchez e Iglesias pidiendo no ya la dimisión, sino un juicio por sus desmanes y daños, en especial por las muertes que ha causado.
Su gobierno nació irregular y maldito porque para alcanzar el poder se alió con comunistas, proterroristas e independentistas, gente con el denominador común del odio a España. Por si eso fuera poco, ha roto el sagrado concepto constitucional de la igualdad, beneficiando con dinero y ventajas a Cataluña y el País Vasco, lo que ha significado retirar recursos a otras comunidades que son más pobres y lo necesitan más.
Sus pequeñas y rastreras venganzas contra sus adversarios, realizadas contra Andalucía, Murcia y Madrid, tres autonomías en manos de la oposición, no hacen más que reflejar su inmensa bajeza y su falta de talla como hombre de Estado.
Pero hay más: asalto a la monarquía estimulado desde la trastienda, nombramiento como Fiscal General del Estado de una ex ministra con carné socialista y fiel al sanchismo, envío a Bolivia de una patrulla de agentes encapuchados y lo que es más grave, haber perdido el poco prestigio que le quedaba a España en el mundo y la amistad de sus principales aliados, con la primera potencia mundial, Estados Unidos, enfurecido por las debilidades de Sánchez frente a la Venezuela comunista, al mismo tiempo que tiraba por la borda la confianza y la esperanza de los españoles. Todo esto sin renunciar al despilfarro y a la corrupción y sin apostar por reducir un Estado español que tiene más políticos a sueldo que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos.
El principal sostén del gobierno no son sus partidarios, sino una ristra de medios de comunicación comprados y sometidos al poder, toda una conspiración contra la democracia y contra España que también deberá ser investigada y juzgada.
Pero el peor de todos sus errores y su mas decepcionante atentado contra España ha sido haber afrontado el coronavirus sin previsión, sin preparación y sin inteligencia, retrasando las medidas y anteponiendo sus intereses electorales a la vida. Muchos expertos y juristas de prestigio creen que la nefasta gestión de la crisis tiene, seguramente, alcance criminal y que tarde o temprano se tendrá que ver en los tribunales de Justicia.
Francisco Rubiales
Tan sólo lo ocurrido en las residencias del terror, donde han muerto miles de ancianos abandonados y sin los cuidados que el Estado estaba obligado a proporcionales, es motivo sobrado para que Sánches y su gobierno dimitan. Pero a esa tragedia hay que agregar muchas otras: el crecimiento exponencial de los contagios y muertes, las muertes en cadena, que convierten a España en el país más letal del planeta, en relación a su población, el avance inexorable de España hacia la quiebra económica y la incomprensible escasez de suministros básicos en el sistema sanitario han puesto de relieve que estamos mal gobernados por personas que no merecen tener en sus manos el timón de España.
Nuestra sanidad, carente de recursos y politizada, exhibida por los políticos como una de las mejores del mundo, es un lamentable desastre. Los hospitales estuvieron, durante el periodo decisivo y mas letal de la enfermedad, desprovistos de respiradores y de equipos defensivos para los sanitarios, que se han infectado por decenas de miles. Los médicos y enfermeros, gracias a la ineptitud de Sánchez, no tuvieron mascarillas ni guantes ni monos aislantes y tuvieron que autoprotegerse con bolsas de basura ¿Es así como funciona la mejor sanidad del mundo?, se preguntaron millones de españoles indignados y llenos de rabia.
Pero las tropelías, abusos y errores graves de Pedro Sánchez van mucho más allá de su pésima gestión de la crisis del coronavirus, que él aceleró estimulando el 8 de marzo una manifestación feminista, a pesar de que sabía que el virus estaba desatado en Madrid, negligencia que ha costado miles de infectados y de muertos. A ese error fatal, propio de ineptos, hay que agregar mentiras, engaños, ruina económica, sectarismo, abuso de poder, desprecio a la Constitución y el haber desatado en España un enorme y desconocido rechazo al gobierno, solo superado por el que sufrieron los dos bandos contendientes de la Guerra Civil de 1936.
Las redes sociales arden contra Sánchez e Iglesias pidiendo no ya la dimisión, sino un juicio por sus desmanes y daños, en especial por las muertes que ha causado.
Su gobierno nació irregular y maldito porque para alcanzar el poder se alió con comunistas, proterroristas e independentistas, gente con el denominador común del odio a España. Por si eso fuera poco, ha roto el sagrado concepto constitucional de la igualdad, beneficiando con dinero y ventajas a Cataluña y el País Vasco, lo que ha significado retirar recursos a otras comunidades que son más pobres y lo necesitan más.
Sus pequeñas y rastreras venganzas contra sus adversarios, realizadas contra Andalucía, Murcia y Madrid, tres autonomías en manos de la oposición, no hacen más que reflejar su inmensa bajeza y su falta de talla como hombre de Estado.
Pero hay más: asalto a la monarquía estimulado desde la trastienda, nombramiento como Fiscal General del Estado de una ex ministra con carné socialista y fiel al sanchismo, envío a Bolivia de una patrulla de agentes encapuchados y lo que es más grave, haber perdido el poco prestigio que le quedaba a España en el mundo y la amistad de sus principales aliados, con la primera potencia mundial, Estados Unidos, enfurecido por las debilidades de Sánchez frente a la Venezuela comunista, al mismo tiempo que tiraba por la borda la confianza y la esperanza de los españoles. Todo esto sin renunciar al despilfarro y a la corrupción y sin apostar por reducir un Estado español que tiene más políticos a sueldo que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos.
El principal sostén del gobierno no son sus partidarios, sino una ristra de medios de comunicación comprados y sometidos al poder, toda una conspiración contra la democracia y contra España que también deberá ser investigada y juzgada.
Pero el peor de todos sus errores y su mas decepcionante atentado contra España ha sido haber afrontado el coronavirus sin previsión, sin preparación y sin inteligencia, retrasando las medidas y anteponiendo sus intereses electorales a la vida. Muchos expertos y juristas de prestigio creen que la nefasta gestión de la crisis tiene, seguramente, alcance criminal y que tarde o temprano se tendrá que ver en los tribunales de Justicia.
Francisco Rubiales
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