Es inconcebible que el socialista Lago Caballero, enemigo de la democracia y la libertad, tenga estatuas en España, calles y reciba homenajes.
La sentencia de los EREs es firme y condena a dos ex presidentes socialistas y a numerosos altos cargos de ese partido por diversos delitos graves de corrupción y abuso de poder. No es una condena al socialismo andaluz, sino al PSOE en pleno, que después de esta sentencia se consolida como la asociación más delictiva de España, después de la banda terrorista ETA.
Si se aplicara la moral democrática, Pedro Sánchez y su gobierno, en lugar de criticar a los jueces y pensar en el indulto de los condenados, deberían dimitir porque su partido ha traicionado a los españoles y ha gobernado con abuso, iniquidad y bajeza.
La sentencia es tan grave que alcanza a todo el socialismo mundial, al que precipitará todavía más en el desprestigio. El socialismo español, después de la sentencia, quizás merezca ser precintado por la Justicia como auténtica asociación de malhechores.
El socialismo es una de esas ideas peligrosas capaces de destruirlo todo. Comienza su andadura con promesas de un mundo justo e idílico, donde la riqueza es repartida y la libertad brillaría, pero siempre termina en una Estado basado en el poder, en el control de la sociedad, en el sometimiento de toda la masa social a la clase dirigente, en una monarquía absolutista en toda regla donde los reyes son los burócratas y altos dirigente del partido, mantenida con una fuerte propaganda, incluso con la represión, el fraude electoral, la tortura y las armas, si fuera necesario.
Somos muchos los españoles que creemos que la sentencia de los EREs es escandalosamente leve porque no obliga a los ladrones a reponer el dinero malversado y a los que lo recibieron a devolverlo al erario público. También es decepcionante porque no obliga al PSOE a pagar con su dinero lo que han malversado sus dirigentes.
El delito de los EREs es parecido al terrorismo, pero sin sangre. Se atenta contra el Estado, contra la democracia y contra los ciudadanos y las víctimas del "festival de golfos" de los EREs son, como en los atentados de ETA, los ciudadanos españoles saqueados y España como nación.
El PSOE es ahora, más que nunca, una inmensa asociación de malhechores, la segunda organización más condenada por delitos en los tribunales españoles después de ETA. En cualquier país decente y democrático, el PSOE, después de este aquelarre de delincuentes, quedaría tan herido que casi tendría que desaparecer. Pero en España, increíblemente, ni siquiera se tambalea y se dispone a seguir gobernando con el apoyo del comunismo, el independentismo, el golpismo y los herederos del terrorismo etarra.
La condena es enormemente grave para un partido en democracia, pero más grave aun es la reacción de ese partido, que en lugar de pedir perdón a los ciudadanos por su abuso y opresión delictiva piensa en el indulto, critica la Justicia y casi justifica a los reos.
Una de las grandes verdades de la política actual, constantemente ocultada por los socialistas, es que el socialismo es incompatible con la democracia. Todos los pecados y abusos del socialismo en el mundo parten de la arrogancia de la izquierda marxista, que se considera con derecho a gobernar y que sólo admite la democracia si sirve a sus intereses, como ya declaró el dirigente socialista Largo Caballero: “La case obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo y, como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución”.
Eso es lo que los socialistas han hecho en Venezuela, Cuba, Nicaragua y otros países: aplastar la democracia porque era un obstáculo para su poder.
Ya lo advirtió Pablo Iglesias, fundador del PSOE en el siglo XIX: "Este partido (el PSOE) está en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de la legalidad cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones…”.
Francisco Rubiales
Si se aplicara la moral democrática, Pedro Sánchez y su gobierno, en lugar de criticar a los jueces y pensar en el indulto de los condenados, deberían dimitir porque su partido ha traicionado a los españoles y ha gobernado con abuso, iniquidad y bajeza.
La sentencia es tan grave que alcanza a todo el socialismo mundial, al que precipitará todavía más en el desprestigio. El socialismo español, después de la sentencia, quizás merezca ser precintado por la Justicia como auténtica asociación de malhechores.
El socialismo es una de esas ideas peligrosas capaces de destruirlo todo. Comienza su andadura con promesas de un mundo justo e idílico, donde la riqueza es repartida y la libertad brillaría, pero siempre termina en una Estado basado en el poder, en el control de la sociedad, en el sometimiento de toda la masa social a la clase dirigente, en una monarquía absolutista en toda regla donde los reyes son los burócratas y altos dirigente del partido, mantenida con una fuerte propaganda, incluso con la represión, el fraude electoral, la tortura y las armas, si fuera necesario.
Somos muchos los españoles que creemos que la sentencia de los EREs es escandalosamente leve porque no obliga a los ladrones a reponer el dinero malversado y a los que lo recibieron a devolverlo al erario público. También es decepcionante porque no obliga al PSOE a pagar con su dinero lo que han malversado sus dirigentes.
El delito de los EREs es parecido al terrorismo, pero sin sangre. Se atenta contra el Estado, contra la democracia y contra los ciudadanos y las víctimas del "festival de golfos" de los EREs son, como en los atentados de ETA, los ciudadanos españoles saqueados y España como nación.
El PSOE es ahora, más que nunca, una inmensa asociación de malhechores, la segunda organización más condenada por delitos en los tribunales españoles después de ETA. En cualquier país decente y democrático, el PSOE, después de este aquelarre de delincuentes, quedaría tan herido que casi tendría que desaparecer. Pero en España, increíblemente, ni siquiera se tambalea y se dispone a seguir gobernando con el apoyo del comunismo, el independentismo, el golpismo y los herederos del terrorismo etarra.
La condena es enormemente grave para un partido en democracia, pero más grave aun es la reacción de ese partido, que en lugar de pedir perdón a los ciudadanos por su abuso y opresión delictiva piensa en el indulto, critica la Justicia y casi justifica a los reos.
Una de las grandes verdades de la política actual, constantemente ocultada por los socialistas, es que el socialismo es incompatible con la democracia. Todos los pecados y abusos del socialismo en el mundo parten de la arrogancia de la izquierda marxista, que se considera con derecho a gobernar y que sólo admite la democracia si sirve a sus intereses, como ya declaró el dirigente socialista Largo Caballero: “La case obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo y, como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución”.
Eso es lo que los socialistas han hecho en Venezuela, Cuba, Nicaragua y otros países: aplastar la democracia porque era un obstáculo para su poder.
Ya lo advirtió Pablo Iglesias, fundador del PSOE en el siglo XIX: "Este partido (el PSOE) está en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de la legalidad cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones…”.
Francisco Rubiales
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