¿Qué es ser liberal?
Si me preguntan a mí les diré que ser liberal es oponerse a que un grupo organizado controle tu vida. ¿Pero qué significa esto en un país donde el 90% de los estudiantes salen del instituto con la camiseta del Che Guevara y el pañuelo palestino al cuello, pero sin saber quién es Juan de Mariana? ¿Qué pueden saber de libertad así?
Lo primero que defiende un liberal es el estado limitado o estado mínimo, limitar el ámbito de poder del gobierno, sea cual sea su color, y devolver ese poder a los ciudadanos para que tomen las riendas de sus vidas y se hagan responsables de ellas.
No nos fiamos de quien dice hablar en nombre del pueblo, detrás de él siempre hay un tirano; en mi nombre prefiero hablar yo, y no permitimos que nos impongan ninguna ideología —ni política, ni de género, ni ostias—, más allá de la libertad individual que no agrede a terceros.
Es una obviedad que estamos en las antípodas de ser “fachas”, por mucho que se empeñe Pablo Iglesias, que imposibilitado de confrontarnos con argumentos, tira de descrédito populista porque sabe que seremos los primeros en denunciar la acumulación de poder que todos lo que son como él sin excepción se han procurado al llegar a gobernar a lo largo de la historia.
Lord Acton ya avisó: “El poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Todo lo anterior nos posiciona de facto en las antípodas de los sistemas que abogan porque el Estado lo controle todo, guiado por la arrogancia intelectual de unos pocos: Comunismo y Fascismo, que dicho sea de paso, comparten el 80% de su ideario político.
Decía Leonard Cohen que a veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quienes están del otro lado. Y ahí andamos, en el fuego cruzado de los esbirros del totalitarismo rojo y azul, de las ovejas que no saben recorrer el camino sin un pastor que las guíe, de los tontos del culo que no aprenden de las lecciones de la historia.
Los sueldazos
Intentar llegar al estado mínimo implica de facto acabar con todas las millonarias subvenciones que reciben sindicatos, partidos políticos, patronal, empresas públicas, observatorios y miles de asociaciones cuyo único objetivo es colocar amiguetes con sueldazos que jamás conseguirían obtener por sus propios méritos, y politizar todos los aspectos de la vida de los ciudadanos.
Hasta las oenegés tienen ya de ONG sólo la “O”. El Estado se ha apropiado también de la caridad, y desde que nos la impone a base de impuestos para pagar subvenciones, la gente ha perdido el espíritu cristiano de ayudar al prójimo, en la creencia de que ese es ya un papel que corresponde a papá estado.
Como era de esperar, la caridad impuesta se ha convertido en un negocio, cuyo bastardo reflejo son los altos cargos de Oxfam abusando de menores a las que se supone debían proteger, todos con sueldos estratosféricos.
El que quiera ayudar a los demás que lo haga altruístamente, si se pone un sueldo que depende de una partida presupuestaria del gobierno de turno, entonces las tragedias ajenas pasan a tener intereses políticos bastardos.
Además de la caridad, el Estado, a través de los diferentes gobiernos y de millones de euros gastados vía propaganda para obligarnos a todos a pensar igual, también se ha adueñado de otras causas como la sexualidad o el feminismo.
No se admiten disidencias, así que nosotros lo tenemos crudo, porque nuestro feminismo es el de Clara Campoamor, liberal autoproclamada que gritó desde la tribuna del Congreso: “Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer”, lo que sintetiza el feminismo liberal de las que no se sienten víctimas de nada ni quieren ganar nada que no nazca de su propio esfuerzo, al contrario que el feminismo predominante hoy en día, el de la corriente marxista que preconiza la lucha de sexos, como también preconizó la de clases… siempre el odio de unos hacia otros como marca de identidad.
En resumen, que los liberales estamos en contra de la ley más machista de la democracia: la de paridad, que sitúa a la mujer como un ser inferior a la que hay que ayudar para que llegue arriba, porque ella sola no puede. Asqueroso.
Aquí sólo creemos en las personas, no en los sexos, y pedimos que arriba lleguen los mejores, independientemente del mal llamado “género”, porque hasta el lenguaje politizan, pervierten y utilizan para su propaganda política, y la propaganda es el lenguaje del poder.
Tampoco creemos que las lenguas tengan derechos, sólo sus hablantes los tienen; ni que los territorios tengan derechos, sólo sus habitantes los tienen. El individuo y su libertad antes que cualquier colectivo.
Lo siguiente que defiende un liberal es la propiedad privada y el ahorro como base para prosperar a través del libre comercio que da pie al capitalismo. Sólo hay anticapitalistas en el capitalismo, niños pijos que jamás pasaron hambre ni guerra tuiteando desde sus móviles de última generación contra un sistema económico que ha llevado a occidente a ser el único trozo de tierra del planeta donde se puede vivir con unos mínimos de dignidad.
Un lugar donde la clase media disfruta de los últimos avances tecnológicos, disfruta de cosas que hasta hace poco estaban reservadas a reyes y caciques. Y este disfrute no hay que agradecérselo a Zapatero ni a Rajoy, hay que agradecérselo a Juan Roig, que es una fábrica de hombres libres no dependientes del estado que es como los quieren los populistas.
Por eso los enemigos del comercio, los enemigos de la prosperidad, de la libertad, los amantes del igualitarismo ruinoso que hace a todos igual de pobres, lo detestan. No, el capitalismo no es el causante de que una persona duerma hoy debajo del puente en tu ciudad… el capitalismo es el causante de que sólo una persona duerma hoy debajo del puente en tu ciudad. La historia es testigo.
Por otro lado nada ha evitado más guerras sangrientas que el libre comercio. Hoy es impensable una guerra entre Inglaterra y Francia, algo habitual hasta hace poco. Los intereses comerciales mutuos en un espacio comercial libre como es la UE impiden que esa guerra sea rentable para los poderosos, y la aleja de los que más la sufren siempre, los más débiles.
Yo además de liberal tengo otra “tara”, que soy socio y uno de los coordinadores del Club de los Viernes en su delegación de Madrid, y estos del Club de los Viernes son unos tipos muy raros que van diciendo por ahí cosas como que los derechos de las mujeres no existen, que los derechos de los gays no existen, porque ninguna mujer ni ningún gay puede tener un solo derecho más que yo, por lo que los únicos derechos que existen son los derechos de las personas, de todas las personas independientemente de su credo, orientación sexual, sexo, raza, religión, etc.
Lo anterior te lo coge un podemita medio, tertuliano de baratillo, y te lo convierte en un tweet del tipo: “los liberales del Club de los Viernes dicen que las mujeres no tienen derechos”, y ya está montada, todas sus huestes desinformadas y bien adoctrinadas que no entienden nada porque tampoco tiene ningún interés en aprender te lo hacen trending topic en Twitter.
También hay que decirlo, somos rara avis en nuestra sociedad. ¿Por qué? Porque ser liberal exige un esfuerzo intelectual, no se aprende en la escuela, ni tampoco en la tele. Exige que tú vayas a las bibliotecas a descubrir a los escolásticos, a Jefferson o a Locke, todos ellos pioneros de la democracia liberal, pioneros de la libertad, de tu libertad, ninguneados por los eslóganes y las frases hechas de cuatro idiotas, el fast culture impuesto a través de vendedores de humo, cultura del Rincón del Vago y Wikipedia.
Libertad
En resumidas cuentas que no te metas en mi vida porque yo no me meto en la tuya, no me digas cómo tengo que pensar, hablar o en qué tengo que creer, no decidas por mi qué servicios necesito y luego me obligues a pagarlos al precio del despilfarro que tú estipulas.
Es difícil contrarrestar la propaganda del poder, quizá debiéramos salir más a la calle con banderas de Gadsden a gritar: “Don`t tread on me”.
Samuel Vázquez
Si deseas leer el artículo original, pulsa AQUÍ
Si me preguntan a mí les diré que ser liberal es oponerse a que un grupo organizado controle tu vida. ¿Pero qué significa esto en un país donde el 90% de los estudiantes salen del instituto con la camiseta del Che Guevara y el pañuelo palestino al cuello, pero sin saber quién es Juan de Mariana? ¿Qué pueden saber de libertad así?
Lo primero que defiende un liberal es el estado limitado o estado mínimo, limitar el ámbito de poder del gobierno, sea cual sea su color, y devolver ese poder a los ciudadanos para que tomen las riendas de sus vidas y se hagan responsables de ellas.
No nos fiamos de quien dice hablar en nombre del pueblo, detrás de él siempre hay un tirano; en mi nombre prefiero hablar yo, y no permitimos que nos impongan ninguna ideología —ni política, ni de género, ni ostias—, más allá de la libertad individual que no agrede a terceros.
Es una obviedad que estamos en las antípodas de ser “fachas”, por mucho que se empeñe Pablo Iglesias, que imposibilitado de confrontarnos con argumentos, tira de descrédito populista porque sabe que seremos los primeros en denunciar la acumulación de poder que todos lo que son como él sin excepción se han procurado al llegar a gobernar a lo largo de la historia.
Lord Acton ya avisó: “El poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Todo lo anterior nos posiciona de facto en las antípodas de los sistemas que abogan porque el Estado lo controle todo, guiado por la arrogancia intelectual de unos pocos: Comunismo y Fascismo, que dicho sea de paso, comparten el 80% de su ideario político.
Decía Leonard Cohen que a veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quienes están del otro lado. Y ahí andamos, en el fuego cruzado de los esbirros del totalitarismo rojo y azul, de las ovejas que no saben recorrer el camino sin un pastor que las guíe, de los tontos del culo que no aprenden de las lecciones de la historia.
Los sueldazos
Intentar llegar al estado mínimo implica de facto acabar con todas las millonarias subvenciones que reciben sindicatos, partidos políticos, patronal, empresas públicas, observatorios y miles de asociaciones cuyo único objetivo es colocar amiguetes con sueldazos que jamás conseguirían obtener por sus propios méritos, y politizar todos los aspectos de la vida de los ciudadanos.
Hasta las oenegés tienen ya de ONG sólo la “O”. El Estado se ha apropiado también de la caridad, y desde que nos la impone a base de impuestos para pagar subvenciones, la gente ha perdido el espíritu cristiano de ayudar al prójimo, en la creencia de que ese es ya un papel que corresponde a papá estado.
Como era de esperar, la caridad impuesta se ha convertido en un negocio, cuyo bastardo reflejo son los altos cargos de Oxfam abusando de menores a las que se supone debían proteger, todos con sueldos estratosféricos.
El que quiera ayudar a los demás que lo haga altruístamente, si se pone un sueldo que depende de una partida presupuestaria del gobierno de turno, entonces las tragedias ajenas pasan a tener intereses políticos bastardos.
Además de la caridad, el Estado, a través de los diferentes gobiernos y de millones de euros gastados vía propaganda para obligarnos a todos a pensar igual, también se ha adueñado de otras causas como la sexualidad o el feminismo.
No se admiten disidencias, así que nosotros lo tenemos crudo, porque nuestro feminismo es el de Clara Campoamor, liberal autoproclamada que gritó desde la tribuna del Congreso: “Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer”, lo que sintetiza el feminismo liberal de las que no se sienten víctimas de nada ni quieren ganar nada que no nazca de su propio esfuerzo, al contrario que el feminismo predominante hoy en día, el de la corriente marxista que preconiza la lucha de sexos, como también preconizó la de clases… siempre el odio de unos hacia otros como marca de identidad.
En resumen, que los liberales estamos en contra de la ley más machista de la democracia: la de paridad, que sitúa a la mujer como un ser inferior a la que hay que ayudar para que llegue arriba, porque ella sola no puede. Asqueroso.
Aquí sólo creemos en las personas, no en los sexos, y pedimos que arriba lleguen los mejores, independientemente del mal llamado “género”, porque hasta el lenguaje politizan, pervierten y utilizan para su propaganda política, y la propaganda es el lenguaje del poder.
Tampoco creemos que las lenguas tengan derechos, sólo sus hablantes los tienen; ni que los territorios tengan derechos, sólo sus habitantes los tienen. El individuo y su libertad antes que cualquier colectivo.
Lo siguiente que defiende un liberal es la propiedad privada y el ahorro como base para prosperar a través del libre comercio que da pie al capitalismo. Sólo hay anticapitalistas en el capitalismo, niños pijos que jamás pasaron hambre ni guerra tuiteando desde sus móviles de última generación contra un sistema económico que ha llevado a occidente a ser el único trozo de tierra del planeta donde se puede vivir con unos mínimos de dignidad.
Un lugar donde la clase media disfruta de los últimos avances tecnológicos, disfruta de cosas que hasta hace poco estaban reservadas a reyes y caciques. Y este disfrute no hay que agradecérselo a Zapatero ni a Rajoy, hay que agradecérselo a Juan Roig, que es una fábrica de hombres libres no dependientes del estado que es como los quieren los populistas.
Por eso los enemigos del comercio, los enemigos de la prosperidad, de la libertad, los amantes del igualitarismo ruinoso que hace a todos igual de pobres, lo detestan. No, el capitalismo no es el causante de que una persona duerma hoy debajo del puente en tu ciudad… el capitalismo es el causante de que sólo una persona duerma hoy debajo del puente en tu ciudad. La historia es testigo.
Por otro lado nada ha evitado más guerras sangrientas que el libre comercio. Hoy es impensable una guerra entre Inglaterra y Francia, algo habitual hasta hace poco. Los intereses comerciales mutuos en un espacio comercial libre como es la UE impiden que esa guerra sea rentable para los poderosos, y la aleja de los que más la sufren siempre, los más débiles.
Yo además de liberal tengo otra “tara”, que soy socio y uno de los coordinadores del Club de los Viernes en su delegación de Madrid, y estos del Club de los Viernes son unos tipos muy raros que van diciendo por ahí cosas como que los derechos de las mujeres no existen, que los derechos de los gays no existen, porque ninguna mujer ni ningún gay puede tener un solo derecho más que yo, por lo que los únicos derechos que existen son los derechos de las personas, de todas las personas independientemente de su credo, orientación sexual, sexo, raza, religión, etc.
Lo anterior te lo coge un podemita medio, tertuliano de baratillo, y te lo convierte en un tweet del tipo: “los liberales del Club de los Viernes dicen que las mujeres no tienen derechos”, y ya está montada, todas sus huestes desinformadas y bien adoctrinadas que no entienden nada porque tampoco tiene ningún interés en aprender te lo hacen trending topic en Twitter.
También hay que decirlo, somos rara avis en nuestra sociedad. ¿Por qué? Porque ser liberal exige un esfuerzo intelectual, no se aprende en la escuela, ni tampoco en la tele. Exige que tú vayas a las bibliotecas a descubrir a los escolásticos, a Jefferson o a Locke, todos ellos pioneros de la democracia liberal, pioneros de la libertad, de tu libertad, ninguneados por los eslóganes y las frases hechas de cuatro idiotas, el fast culture impuesto a través de vendedores de humo, cultura del Rincón del Vago y Wikipedia.
Libertad
En resumidas cuentas que no te metas en mi vida porque yo no me meto en la tuya, no me digas cómo tengo que pensar, hablar o en qué tengo que creer, no decidas por mi qué servicios necesito y luego me obligues a pagarlos al precio del despilfarro que tú estipulas.
Es difícil contrarrestar la propaganda del poder, quizá debiéramos salir más a la calle con banderas de Gadsden a gritar: “Don`t tread on me”.
Samuel Vázquez
Si deseas leer el artículo original, pulsa AQUÍ
Comentarios: