El candidato Espadas no es, en modo alguno, un nuevo líder capaz de ofrecer esperanza, ilusión o aroma de victoria en Andalucía. Es un hombre mediocre, seriamente marcado por el viejo socialismo andaluz, el que tiene procesados a muchos de sus dirigentes, entre ellos dos ex presidentes, por la corrupción, los escándalos y el pésimo liderazgo ejercido en una región a la que el PSOE mantuvo como su cortijo particular, sumida en el atraso, la pobreza y el más atroz clientelismo.
La ciudad de Sevilla es un modelo de suciedad y descuido en la que la falta de un liderazgo municipal es patente: basura, pasos de cebra despintados, problemas de tráfico, poca presencia policial y un largo etcétera de carencias y despropósitos hacen de su alcalde un personaje poco digno de admiración.
El escándalo de su esposa, contratada a dedo por la Junta de Andalucía cuando Espadas era miembro del gobierno socialista andaluz, es todo un símbolo de su debilidad. La mujer del líder del PSOE andaluz entró en la Junta con un contrato 'exprés', nada menos que en la Faffe, la fundación de las 'black' y los prostíbulos, donde, según la prensa, lleva años cobrando sin trabajar, al lado de otros militantes y allegados al PSOE.
Lo de la mujer del líder Espadas, según numerosos medios de prensa, es un escándalo mayúsculo. La enchufan, cobra y ni siquiera va a trabajar, todo un reflejo de la corrupción socialista en Andalucía, un territorio al que condenó, sin misericordia, al atraso y a la pobreza. Esa brecha, por si sola, sin mencionar la mala gestión municipal y otras corruptelas y fallos, es suficiente para que los andaluces castiguen a Espadas con una estruendosa derrota electoral en las próximas presidenciales, si el PSOE le sigue manteniendo como candidato.
Al elegir a Espadas como líder del PSOE andaluz, Pedro Sánchez ha demostrado que no le importa la catadura ética de su gente, ni su limpieza, sino únicamente que se sometan a su poder absoluto. Sánchez ha hecho del socialismo español una gigantesca agrupación de esclavos bien engordados y pagados.
Los andaluces se han tomado con una mezcla de cabreo y cachondeo el indignante ridículo del alcalde ante el escándalo de su mujer. En Andalucía, el cachondeo es más demoledor que la rabia, lo que significa que el alcalde ya podría estar electoralmente muerto.
Con Espadas hay dos opciones: o dimite y da un paso atrás o sigue adelante, lo que potenciaría a las opciones de derecha y causaría gran daño a su partido y a toda la izquierda andaluza.
Sánchez tiene la palabra, pero los andaluces tendrán la última y definitiva decisión cuando las urnas se abran.
Francisco Rubiales
La ciudad de Sevilla es un modelo de suciedad y descuido en la que la falta de un liderazgo municipal es patente: basura, pasos de cebra despintados, problemas de tráfico, poca presencia policial y un largo etcétera de carencias y despropósitos hacen de su alcalde un personaje poco digno de admiración.
El escándalo de su esposa, contratada a dedo por la Junta de Andalucía cuando Espadas era miembro del gobierno socialista andaluz, es todo un símbolo de su debilidad. La mujer del líder del PSOE andaluz entró en la Junta con un contrato 'exprés', nada menos que en la Faffe, la fundación de las 'black' y los prostíbulos, donde, según la prensa, lleva años cobrando sin trabajar, al lado de otros militantes y allegados al PSOE.
Lo de la mujer del líder Espadas, según numerosos medios de prensa, es un escándalo mayúsculo. La enchufan, cobra y ni siquiera va a trabajar, todo un reflejo de la corrupción socialista en Andalucía, un territorio al que condenó, sin misericordia, al atraso y a la pobreza. Esa brecha, por si sola, sin mencionar la mala gestión municipal y otras corruptelas y fallos, es suficiente para que los andaluces castiguen a Espadas con una estruendosa derrota electoral en las próximas presidenciales, si el PSOE le sigue manteniendo como candidato.
Al elegir a Espadas como líder del PSOE andaluz, Pedro Sánchez ha demostrado que no le importa la catadura ética de su gente, ni su limpieza, sino únicamente que se sometan a su poder absoluto. Sánchez ha hecho del socialismo español una gigantesca agrupación de esclavos bien engordados y pagados.
Los andaluces se han tomado con una mezcla de cabreo y cachondeo el indignante ridículo del alcalde ante el escándalo de su mujer. En Andalucía, el cachondeo es más demoledor que la rabia, lo que significa que el alcalde ya podría estar electoralmente muerto.
Con Espadas hay dos opciones: o dimite y da un paso atrás o sigue adelante, lo que potenciaría a las opciones de derecha y causaría gran daño a su partido y a toda la izquierda andaluza.
Sánchez tiene la palabra, pero los andaluces tendrán la última y definitiva decisión cuando las urnas se abran.
Francisco Rubiales
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