Hasta el odiado catalán independentista Quim Torra es más razonable que el peligroso dúo Sánchez-Iglesias. El presidente catalán exige lo que es justo y conveniente: que el coste de la paralización extrema dictada por el gobierno sea asumido por el Estado y que los impuestos sean suprimidos mientras dure esta terrible crisis.
Muchos ven el totalitarismo comunista detrás de las precipitadas, irreflexivas y letales decisiones del gobierno de Sánchez, donde algunos de sus ministros están claramente en contra de la línea oficial. Son solo rumores, pero parecen solventes: Nadia Calviño y Pedro Duque son "disidentes" dentro del Consejo de Ministros y amenazan con marcharse. Se comenta también que las relaciones entre el PSOE y Podemos se han deteriorado seriamente y que Pablo Iglesias se comporta como un lobo insaciable de poder e inquietante en la gestión del Estado. Pero como todo es oscuro y opaco, no hay certeza y la crisis del gobierno, tapada y ocultada por los mismos políticos y por un periodismo español sometido al poder que se está cubriendo de miseria y vergüenza en esta crisis, podría ser mucho más intensa.
Lo que es metafísicamente cierto es que la peor de las crisis ha sorprendido a España con el peor de los gobiernos en siglos, que en lugar de cerebro y ética está poniendo improvisación, codicia, torpeza y desvergüenza sobre la mesa del Consejo de Ministros.
Millones de españoles, encerrados en sus hogares y con demasiado tiempo para reflexionar y aterrorizarse, miran hacia la Zarzuela y los cuarteles en espera de algún gesto que ponga fin a las locuras y desatinos de los gobernantes, a los que nadie parece impedir que caven la tumba de España.
Ya hay decenas de miles de infectados y miles de muertos en esta España que se acerca a Italia en su carrera hacia la muerte, ambas líderes, junto con Estados Unidos, en la macabra maratón del coronavirus.
El asesinato de empresas, última tropelía del gobierno de Sánchez, va a convertir la crisis en un drama terrible, hasta el punto de que España, cuando esta plaga mortal termine, saldrá más destrozada que cualquier otro país de Europa, tan deshecha que tendrá que pedir un rescate o realizar esfuerzos hercúleos y prolongados para salir a flote y escapar de la pobreza. Y todo por culpa de un liderazgo socialista cargado de torpeza, oprobio y mediocridad.
Miles de empresas, por culpa del gobierno no tienen nulos o escasos ingresos, pero no pueden despedir porque así lo ha decretado el gobierno, mientras tienen que seguir pagando impuestos cuando no tienen actividad económica o los ingresos apenas cubren para pagar el alquiler y la electricidad.
Para nuestra desgracia, la muerte de ciudadanos y de empresas se está convirtiendo en la macabra y letal especialidad del peor gobierno de la Historia moderna de España, un gobierno que proyecta rechazo y desconfianza no solo entre millones de españoles sino también entre sus aliados y socios, que se niegan a compartir con la cigarra despilfarradora los enormes costes no sólo de la pandemia, sino también de la mala gestión, el despilfarro y la corrupción española.
Francisco Rubiales
Muchos ven el totalitarismo comunista detrás de las precipitadas, irreflexivas y letales decisiones del gobierno de Sánchez, donde algunos de sus ministros están claramente en contra de la línea oficial. Son solo rumores, pero parecen solventes: Nadia Calviño y Pedro Duque son "disidentes" dentro del Consejo de Ministros y amenazan con marcharse. Se comenta también que las relaciones entre el PSOE y Podemos se han deteriorado seriamente y que Pablo Iglesias se comporta como un lobo insaciable de poder e inquietante en la gestión del Estado. Pero como todo es oscuro y opaco, no hay certeza y la crisis del gobierno, tapada y ocultada por los mismos políticos y por un periodismo español sometido al poder que se está cubriendo de miseria y vergüenza en esta crisis, podría ser mucho más intensa.
Lo que es metafísicamente cierto es que la peor de las crisis ha sorprendido a España con el peor de los gobiernos en siglos, que en lugar de cerebro y ética está poniendo improvisación, codicia, torpeza y desvergüenza sobre la mesa del Consejo de Ministros.
Millones de españoles, encerrados en sus hogares y con demasiado tiempo para reflexionar y aterrorizarse, miran hacia la Zarzuela y los cuarteles en espera de algún gesto que ponga fin a las locuras y desatinos de los gobernantes, a los que nadie parece impedir que caven la tumba de España.
Ya hay decenas de miles de infectados y miles de muertos en esta España que se acerca a Italia en su carrera hacia la muerte, ambas líderes, junto con Estados Unidos, en la macabra maratón del coronavirus.
El asesinato de empresas, última tropelía del gobierno de Sánchez, va a convertir la crisis en un drama terrible, hasta el punto de que España, cuando esta plaga mortal termine, saldrá más destrozada que cualquier otro país de Europa, tan deshecha que tendrá que pedir un rescate o realizar esfuerzos hercúleos y prolongados para salir a flote y escapar de la pobreza. Y todo por culpa de un liderazgo socialista cargado de torpeza, oprobio y mediocridad.
Miles de empresas, por culpa del gobierno no tienen nulos o escasos ingresos, pero no pueden despedir porque así lo ha decretado el gobierno, mientras tienen que seguir pagando impuestos cuando no tienen actividad económica o los ingresos apenas cubren para pagar el alquiler y la electricidad.
Para nuestra desgracia, la muerte de ciudadanos y de empresas se está convirtiendo en la macabra y letal especialidad del peor gobierno de la Historia moderna de España, un gobierno que proyecta rechazo y desconfianza no solo entre millones de españoles sino también entre sus aliados y socios, que se niegan a compartir con la cigarra despilfarradora los enormes costes no sólo de la pandemia, sino también de la mala gestión, el despilfarro y la corrupción española.
Francisco Rubiales
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