Las administradlos ni se creen lo que les dicen los administradores, ni reconocen su autoridad, veracidad o solvencia. Los políticos ya no son siempre considerados amigos, sino enemigos por millones de sus ciudadanos, que tampoco saben lo que piensan, ni se fían de sus palabras, promesas o propuestas.
La política, envuelta en desconfianza y recelo, ha dejado de ser noble y se ha transformado en una forma de dominio y los políticos en una casta que oprime.
Durante la pandemia, muchos no se han creído que las vacunas sirvan y temieron que nos estuvieran envenenando. Sospechamos que ocultan un exterminio de la Humanidad y no nos creemos nada de lo que nos dicen. Estamos seguros de que no trabajan para nuestro bienestar y no sabemos si los políticos son amigos o nuestros peores enemigos.
Los políticos, los medios de comunicación y las instituciones mas destacadas han perdido la credibilidad y han dejado al ciudadano en el mayor desamparo y soledad, lo que invalida la democracia y deslegitima a los gobernantes.
El gran culpable del drama es el poder político, que ya no es creíble. Hace medio siglo, nadie dudaba de la versión oficial y lo que decían las autoridades "iba a misa", pero hoy basta que lo digan los políticos para sospechar que se trata de algo falso.
Ese inmenso grado de desconfianza en los poderosos que dirigen el mundo y en los medios de comunicación está conmocionando las sociedades y cambiando el mundo, que busca desesperadamente encontrar nuevas fuentes de certeza y de información fiables.
La democracia es un sistema basado en la confianza de los administrados en sus administradores, pero esa confianza ha desaparecido y ha convertido a los gobiernos en ilegítimos, en peligrosos y en violadores de los derechos humanos, algunos tan importantes como el derecho de los ciudadanos a ser informados verazmente.
Por el camino actual, muy pronto los políticos y sus pueblos se considerarán mutuamente "enemigos" y se destrozarán, lo que representa una tragedia para la Humanidad. De hecho, los gobiernos llevan ya más de dos décadas considerando que sus peores enemigos son los ciudadanos y, en consecuencia, arman más a sus policías que a sus soldados y temen más las rebeliones y los conflictos civiles que los ataques de enemigos externos.
La mayoría de los gobiernos gasta más en material antidisturbios que en tanques y aviones de combate y recluta más policías que soldados, señal evidente de que teme más a su propio pueblo que a los ejércitos extranjeros.
Los políticos han traspasado todas las líneas rojas en su relación con los ciudadanos, a los que ha perdido el respeto. Nunca fue tan cierta como ahora la sentencia que dice que "cuando el gobierno teme a su pueblo es porque hay democracia y que si el el pueblo el que teme al gobierno, es porque hay tiranía". Hoy es el pueblo el que siente miedo de sus gobernantes, a los que muchas veces mira como enemigos capaces de hacer daño.
El conflicto planteado en España por la desmesurada subida del precio de los combustibles y la electricidad es una prueba evidente de la distancia y enemistad que separa al pueblo español de su enemigo declarado, que es el inepto, antidemocrático y sádico gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez, el cual se niega a renunciar a sus desorbitados impuestos, que llegan hasta el 60 por ciento para bajar las facturas, tan encarecidas que ya cierran negocios, oprimen a millones de ciudadanos y hasta causan muertes porque impide al ciudadano defenderse de las temibles olas de calor y de frio,
Francisco Rubiales
La política, envuelta en desconfianza y recelo, ha dejado de ser noble y se ha transformado en una forma de dominio y los políticos en una casta que oprime.
Durante la pandemia, muchos no se han creído que las vacunas sirvan y temieron que nos estuvieran envenenando. Sospechamos que ocultan un exterminio de la Humanidad y no nos creemos nada de lo que nos dicen. Estamos seguros de que no trabajan para nuestro bienestar y no sabemos si los políticos son amigos o nuestros peores enemigos.
Los políticos, los medios de comunicación y las instituciones mas destacadas han perdido la credibilidad y han dejado al ciudadano en el mayor desamparo y soledad, lo que invalida la democracia y deslegitima a los gobernantes.
El gran culpable del drama es el poder político, que ya no es creíble. Hace medio siglo, nadie dudaba de la versión oficial y lo que decían las autoridades "iba a misa", pero hoy basta que lo digan los políticos para sospechar que se trata de algo falso.
Ese inmenso grado de desconfianza en los poderosos que dirigen el mundo y en los medios de comunicación está conmocionando las sociedades y cambiando el mundo, que busca desesperadamente encontrar nuevas fuentes de certeza y de información fiables.
La democracia es un sistema basado en la confianza de los administrados en sus administradores, pero esa confianza ha desaparecido y ha convertido a los gobiernos en ilegítimos, en peligrosos y en violadores de los derechos humanos, algunos tan importantes como el derecho de los ciudadanos a ser informados verazmente.
Por el camino actual, muy pronto los políticos y sus pueblos se considerarán mutuamente "enemigos" y se destrozarán, lo que representa una tragedia para la Humanidad. De hecho, los gobiernos llevan ya más de dos décadas considerando que sus peores enemigos son los ciudadanos y, en consecuencia, arman más a sus policías que a sus soldados y temen más las rebeliones y los conflictos civiles que los ataques de enemigos externos.
La mayoría de los gobiernos gasta más en material antidisturbios que en tanques y aviones de combate y recluta más policías que soldados, señal evidente de que teme más a su propio pueblo que a los ejércitos extranjeros.
Los políticos han traspasado todas las líneas rojas en su relación con los ciudadanos, a los que ha perdido el respeto. Nunca fue tan cierta como ahora la sentencia que dice que "cuando el gobierno teme a su pueblo es porque hay democracia y que si el el pueblo el que teme al gobierno, es porque hay tiranía". Hoy es el pueblo el que siente miedo de sus gobernantes, a los que muchas veces mira como enemigos capaces de hacer daño.
El conflicto planteado en España por la desmesurada subida del precio de los combustibles y la electricidad es una prueba evidente de la distancia y enemistad que separa al pueblo español de su enemigo declarado, que es el inepto, antidemocrático y sádico gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez, el cual se niega a renunciar a sus desorbitados impuestos, que llegan hasta el 60 por ciento para bajar las facturas, tan encarecidas que ya cierran negocios, oprimen a millones de ciudadanos y hasta causan muertes porque impide al ciudadano defenderse de las temibles olas de calor y de frio,
Francisco Rubiales
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