La confusión sobre el "dinero público" es brutal en España, un país donde hasta existió una ministra (la socialista Carmen Calvo Poyato) que dijo la barbaridad de que "el dinero público no es de nadie". Ahora, esa socialista, que debería estar inhabilitada para lo público por haber dicho aquella barbaridad, vuelve a la primera línea del PSOE de la mano de Pedro Sánchez.
La concepción sobre el dinero público es una de las pocas claves que distinguen a la verdadera derecha de la izquierda. La derecha auténtica (no el PP, que está infectado de socialdemocracia) cree que todo el dinero es privado y que el mejor lugar para que el dinero cumpla su cometido de crear empleo y riqueza es el bolsillo de los ciudadanos. Por su parte, la izquierda cree que el dinero público existe y pertenece a los gobernantes, acribillan a los ciudadanos con impuestos y piensan que los gobiernos pueden generar empleo y riqueza.
En España, los criterios de la derecha pura, de inspiración liberal, están casi desaparecidos. El PP, partido dominante y casi exclusivo en la derecha española, es socialdemócrata en su concepción del dinero porque cree en el intervencionismo agudo del gobierno en la sociedad, la economía y la vida de los ciudadanos, considera que el dinero público existe y que ellos tienen derecho a gestionarlo como si fuera de su propiedad. Es difícil encontrar en toda Europa un partido político teóricamente de derechas tan contaminado por la izquierda y sus rasgos intervencionistas y autoritarios.
Conozco a un socialista, director general de la Junta de Andalucía, que me dijo no hace mucho: "Con mi dinero hago lo que quiero", refiriéndose al dinero presupuestado en su dirección general. Le repliqué que ese dinero "es de los ciudadanos" y me respondió, con aparente indignación, como si yo hubiera dicho una barbaridad, que "los ciudadanos no cuentan porque desde el momento que nos han votado, nos han entregado todo el poder para que hagamos lo que creamos conveniente". Pero también he conocido a un diputado del PP que me aseguraba, mientras conversábamos en un cóctel, en Sevilla, que "el dinero público es nuestro porque pertenece al gobierno, a todos los efectos". Y el tío, tristemente confundido, se autoproclamaba "liberal".
Confusión en España sobre casi todo, sobre el dinero público, sobre los deberes de los representantes y sobre las reglas de la democracia, pero confusión interesada, arbitraria y siempre conveniente a sus intereses porque han convertido en propio todo el dinero proveniente de los impuestos y desconocen adrede los numerosos límites y controles que la democracia les impone para que el poder que ejercen esté bajo control y sea muy limitado.
En la verdadera democracia, el "dinero público" no existe y todo el dinero es "privado", entregado al gobierno para que lo gestione, siempre en aras del bien común y bajo la vigilancia y el control de las leyes y de la ciudadanía.
El gobierno es incapaz de crear riqueza, pero puede contribuir a que se cree, siempre que ayude con facilidades a las empresas y a los emprendedores, que son los verdaderos creadores de empleo y riqueza. Cuando los políticos convocan plazas para funcionarios o colocan a sus amigos a sueldo del Estado, ni crean empleo, ni riqueza, sino gasto público, que debe pagarse con el dinero real que procede de los impuestos.
En España, todo lo que rodea al "dinero público" es falso, confuso y a veces es también pura estafa. Ese dinero, es recaudado por la fuerza y sin justicia, a veces con impuestos confiscatorios y anticonstitucionales, como el de Sucesiones y Donaciones, mientras que otras muchas veces es robado por desaprensivos y corruptos con poder y en la mayoría de las ocasiones es gastado sin criterios adecuados, de manera mafiosa, para beneficiar a personas concretas, sobre todo a los amigos del poder, sin atender lo que es realmente prioritario, que es el bien común y el interés general.
La confusión sobre el dinero en España es consecuencia de confusiones mayores y más graves, que afectan a la ética, a la política y al concepto mismo de la democracia. Los políticos españoles no saben distinguir entre dinero público y dinero privado porque tampoco saben distinguir entre democracia y tiranía o entre el bien y el mal. la falta de cultura política y de respeto a la democracia son verdaderos dramas para un país que, por culpa de esas carencias y por falta de armaduras éticas en su clase dirigente, es hoy uno de los países más corruptos, injustos y desprestigiados de Europa.
Francisco Rubiales
La concepción sobre el dinero público es una de las pocas claves que distinguen a la verdadera derecha de la izquierda. La derecha auténtica (no el PP, que está infectado de socialdemocracia) cree que todo el dinero es privado y que el mejor lugar para que el dinero cumpla su cometido de crear empleo y riqueza es el bolsillo de los ciudadanos. Por su parte, la izquierda cree que el dinero público existe y pertenece a los gobernantes, acribillan a los ciudadanos con impuestos y piensan que los gobiernos pueden generar empleo y riqueza.
En España, los criterios de la derecha pura, de inspiración liberal, están casi desaparecidos. El PP, partido dominante y casi exclusivo en la derecha española, es socialdemócrata en su concepción del dinero porque cree en el intervencionismo agudo del gobierno en la sociedad, la economía y la vida de los ciudadanos, considera que el dinero público existe y que ellos tienen derecho a gestionarlo como si fuera de su propiedad. Es difícil encontrar en toda Europa un partido político teóricamente de derechas tan contaminado por la izquierda y sus rasgos intervencionistas y autoritarios.
Conozco a un socialista, director general de la Junta de Andalucía, que me dijo no hace mucho: "Con mi dinero hago lo que quiero", refiriéndose al dinero presupuestado en su dirección general. Le repliqué que ese dinero "es de los ciudadanos" y me respondió, con aparente indignación, como si yo hubiera dicho una barbaridad, que "los ciudadanos no cuentan porque desde el momento que nos han votado, nos han entregado todo el poder para que hagamos lo que creamos conveniente". Pero también he conocido a un diputado del PP que me aseguraba, mientras conversábamos en un cóctel, en Sevilla, que "el dinero público es nuestro porque pertenece al gobierno, a todos los efectos". Y el tío, tristemente confundido, se autoproclamaba "liberal".
Confusión en España sobre casi todo, sobre el dinero público, sobre los deberes de los representantes y sobre las reglas de la democracia, pero confusión interesada, arbitraria y siempre conveniente a sus intereses porque han convertido en propio todo el dinero proveniente de los impuestos y desconocen adrede los numerosos límites y controles que la democracia les impone para que el poder que ejercen esté bajo control y sea muy limitado.
En la verdadera democracia, el "dinero público" no existe y todo el dinero es "privado", entregado al gobierno para que lo gestione, siempre en aras del bien común y bajo la vigilancia y el control de las leyes y de la ciudadanía.
El gobierno es incapaz de crear riqueza, pero puede contribuir a que se cree, siempre que ayude con facilidades a las empresas y a los emprendedores, que son los verdaderos creadores de empleo y riqueza. Cuando los políticos convocan plazas para funcionarios o colocan a sus amigos a sueldo del Estado, ni crean empleo, ni riqueza, sino gasto público, que debe pagarse con el dinero real que procede de los impuestos.
En España, todo lo que rodea al "dinero público" es falso, confuso y a veces es también pura estafa. Ese dinero, es recaudado por la fuerza y sin justicia, a veces con impuestos confiscatorios y anticonstitucionales, como el de Sucesiones y Donaciones, mientras que otras muchas veces es robado por desaprensivos y corruptos con poder y en la mayoría de las ocasiones es gastado sin criterios adecuados, de manera mafiosa, para beneficiar a personas concretas, sobre todo a los amigos del poder, sin atender lo que es realmente prioritario, que es el bien común y el interés general.
La confusión sobre el dinero en España es consecuencia de confusiones mayores y más graves, que afectan a la ética, a la política y al concepto mismo de la democracia. Los políticos españoles no saben distinguir entre dinero público y dinero privado porque tampoco saben distinguir entre democracia y tiranía o entre el bien y el mal. la falta de cultura política y de respeto a la democracia son verdaderos dramas para un país que, por culpa de esas carencias y por falta de armaduras éticas en su clase dirigente, es hoy uno de los países más corruptos, injustos y desprestigiados de Europa.
Francisco Rubiales
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