Desde que el viernes pasado, 30 de septiembre de 2005, se aprobara en el Parlament, por una amplísima y apabullante mayoría (el dato es apodíctico), el proyecto de reforma del Estatut, donde se recoge y reconoce que Cataluña es una nación (que nadie sabe explicar muy bien ni cómo, ni cuándo, ni dónde nació, mas ahí está, al parecer, el supuesto bebé, berreando), y se brindara con cava catalán, los productores del ídem viven (por el precedente, inconcuso “aprietaculos”) en un sinvivir, mas no sólo ellos, sino también otros empresarios, que tienen algo que ver con los susodichos, pues, amén de padecer similar nerviosismo renuente y parecido estreñimiento pertinaz, no paran de comerse las uñas. Hay quien asegura que hasta las de los pies.
Ángel Sáez García
Ángel Sáez García