Zapatero ha admitido a trámite en el Congreso el proyecto de Estatuto Catalán, manifiesta y conscientemente anticonstitucional, que rubrica el acta de defunción del régimen español nacido en la Transición, y sigue su ruta. Y el Príncipe de Asturias, magnífico y solemne en Oviedo, ha marcado el rumbo a la irresponsabilidad rupturista.
Rememorando palabras de su abuelo Don Juan, recalcó que la Corona, como vehículo de reconciliación pacífica, propugnó la restitución de la soberanía nacional al pueblo español y suscitó el pacto constitucional del consenso y la concordia. Don Felipe defendió, con ímpetu y transparencia, la unidad intangible de la nación española y el respeto exigente y diáfano a la Constitución. La firme decisión de edificar una España indulgente, la España de todos y para todos, propició aquel histórico acuerdo de convivencia. Se elaboró, con el imprescindible asentimiento y convergencia de sentires de todas las fuerzas políticas, el gran compromiso político que ha cimentado nuestra estabilidad democrática e institucional y el progreso económico y social que nos ampara.
El Príncipe, siempre atento a las inquietudes de los españoles, ha impartido mensajes de consuelo y de censura, testimonios de regocijo y de aflicción, observaciones respecto al pasado y al futuro; ha resaltado los valores que mantienen vivos los ciudadanos y expresado su apoyo y calor a las víctimas del terrorismo.
En medio de este fragor de voces disparatadas e intenciones pérfidas que, en encrucijadas tendenciosas, no cesan de remover las turbiedades de torrenteras cenagosas, era preciso, en tono mesurado y tranquilo, traer la reflexión y recordar, haciéndolo patente, el valioso consenso que logró y se otorgó este pueblo el año 1978.
Camilo Valverde Mudarra
Rememorando palabras de su abuelo Don Juan, recalcó que la Corona, como vehículo de reconciliación pacífica, propugnó la restitución de la soberanía nacional al pueblo español y suscitó el pacto constitucional del consenso y la concordia. Don Felipe defendió, con ímpetu y transparencia, la unidad intangible de la nación española y el respeto exigente y diáfano a la Constitución. La firme decisión de edificar una España indulgente, la España de todos y para todos, propició aquel histórico acuerdo de convivencia. Se elaboró, con el imprescindible asentimiento y convergencia de sentires de todas las fuerzas políticas, el gran compromiso político que ha cimentado nuestra estabilidad democrática e institucional y el progreso económico y social que nos ampara.
El Príncipe, siempre atento a las inquietudes de los españoles, ha impartido mensajes de consuelo y de censura, testimonios de regocijo y de aflicción, observaciones respecto al pasado y al futuro; ha resaltado los valores que mantienen vivos los ciudadanos y expresado su apoyo y calor a las víctimas del terrorismo.
En medio de este fragor de voces disparatadas e intenciones pérfidas que, en encrucijadas tendenciosas, no cesan de remover las turbiedades de torrenteras cenagosas, era preciso, en tono mesurado y tranquilo, traer la reflexión y recordar, haciéndolo patente, el valioso consenso que logró y se otorgó este pueblo el año 1978.
Camilo Valverde Mudarra