Parece que el PSOE no tiene ojo ni suerte al nombrar sus ministros de Exteriores; antes fue el vistoso Morán, ahora el obscuro Moratinos, los dos con la relación silábica “Mora”, como extraídos del listín telefónico.
Este Gobierno Socialista, ocurrente, encaminó su política exterior por los derroteros de la “importantísima” alianza con Marruecos, Cuba y Venezuela, las naciones de más peso del planeta. De ahí, la recurrente gestión del Ministro Moratinos, quien, al marginar a los representantes de la oposición democrática de Cuba, se afanó en la salvaguarda y defensa de los intereses del barbudo dictador, para que la UE cesara en sus presiones y se aviniera a la normalización de sus relaciones diplomáticas, que había cortado por la furiosa represión y las crueles condenas a muerte dictadas por el tirano que, sistemáticamente, viola los derechos humanos.
Es esta una planificación política de altos vuelos. Así, se favorecen y se vela por los intereses de España. La política exterior de este Gobierno es un modelo propio de las democracias más responsables y asentadas. Va y manda a Moratinos a vender por los foros los progresos liberalizadores del régimen castrista; avances democráticos que se resuelven en el triste amago de liberar de las hediondas mazmorras a “cuatro” opositores ya carcomidos por la enfermedad, mientras encarcela y ejecuta a sesenta; en imponer y hacer cumplir únicamente los deseos y directrices del tirano que ha hecho de la Isla una gran cárcel sometida a estricta vigilancia; y en convertirla en un prostíbulo del turismo sexual. Para estos admiradores son gestos de democratización.
Al mismo tiempo, Cuba y Venezuela, con la bendición de estos amigos españoles, se dedican a exportar por toda Iberoamérica las delicias golosas del totalitarismo. Y, como ya se sospechaba y estaba claro, menos para nuestros gobernantes, el dictatorzuelo cubano les paga su admiración y favores con el desprecio prepotente y con el desafío; el embajador castrista se atreve a decir, en Zaragoza que “Cuba no tiene vocación de colonia; no restablecerá las relaciones de cooperación con España, mientras no se le trate en pie de igualdad”.
¡Hombre! Nos alegramos mucho de que a estas alturas haya descubierto su vocación Pero que una tiranía, que vive moribunda en la terrible antigualla del estalinismo, se quiera medir osadamente con la metrópoli libre, instalada en una muy fértil democracia, que le dio el pensamiento y el ser lingüístico y religioso, es pretensión grotesca y risible. Aunque, en este punto, ya sé que os estáis quedando pasmados. De haber sido salvada en aquel triste momento, que deploraba nuestra “Generación del 98”, podía hoy ser reducto español y gozar de una firme y generosa autonomía; pero aquí, como casi siempre, la débil estatura de nuestros políticos nos ha conducido por la senda del desastre ilusorio e idealista, a costa de nuestros mejores combatientes y esforzados marinos y pérdidas mayores.
Camilo Valverde Mudarra
Este Gobierno Socialista, ocurrente, encaminó su política exterior por los derroteros de la “importantísima” alianza con Marruecos, Cuba y Venezuela, las naciones de más peso del planeta. De ahí, la recurrente gestión del Ministro Moratinos, quien, al marginar a los representantes de la oposición democrática de Cuba, se afanó en la salvaguarda y defensa de los intereses del barbudo dictador, para que la UE cesara en sus presiones y se aviniera a la normalización de sus relaciones diplomáticas, que había cortado por la furiosa represión y las crueles condenas a muerte dictadas por el tirano que, sistemáticamente, viola los derechos humanos.
Es esta una planificación política de altos vuelos. Así, se favorecen y se vela por los intereses de España. La política exterior de este Gobierno es un modelo propio de las democracias más responsables y asentadas. Va y manda a Moratinos a vender por los foros los progresos liberalizadores del régimen castrista; avances democráticos que se resuelven en el triste amago de liberar de las hediondas mazmorras a “cuatro” opositores ya carcomidos por la enfermedad, mientras encarcela y ejecuta a sesenta; en imponer y hacer cumplir únicamente los deseos y directrices del tirano que ha hecho de la Isla una gran cárcel sometida a estricta vigilancia; y en convertirla en un prostíbulo del turismo sexual. Para estos admiradores son gestos de democratización.
Al mismo tiempo, Cuba y Venezuela, con la bendición de estos amigos españoles, se dedican a exportar por toda Iberoamérica las delicias golosas del totalitarismo. Y, como ya se sospechaba y estaba claro, menos para nuestros gobernantes, el dictatorzuelo cubano les paga su admiración y favores con el desprecio prepotente y con el desafío; el embajador castrista se atreve a decir, en Zaragoza que “Cuba no tiene vocación de colonia; no restablecerá las relaciones de cooperación con España, mientras no se le trate en pie de igualdad”.
¡Hombre! Nos alegramos mucho de que a estas alturas haya descubierto su vocación Pero que una tiranía, que vive moribunda en la terrible antigualla del estalinismo, se quiera medir osadamente con la metrópoli libre, instalada en una muy fértil democracia, que le dio el pensamiento y el ser lingüístico y religioso, es pretensión grotesca y risible. Aunque, en este punto, ya sé que os estáis quedando pasmados. De haber sido salvada en aquel triste momento, que deploraba nuestra “Generación del 98”, podía hoy ser reducto español y gozar de una firme y generosa autonomía; pero aquí, como casi siempre, la débil estatura de nuestros políticos nos ha conducido por la senda del desastre ilusorio e idealista, a costa de nuestros mejores combatientes y esforzados marinos y pérdidas mayores.
Camilo Valverde Mudarra