(Siempre que partamos de la idea o base, hayamos consensuado previamente o coincidamos ahora en que el onceno, no recogido, por cierto, en las Tablas de la Ley, dice “no molestarás”).
Bastantes familias numerosas, estudiantes, inmigrantes, radicales de extrema derecha, votantes de extrema izquierda, orates, dipsómanos, calés, ex presidiarios (y, asimismo, fumadores –activos y pasivos-, ludópatas, músicos, putas y putos, que han resuelto solidarizarse con los “abaldonados”) de esta piel de toro puesta a secar han pillado un cabreo mayúsculo, o sea, morrocotudo, quiero decir de los de aquí te espero, Juana, tras trascender que el organismo presidido por Francisco Vallespín, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) había metido la pata hasta el mismísimo corvejón al considerar a los susodichos “colectivos” agentes potenciales de presuntas incomodidades y, encima o para más INRI, equiparables entre sí, esto es, análogos, homólogos, a la misma altura, en un estudio demoscópico realizado en Noviembre.
En concreto, una de las preguntas del mencionado barómetro solicitaba de los encuestados que dieran su opinión respecto de esta cuestión: “Cuánto les molestaría tener como vecinos a: personas que hayan estado en la cárcel, gitanos, personas alcohólicas, personas con problemas psíquicos, personas de extrema derecha, de extrema izquierda, inmigrantes, estudiantes o familias numerosas”. Un absurdo, cúmulo de prejuicios, dislate o disparate de tomo y lomo, una interrogación capciosa, oiga, o, mejor, lea.
El menda lerenda defiende, entiende y sostiene que, si aún no lo han hecho, ante pregunta tan impertinente, tan torticera, harían muy bien en quejarse, tanto por separado como en grupo, cada uno de los colectivos “sambenitados”, ante el CIS y los pergeñadores de preguntas tan descalificantes.
Ah; por cierto, a “Otramotro” dos de los casos o cosas que más le molestan son la jactancia del zo(que)te y la envidia cochina que el rico o acaudalado sin luces siente de y por la integridad, perseverancia y serena inteligencia del pobre.
Ángel Sáez García
Bastantes familias numerosas, estudiantes, inmigrantes, radicales de extrema derecha, votantes de extrema izquierda, orates, dipsómanos, calés, ex presidiarios (y, asimismo, fumadores –activos y pasivos-, ludópatas, músicos, putas y putos, que han resuelto solidarizarse con los “abaldonados”) de esta piel de toro puesta a secar han pillado un cabreo mayúsculo, o sea, morrocotudo, quiero decir de los de aquí te espero, Juana, tras trascender que el organismo presidido por Francisco Vallespín, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) había metido la pata hasta el mismísimo corvejón al considerar a los susodichos “colectivos” agentes potenciales de presuntas incomodidades y, encima o para más INRI, equiparables entre sí, esto es, análogos, homólogos, a la misma altura, en un estudio demoscópico realizado en Noviembre.
En concreto, una de las preguntas del mencionado barómetro solicitaba de los encuestados que dieran su opinión respecto de esta cuestión: “Cuánto les molestaría tener como vecinos a: personas que hayan estado en la cárcel, gitanos, personas alcohólicas, personas con problemas psíquicos, personas de extrema derecha, de extrema izquierda, inmigrantes, estudiantes o familias numerosas”. Un absurdo, cúmulo de prejuicios, dislate o disparate de tomo y lomo, una interrogación capciosa, oiga, o, mejor, lea.
El menda lerenda defiende, entiende y sostiene que, si aún no lo han hecho, ante pregunta tan impertinente, tan torticera, harían muy bien en quejarse, tanto por separado como en grupo, cada uno de los colectivos “sambenitados”, ante el CIS y los pergeñadores de preguntas tan descalificantes.
Ah; por cierto, a “Otramotro” dos de los casos o cosas que más le molestan son la jactancia del zo(que)te y la envidia cochina que el rico o acaudalado sin luces siente de y por la integridad, perseverancia y serena inteligencia del pobre.
Ángel Sáez García
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