Dios es centralista y prefiere el Latín

Comparto el comentario de Carmona.

Las iglesias se vacían. Los políticos pierden a sus seguidores. La humanidad pierde los referentes que le den sentido y validez a su razón de ser. Una eternidad fortaleciendo al bien frente al mal para, de buenas a primeras, ser tratados y sometidos como mal frente a las insaciables tragaderas de los poderes escondidos tras las máscaras del bien.

A lo largo de los siglos la iglesia se "apropió" de las bondades y medios de salvación eterna que les proporcionó Jesús, para redención de la humanidad, que independientemente de las propias creencias de cada uno, fueron fuente de esperanza y mantuvieron despierto y latente lo mejor de las personas. En lugar de fortalecerse fortaleciendo a sus feligreses mediante la predicación por el ejemplo, se fortalecieron acumulando influencia y riqueza, incluso arremetiendo contra aquellos que observaban fielmente las enseñanzas del evangelio, especialmente si lo hacían al margen de su institución, olvidando de donde y de quienes provenían aquellos dones. Pasaron de representar a Cristo, divulgando sus doctrinas, a usarlo como márketing para acaparar "mercado" cual vulgares políticos mercadeando con ideologías y estafando a los más inocentes e indigentes, rentabilizando el altruismo de colectivos o individuos que les donaban sus esfuerzos y méritos, usados para conseguir oro y poder.

Se pierde la humanidad hundiéndose en la desesperanza y la desazón por la frustración e impotencia de no poder escapar del humillante y consolidado apoltronamiento de la mentira de los líderes políticos y espirituales que han sumido ambas instituciones en la mas abominable, degradante y degenerada deshumanización, sumiendo al gran colectivo humano en la asfixia de su indeseado abrazo y en el sometimiento por la erradicación del bien y sus valores de referencia que les permite recrearse en la orgía obscena donde se acosa la decencia, sostén de la convivencia ordenada, digna y solidaria, y la sustituyen instituyendo el lodazal, en la bacanal de sus aquelarres, que la rompen diluyéndola en la hediondez de su agusanada podredumbre.

El ser humano concebido como templo de su existencia dando sentido a la misma, se degenera así mismo. Se invalida y anula hasta despojo de sí mismo. Dejándose caer desde su cumbre natural, asignada en la creación, hasta el pobre y mezquino encumbramiento de su atormentada, infeliz y demoníaca miseria.

La Iglesia ha fracasado. La política ha fracasado. Los sistemas de gobierno han fracasado. Los estados han fracasado. El hombre lo planeó todo. Todo valió hasta que, miles de siglos después, dejó de necesitarlo...

El ser humano, como tal, está al borde del fracaso. Destruidos y repudiados su útiles de ser, vagará perdido por las tinieblas de su ceguera, aún soberbio por su gesta, sin la ayuda de Dios.


Que Él nos coja confesados.

Saludos