Un juez de Brasilia ha anulado de forma cautelar el nombramiento del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva como ministro de la Presidencia del gabinete de su sucesora, Dilma Rousseff. El nombramiento de Lula como ministro es un intento de preservarlo de la justicia ordinaria, que le tenía acosado por corrupción, aforándolo para que sólo pueda juzgarle el Tribunal Supremo, gran parte de cuyos miembros han sido nombrados por el partido gobernante.
En su decisión, el magistrado sugiere que Rousseff podría haber cometido un delito y argumenta que, si Lula asume el cargo de ministro, tendrá poder para realizar una "intervención indebida y odiosa" en la policía, la fiscalía y el poder judicial. La decisión del juez responde a una demanda de los partidos de la oposición, que fundamentaron su petición en las causas abiertas por la justicia contra Lula, investigado en diversos procesos y acusado formalmente de los delitos de enriquecimiento ilícito, blanqueo de dinero y falsificación de documentos.
El aforamiento es el truco habitual utilizado por la clase política de muchos países corruptos, entre ellos Brasil y España, para escapar de la Justicia, ya que los altos cargos del Estado quedan blindados ante la Justicia ordinaria y sólo pueden ser juzgados por el tribunal Supremo, cuyos magistrados son nombrados por los partidos políticos, toda una burla para la Justicia y la democracia.
Millones de brasileños se han lanzado a las calles para luchar contra la corrupción que el izquierdista Partido de los Trabajadores, en el que militan Lula y Dilma Rousseff, ha sumergido al país. Esa lucha ciudadana está siendo apoyada por fuerzas de gran importancia, entre ellas varios partidos de la oposición y un gran número de jueces, periodistas y profesionales destacados.
Las manifestaciones del 13 de marzo en todo Brasil han sido las mayores protestas políticas de la historia de ese gigantesco país. Y es cuerioso y sorprendente que las manifestaciones esgrimieran sólo argumentos y consignas contra la corrupción, no contra la ideología izquierdista del Partido de los Trabajadores.
Brasil se convierte así en un foco seguido con interés en todo el mundo porque allí se está dilucidando el destino de muchos países carcomidos por la corrupción, cuyas clases gobernantes se niegan a regenerarse y a abandonar la nauseabunda práctica de la corrupción y del abuso de poder, vicios que ponen en peligro la convivencia y la superveniencia de un sistema democrático pervertido por los políticos.
Francisco Rubiales
En su decisión, el magistrado sugiere que Rousseff podría haber cometido un delito y argumenta que, si Lula asume el cargo de ministro, tendrá poder para realizar una "intervención indebida y odiosa" en la policía, la fiscalía y el poder judicial. La decisión del juez responde a una demanda de los partidos de la oposición, que fundamentaron su petición en las causas abiertas por la justicia contra Lula, investigado en diversos procesos y acusado formalmente de los delitos de enriquecimiento ilícito, blanqueo de dinero y falsificación de documentos.
El aforamiento es el truco habitual utilizado por la clase política de muchos países corruptos, entre ellos Brasil y España, para escapar de la Justicia, ya que los altos cargos del Estado quedan blindados ante la Justicia ordinaria y sólo pueden ser juzgados por el tribunal Supremo, cuyos magistrados son nombrados por los partidos políticos, toda una burla para la Justicia y la democracia.
Millones de brasileños se han lanzado a las calles para luchar contra la corrupción que el izquierdista Partido de los Trabajadores, en el que militan Lula y Dilma Rousseff, ha sumergido al país. Esa lucha ciudadana está siendo apoyada por fuerzas de gran importancia, entre ellas varios partidos de la oposición y un gran número de jueces, periodistas y profesionales destacados.
Las manifestaciones del 13 de marzo en todo Brasil han sido las mayores protestas políticas de la historia de ese gigantesco país. Y es cuerioso y sorprendente que las manifestaciones esgrimieran sólo argumentos y consignas contra la corrupción, no contra la ideología izquierdista del Partido de los Trabajadores.
Brasil se convierte así en un foco seguido con interés en todo el mundo porque allí se está dilucidando el destino de muchos países carcomidos por la corrupción, cuyas clases gobernantes se niegan a regenerarse y a abandonar la nauseabunda práctica de la corrupción y del abuso de poder, vicios que ponen en peligro la convivencia y la superveniencia de un sistema democrático pervertido por los políticos.
Francisco Rubiales
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