(2; sí, porque hace ahora veinte meses, con ocasión de otro affaire oriolano, agavillé otros tantos párrafos bajo idéntico título.)
Desde que alguien la adujo o dejó escrita por primera vez, hemos sido muchos los que, creyentes o incrédulos, hemos plagiado la misma idea: "arrepentidos los/nos quiere Dios".
Al parecer, la Fiscalía Anticorrupción de Alicante inició sus pesquisas en el Ayuntamiento de Orihuela por los presuntos casos de corrupción cometidos, precisamente, por el propio denunciante de los mismos, José Manuel Espinosa, ex interventor del susodicho Consistorio y confeso muñidor o urdidor de los supuestos fraudes contables.
El "arrepentido" (desconozco las razones o motivos de su atrición o contrición), destituido de su puesto de trabajo en febrero pasado, nada más conocerse que se había autoinculpado de haber metido la mano en la caja de caudales y haberse llevado y llenado los bolsillos con 30.000 euros del ala, mantuvo una reunión con los portavoces de los grupos de la oposición (PSOE, Centro Liberal e Izquierda Verde) en la que les reveló un rosario de relevantes irregularidades: pagos de facturas apócrifas, sobrefacturación de obras no consignadas en el presupuesto municipal, adjudicaciones verbales de obras y servicios por sumas dinerarias superiores a lo que la Ley permite, entre otras.
Espinosa (que pinchó y se pinchó con sus espinos) inculpó a su tocayo, el alcalde José Manuel Medina, y al resto de los concejales del PP, como beneficiarios de sus supuestos chanchullos, distracciones de dinero o malversaciones.
Francisco García Ortuño, portavoz del Grupo Socialista en el Consistorio oriolano, opina y mantiene que el total control político que ha ejercido a su antojo el PP durante los dos últimos decenios, fruto de las mayorías conseguidas o los pactos de gobierno logrados, ha devenido y derivado en una "trama de corrupción política", cuyo origen está en las manos de Luis Fernando Cartagena, ex alcalde de Orihuela, y cuyos hilos manejaba o se tejían siguiendo las directrices que marcaba el susoescrito, quien, asimismo, fue responsable del Departamento de Obras Públicas de la Generalitat Valenciana. Acaso no huelgue recordar aquí que Cartagena fue condenado por el Tribunal Supremo en sentencia firme a cuatro años de cárcel por apropiarse indebidamente de una donación de 49.000 euros, hecha por una congregación religiosa al Ayuntamiento.
En abril de 2004, José Manuel Medina, actual alcalde de Orihuela, fue el impulsor de un acuerdo municipal, no ajeno a controversias, fricciones y polémicas, pues recalificó al promotor inmobiliario Joaquín Grau más de dos millones de metros cuadrados rústicos en urbanizables, al objeto de construir 5.400 viviendas y un campo de golf. Hace quince días trascendió que el mediador Medina vive en un chalé sito en Playa Flamenca, urbanización de la que es propietario el mentado promotor. El alcalde, ante semejante imputación, se ha defendido alegando que "ocupa la vivienda en régimen de alquiler con opción a compra", según puede leerse hoy, lunes, 7 de noviembre de 2005, en la página 25 de la edición del País Vasco de EL PAÍS, en una información que firma Santiago Navarro, base de este texto.
Las relaciones de Medina con los promotores inmobiliarios de la zona son tan estrechas que el alcalde disfruta del manejo de dos coches de lujo, un Rolls-Royce, bien de Grau, y un Audi A8, propiedad del constructor local Francisco Marcos.
Esperaremos acontecimientos y a ver cómo se sustancia el procedimiento y en qué queda o para todo esto, pero si mi nariz no me engaña (que no suele), alguien más, no sólo el intermediario Medina, huele a podrido en Orihuela.
Ángel Sáez García
Desde que alguien la adujo o dejó escrita por primera vez, hemos sido muchos los que, creyentes o incrédulos, hemos plagiado la misma idea: "arrepentidos los/nos quiere Dios".
Al parecer, la Fiscalía Anticorrupción de Alicante inició sus pesquisas en el Ayuntamiento de Orihuela por los presuntos casos de corrupción cometidos, precisamente, por el propio denunciante de los mismos, José Manuel Espinosa, ex interventor del susodicho Consistorio y confeso muñidor o urdidor de los supuestos fraudes contables.
El "arrepentido" (desconozco las razones o motivos de su atrición o contrición), destituido de su puesto de trabajo en febrero pasado, nada más conocerse que se había autoinculpado de haber metido la mano en la caja de caudales y haberse llevado y llenado los bolsillos con 30.000 euros del ala, mantuvo una reunión con los portavoces de los grupos de la oposición (PSOE, Centro Liberal e Izquierda Verde) en la que les reveló un rosario de relevantes irregularidades: pagos de facturas apócrifas, sobrefacturación de obras no consignadas en el presupuesto municipal, adjudicaciones verbales de obras y servicios por sumas dinerarias superiores a lo que la Ley permite, entre otras.
Espinosa (que pinchó y se pinchó con sus espinos) inculpó a su tocayo, el alcalde José Manuel Medina, y al resto de los concejales del PP, como beneficiarios de sus supuestos chanchullos, distracciones de dinero o malversaciones.
Francisco García Ortuño, portavoz del Grupo Socialista en el Consistorio oriolano, opina y mantiene que el total control político que ha ejercido a su antojo el PP durante los dos últimos decenios, fruto de las mayorías conseguidas o los pactos de gobierno logrados, ha devenido y derivado en una "trama de corrupción política", cuyo origen está en las manos de Luis Fernando Cartagena, ex alcalde de Orihuela, y cuyos hilos manejaba o se tejían siguiendo las directrices que marcaba el susoescrito, quien, asimismo, fue responsable del Departamento de Obras Públicas de la Generalitat Valenciana. Acaso no huelgue recordar aquí que Cartagena fue condenado por el Tribunal Supremo en sentencia firme a cuatro años de cárcel por apropiarse indebidamente de una donación de 49.000 euros, hecha por una congregación religiosa al Ayuntamiento.
En abril de 2004, José Manuel Medina, actual alcalde de Orihuela, fue el impulsor de un acuerdo municipal, no ajeno a controversias, fricciones y polémicas, pues recalificó al promotor inmobiliario Joaquín Grau más de dos millones de metros cuadrados rústicos en urbanizables, al objeto de construir 5.400 viviendas y un campo de golf. Hace quince días trascendió que el mediador Medina vive en un chalé sito en Playa Flamenca, urbanización de la que es propietario el mentado promotor. El alcalde, ante semejante imputación, se ha defendido alegando que "ocupa la vivienda en régimen de alquiler con opción a compra", según puede leerse hoy, lunes, 7 de noviembre de 2005, en la página 25 de la edición del País Vasco de EL PAÍS, en una información que firma Santiago Navarro, base de este texto.
Las relaciones de Medina con los promotores inmobiliarios de la zona son tan estrechas que el alcalde disfruta del manejo de dos coches de lujo, un Rolls-Royce, bien de Grau, y un Audi A8, propiedad del constructor local Francisco Marcos.
Esperaremos acontecimientos y a ver cómo se sustancia el procedimiento y en qué queda o para todo esto, pero si mi nariz no me engaña (que no suele), alguien más, no sólo el intermediario Medina, huele a podrido en Orihuela.
Ángel Sáez García