Zapatero y sus adláteres hablan de una conspiración contra España. Muchos han reído al escuchar la palabra "Conspiración" porque recordaron a Franco y a su reiterada cantinela de la "Conspiración Judeomasónica". La que está atacando a Zapatero es más moderna: los conspiradores son ahora los especuladores, y los grandes periódicos internacionales, todos ellos congregados y animados por el Partido Popular.
Leire Pajín, escudera de su idolatrado ZP, acusa al PP de hablar mal de España. Ella, como muchas otras "miembras" de la cofradía, cree que ser leal con España obliga a hablar bien de su presidente. Como muchos otros autoritarios a lo largo de la Historia, olvidan lo principal: que lealtad y verdad están unidas y que la única forma de servir honradamente a una nación es con la verdad por delante.
"¡Quiren demonizar al presidente!", advierte esa inmensa caterva de paniaguados, enchufados, colocados y demás fauna que se nutre a diario de las ubres del Estado, sin más mérito que ser amiga del poder, sin reconocer la verdad, sin admitir que España está al borde del precipicio porque su líder tardó casi dos años en reconocer la existencia de una crisis que causaba estragos desde el principio, que se negó y se sigue negando a adoptar las medidas que las grandes instituciones internacionales y los expertos le recomiendan una y otra vez, que quiere atajar el fuego de la parálisis económica arrojandole la gasolina de la subida de impuestos, que es incapaz de asumir la austeridad que España necesita con urgencia, que habla de retrasar las pensiones y bajarlas a los ciudadanos sin haber tenido la vergüenza de empezar por retocar las de los políticos, privilegiados, arrogantes e insensibles, que ha utilizado la mentira como método de gobierno, sin prudencia ni decoro, que, con mano torpe, está conduciendo a España hacia el fracaso y que los ciudadanos, bajo el gobierno de la "Alubia feliz", ya no ven la luz, ni sienten la esperanza, ni otean el horizonte.
La única conspiración existente en España es la del mal gobierno, una conspiración que no va contra Zapatero sino contra los ciudadanos, que pierden su prosperidad y sus logros, convertidos en rehenes y víctimas de gente no interesada ni capacitada para gobernar una gran nación de hombres y mujeres libres.
Leire Pajín, escudera de su idolatrado ZP, acusa al PP de hablar mal de España. Ella, como muchas otras "miembras" de la cofradía, cree que ser leal con España obliga a hablar bien de su presidente. Como muchos otros autoritarios a lo largo de la Historia, olvidan lo principal: que lealtad y verdad están unidas y que la única forma de servir honradamente a una nación es con la verdad por delante.
"¡Quiren demonizar al presidente!", advierte esa inmensa caterva de paniaguados, enchufados, colocados y demás fauna que se nutre a diario de las ubres del Estado, sin más mérito que ser amiga del poder, sin reconocer la verdad, sin admitir que España está al borde del precipicio porque su líder tardó casi dos años en reconocer la existencia de una crisis que causaba estragos desde el principio, que se negó y se sigue negando a adoptar las medidas que las grandes instituciones internacionales y los expertos le recomiendan una y otra vez, que quiere atajar el fuego de la parálisis económica arrojandole la gasolina de la subida de impuestos, que es incapaz de asumir la austeridad que España necesita con urgencia, que habla de retrasar las pensiones y bajarlas a los ciudadanos sin haber tenido la vergüenza de empezar por retocar las de los políticos, privilegiados, arrogantes e insensibles, que ha utilizado la mentira como método de gobierno, sin prudencia ni decoro, que, con mano torpe, está conduciendo a España hacia el fracaso y que los ciudadanos, bajo el gobierno de la "Alubia feliz", ya no ven la luz, ni sienten la esperanza, ni otean el horizonte.
La única conspiración existente en España es la del mal gobierno, una conspiración que no va contra Zapatero sino contra los ciudadanos, que pierden su prosperidad y sus logros, convertidos en rehenes y víctimas de gente no interesada ni capacitada para gobernar una gran nación de hombres y mujeres libres.
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