UNA RECTA INSTRUCCIÓN Y UNA CORRECTA EDUCACIÓN, CONDICIONES SINE QUA NON

No olvide Sr. Sáez, a las otras víctimas de esa misma violencia doméstica. En sus miserables garras asesinas también quedan las vidas inocentes de niños y de algún que otro varón. El problema es que se produce la violencia doméstica. Sus consecuencias es que esta produce muertes. La mayoría mujeres por su condición de mayor debilidad física. Pero no tengo ninguna duda de que ambos cónyuges viven y sufren por igual, el desgarro de sus almas llevadas, por sus mentes atormentadas, a la crueldad de su propio infierno hasta arrebatar la vida a sus seres queridos. No hay duda de que el que sobrevive es el asesino a la vez que es tan víctima como el cadáver que deja atrás.

Nadie estudia como y porqué. Nadie toma medidas serias según esos estudios. Solo se hace una ley y se les echa, como se les echa el pienso a los cerdos. Pero no debe ser una ley para intereses políticos. Se debe aplicar con rigor, pero no debe ser solo la ley. No son más culpables que el resto de la sociedad en aparente felicidad y cierta indiferencia, ante el drama que nos acecha a todos. Que nos puede capturar en cualquier momento y destruirnos con nuestras propias manos. El drama no es nuevo ni local. Es antiguo e internacional. Mientras no conozcamos su origen, no podremos obtener la pócima para erradicarlo. Ni con leyes normales ni especiales. Mucho menos con injusticia discriminatoria.

Bien dice cuando aconseja educación para prevenir este, y cualquier, tipo de situaciones límites que traspasa la línea del delito. El problema es ¿Como educar para evitar el crimen y "desculturizar" para la doble utilidad de buenos, cultos y amantes padres y esposos, a la par que mejores (por ignorantes) sumisos y consentidos con el Estado? No olvidemos que la educación es arma de doble filo al ir aparejada del conocimiento y desarrollo del intelecto, con el correspondiente riesgo de que sea el propio Estado el que asuma el coste de los riesgos evitados, a la familia, viéndose en el deber de cumplir con el ídem, por la presión de una ciudadanía, 'inconvenientemente', pensante.

Aún aceptando que es el más, o de los más, importantes menús, no solo de educación se alimenta la conducta del hombre. De nada sirve una buena educación, a una Nación en manos de "garrulos" incultos y avaros mal educados mononeuronales, centrados en su poder, con el único objetivo de rentabilizarlo reconvirtiéndolo en euros, en su particular mercadillo de compra-venta de voluntades y del "todo-vale".

¿Cree que les importa algo la vida de esas víctimas sacrificadas a medias por sus asesinos, a medias por el desamparo del Estado y por el cien por cien de la indiferencia general?

Hubo grandes movidas en manifestaciones de todo tipo, patrocinadas y promovidas por organizaciones humanitarias, políticas y especialmente feministas. En las calles, en prensa, en cadenas de TV varias, de emisiones basura y serias. Se mediatizó a toda la Nación hasta concienciarla sobre este mal y la necesidad de la "ley especial". Cuando tuvieron su ley 'si te vi no me acuerdo'. Utilizaron decenas de cadáveres, vivos y muertos, como mercancía para obtener un vulgar botín legal y refrendado por los diferentes Órganos del Estado.

Siguen muriendo mujeres, niños y algunos hombres, por violencia doméstica. Ya no hay quejas, ni denuncias, ni alborotos televisivos o callejeros. Miles, decenas de miles, tal vez, cientos de miles, viven en una situación de terror indignante, que su famoso y rentable folletín discriminatorio, con rango de ley, no evita, ni da cobertura de amparo. Ni siquiera tienen el apoyo moral, que con tanto altruismo despilfarraban antes de conseguir sus objetivos. Ahora las muertas y los muertos solo son carne inútil. Pero tienen su ley. Una ley que muchos observamos y denunciamos, su dirección contraria al de la justicia. Una ley con la que pueden "chulear" y esquilmar, al "macho cabrón". Con la que lo pueden largar de su casa, cobrarles una pensión e impedirles que vea a sus hijos, mientras que la nueva pareja de su ex- lo puede maltratar usándolo de cenicero para apagar cigarrillos.

El problema de la violencia doméstica es político, es de educación, es de falta de valores, es de falta de sentido común en la elaboración e interpretación del espíritu de las leyes y, sobre todo, es de falta de responsabilidad cívica e higiene mental en una Nación cuyo Estado solo prioriza la economía de las mafias afincadas en él. Un Estado en el que la ley solo se les aplica a la gente decente como extorsión para el esquilmo. Un Estado en el que a los que reclaman legalidad democrática se les acosa y se les tacha de extrema derecha.

Saludos cordiales