La clase política española, a juzgar por su comportamiento, es la gran tragedia de España y el principal obstáculo para que el país avance, resurja, se regenere y logre ser una nación digna, justa y decente.
Ahora nos amenazan con un gobierno PSOE-Podemos, con apoyo del independentismo que odia a España, que más bien parece el corral de las hienas en el zoológico de Burkina Fasso. Es tan vulgar, sobrecogedor y amenazante, que deberíamos impedir que tamaño desastre sea consumado, bajo la iniciativa de dos políticos sin altura ni grandeza: Pedro Sánchez, invadido por la soberbia y la ambición, y Pablo Iglesia, portador del totalitarismo mas deprimente y peligroso para el ser humano.
Conozco a un político socialista sevillano que, en confianza y con dos copas de más, dice siempre la misma gracia: “los que corrimos delante de los grises terminaremos corriendo delante de los ciudadanos”.
Y tiene razón porque los ciudadanos estamos hasta los congojos de soportar basura e inmundicia en las alturas del Estado.
Un país lleno de estúpidos, desde políticos mediocres y cretinos hasta ciudadanos que los apoyan y los eligen, ofereciendo una vergonzosa exhibición de esclavitud.
Hasta los congojos de la verborrea de los políticos de tres al cuarto, se llamen como se llamen, militen donde militen y sean religiosos o ateos. ¡Hasta los congojos!
Avergonzados de la situación de nuestro país; de las penurias, padecimientos y desprotección de cientos de miles de españoles; de lo mucho que manda el dinero; de que nos prostituyan la democracia, nos mientan y nos engañen; de que puedan saquear el país sin que tengan que pagarlo con la cárcel; hartos de la multitud de aforados, de los privilegios inmerecidos de una clase política que no sabe gobernar, de los casi medio millón de políticos innecesarios que ordeñan a diario las arcas públicas, de sindicalistas domesticados, de miles de instituciones y chiringuitos creados por el poder para beneficiar a los suyos, de depredadores disfrazados de políticos, de partidos convertidos en hornos donde se cuecen bellacos.
Nos aburren los telediarios y las tertulias y estamos asqueados de escuchar cada día una nueva operación policial contra la corrupción, que nunca se acaba. Nos indigna que los políticos, responsables del drama español e infectados de corrupción hasta las cejas, hablen como si fueran hermanos de la madre Teresa de Calcuta. Nos revienta que nos hablen como si fueran nuestros amigos y defensores, cuando en realidad son nuestros cazadores y verdugos.
España no necesita un gobierno. No es cierto que estemos cansados de esperar que os pongáis de acuerdo. Lo que España necesita es una regeneración profunda, algo que vosotros no podéis ofrecernos porque sois el problema, no la solución. Ojalá el país pudiera seguir funcionando sin gobierno. Por lo menos, sin gobierno, hacéis menos daño a la nación y a sus ciudadanos.
Ahora nos amenazan con un gobierno PSOE-Podemos, con apoyo del independentismo que odia a España, que más bien parece el corral de las hienas en el zoológico de Burkina Fasso. Es tan vulgar, sobrecogedor y amenazante, que deberíamos impedir que tamaño desastre sea consumado, bajo la iniciativa de dos políticos sin altura ni grandeza: Pedro Sánchez, invadido por la soberbia y la ambición, y Pablo Iglesia, portador del totalitarismo mas deprimente y peligroso para el ser humano.
Conozco a un político socialista sevillano que, en confianza y con dos copas de más, dice siempre la misma gracia: “los que corrimos delante de los grises terminaremos corriendo delante de los ciudadanos”.
Y tiene razón porque los ciudadanos estamos hasta los congojos de soportar basura e inmundicia en las alturas del Estado.
Un país lleno de estúpidos, desde políticos mediocres y cretinos hasta ciudadanos que los apoyan y los eligen, ofereciendo una vergonzosa exhibición de esclavitud.
Hasta los congojos de la verborrea de los políticos de tres al cuarto, se llamen como se llamen, militen donde militen y sean religiosos o ateos. ¡Hasta los congojos!
Avergonzados de la situación de nuestro país; de las penurias, padecimientos y desprotección de cientos de miles de españoles; de lo mucho que manda el dinero; de que nos prostituyan la democracia, nos mientan y nos engañen; de que puedan saquear el país sin que tengan que pagarlo con la cárcel; hartos de la multitud de aforados, de los privilegios inmerecidos de una clase política que no sabe gobernar, de los casi medio millón de políticos innecesarios que ordeñan a diario las arcas públicas, de sindicalistas domesticados, de miles de instituciones y chiringuitos creados por el poder para beneficiar a los suyos, de depredadores disfrazados de políticos, de partidos convertidos en hornos donde se cuecen bellacos.
Nos aburren los telediarios y las tertulias y estamos asqueados de escuchar cada día una nueva operación policial contra la corrupción, que nunca se acaba. Nos indigna que los políticos, responsables del drama español e infectados de corrupción hasta las cejas, hablen como si fueran hermanos de la madre Teresa de Calcuta. Nos revienta que nos hablen como si fueran nuestros amigos y defensores, cuando en realidad son nuestros cazadores y verdugos.
España no necesita un gobierno. No es cierto que estemos cansados de esperar que os pongáis de acuerdo. Lo que España necesita es una regeneración profunda, algo que vosotros no podéis ofrecernos porque sois el problema, no la solución. Ojalá el país pudiera seguir funcionando sin gobierno. Por lo menos, sin gobierno, hacéis menos daño a la nación y a sus ciudadanos.
Nos molestan los impasibles y los indiferentes, pero todavía nos molestan mas los que critican a los políticos y no hacen nada. Nos producen vómitos los que acuden a los foros para escuchar las mentiras del poder y agachan la cabeza ante el ministro o el consejero, rindiéndole homenaje al que desgobierna la nación. Nos sentimos rodeados de cobardes y de miserables, sin poder hacer nada para evitarlos.
Nos da asco verlos arrogantes en la televisión, hablando de “ganar” y analizando en voz alta sus posibilidades de gobernar, sin dedicar una sola palabra al amor, al servicio, a la dignidad de los ciudadanos, al sufrimiento de los españoles, representando falsamente al pueblo, cuando sólo representan a sus partidos, pensando en España mientras comen en restaurantes de lujo con vinos de añadas suculentas.
Se nos ponen los pelos como escarpias cuando comprobamos que los políticos nunca saben nada de la corrupción que les rodea, cuando afirman que no todos ellos son corruptos, ignorando que el que silencia la corrupción que fluye en su entorno, sin denunciarla, es un cómplice. Nos repatea que nieguen que han cobrado sobres en dinero negro, cuando sabemos que lo han hecho desde hace décadas, demostrando que Hacienda no somos todos porque a ellos se les perdonan los fraudes.
Nos indigna, avergüenza y sofoca saber que la CIA y el CNI está detrás de muchas operaciones y movimientos en la política española que creemos que son espontáneas y nos entran ganas de echarnos al monte cuando comprobamos que el pueblo español, que es la última esperanza, sigue apoyando y votando a los corruptos, demostrando que está mas desorientado y perdido que una estrella de mar en el Sahara.
Ya que no podemos rociar a los políticos con lejia, zotal y azufre, hasta que huelan a limpio, nuestro único consuelo es describir el drama de España, concienciar con la verdad a los que quieran conocerla y soñar con la regeneración. A veces estamos tan angustiados por nuestra patria que sólo nos consolamos rezando.
Nos da asco verlos arrogantes en la televisión, hablando de “ganar” y analizando en voz alta sus posibilidades de gobernar, sin dedicar una sola palabra al amor, al servicio, a la dignidad de los ciudadanos, al sufrimiento de los españoles, representando falsamente al pueblo, cuando sólo representan a sus partidos, pensando en España mientras comen en restaurantes de lujo con vinos de añadas suculentas.
Se nos ponen los pelos como escarpias cuando comprobamos que los políticos nunca saben nada de la corrupción que les rodea, cuando afirman que no todos ellos son corruptos, ignorando que el que silencia la corrupción que fluye en su entorno, sin denunciarla, es un cómplice. Nos repatea que nieguen que han cobrado sobres en dinero negro, cuando sabemos que lo han hecho desde hace décadas, demostrando que Hacienda no somos todos porque a ellos se les perdonan los fraudes.
Nos indigna, avergüenza y sofoca saber que la CIA y el CNI está detrás de muchas operaciones y movimientos en la política española que creemos que son espontáneas y nos entran ganas de echarnos al monte cuando comprobamos que el pueblo español, que es la última esperanza, sigue apoyando y votando a los corruptos, demostrando que está mas desorientado y perdido que una estrella de mar en el Sahara.
Ya que no podemos rociar a los políticos con lejia, zotal y azufre, hasta que huelan a limpio, nuestro único consuelo es describir el drama de España, concienciar con la verdad a los que quieran conocerla y soñar con la regeneración. A veces estamos tan angustiados por nuestra patria que sólo nos consolamos rezando.
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