Tiene razón Puigdemont cuando dice que "España no pierde nunca las oportunidades de hacer el ridículo".
Basta un análisis sereno, profundo e independiente de nuestro acontecer para llegar a la conclusión de que si España quiere ser un país serio y respetado, tiene que cambiar su sistema político e impedir que en adelante alcancen el poder la panda de ineptos y miserables que se han adueñado del Estado y del timón de la nación en las últimas décadas. De hecho, los dos grandes partidos políticos españoles, el PSOE y el PP, han competido entre si por obtener el récord de estupideces, errores, mentiras, incumplimientos, traiciones y daños a España y a sus ciudadanos. Entre los dos han logrado no sólo que el país pierda prestigio y peso en el mundo, sino también que retroceda en su riqueza y modernidad, que esté endeudado peligrosamente y que sus instituciones estén desprestigiadas y gocen en el mundo de escaso respeto y reconocimiento.
La España oficial es un nido de corruptos y de ineptos. La fuga de Puigdemont y el indulto de sus cómplices catalanes lo demuestran, como también lo demuestran la pésima gestión de la pandemia, las mentiras del poder político y el desprecio y rechazo que los ciudadanos sienten por sus dirigentes españoles, el mayor de toda la Unión Europea.
España ocupa puestos destacados en casi todas las suciedades del planeta: trata de blancas, blanqueo de dinero, impuestos abusivos, baja calidad en los servicios públicos, gigantismo absurdo de su Estado, corrupción masiva, alcoholismo, tráfico y consumo de drogas, inmigración ilegal, baja calidad de la educación, desprestigio de las clases políticas y dirigentes, lentitud de la Justicia, politización de la Justicia, escasa independencia y separación de los poderes básicos del Estado, deterioro de la democracia, abuso de poder, políticos delincuentes, despilfarro, número de corres oficiales, cantidad de políticos aforados y un endeudamiento tan elevado que hipoteca el futuro de nuestros hijos y nietos, hasta cinco o seis generaciones.
La fuga y la vida misma de Puigdemont es una demostración continua y palpable del ridículo continuo del poder político español: quien quiso destruir la unidad y convertir a Cataluña en independiente por la fuerza y contra la ley vive como un rajá en Waterloo, con todo pagado por los impuestos de los españoles, sigue mandando e influyendo en la política española a pesar de sus delitos, es el máximo responsable de la sedición e intento de golpe de Estado de los catalanes independentistas y su influencia y poder en Cataluña siguen siento inmensos, poniendo al Estado español en ridículo permanente.
Los jueces europeos se preguntan con razón: ¿Para que quieren extraditarlo si lo van a indultar?. Todo el mundo sabe que Pedro Sánchez no puede tocarlo porque necesita los votos del independentismo catalán para seguir en el gobierno.
El cuadro es esperpéntico y ridículo, pero también trágico y vergonzoso. Nunca España había caído tan bajo en los últimos siglos. Desde el extranjero, la política española se contempla como un circo donde los cobardes, los miserables, los enanos y los saltimbanquis han logrado expulsar de la pista a la gente docta y decente. La política española no sólo se ha llenado de mediocres sin ética, sino que está controlada por los peores enemigos de la nación, convertidos por Sánchez en aliados de su gobierno.
El pueblo español, al soportar tanto bochorno y desvergüenza en su Estado, genera en el exterior una triste mezcla de lástima y desprecio, lástima porque es explotado, expoliado y mal gobernado y desprecio por su cobardía y por no alzarse contra la desvergüenza que controla sus palacios y ministerios.
Francisco Rubiales
Basta un análisis sereno, profundo e independiente de nuestro acontecer para llegar a la conclusión de que si España quiere ser un país serio y respetado, tiene que cambiar su sistema político e impedir que en adelante alcancen el poder la panda de ineptos y miserables que se han adueñado del Estado y del timón de la nación en las últimas décadas. De hecho, los dos grandes partidos políticos españoles, el PSOE y el PP, han competido entre si por obtener el récord de estupideces, errores, mentiras, incumplimientos, traiciones y daños a España y a sus ciudadanos. Entre los dos han logrado no sólo que el país pierda prestigio y peso en el mundo, sino también que retroceda en su riqueza y modernidad, que esté endeudado peligrosamente y que sus instituciones estén desprestigiadas y gocen en el mundo de escaso respeto y reconocimiento.
La España oficial es un nido de corruptos y de ineptos. La fuga de Puigdemont y el indulto de sus cómplices catalanes lo demuestran, como también lo demuestran la pésima gestión de la pandemia, las mentiras del poder político y el desprecio y rechazo que los ciudadanos sienten por sus dirigentes españoles, el mayor de toda la Unión Europea.
España ocupa puestos destacados en casi todas las suciedades del planeta: trata de blancas, blanqueo de dinero, impuestos abusivos, baja calidad en los servicios públicos, gigantismo absurdo de su Estado, corrupción masiva, alcoholismo, tráfico y consumo de drogas, inmigración ilegal, baja calidad de la educación, desprestigio de las clases políticas y dirigentes, lentitud de la Justicia, politización de la Justicia, escasa independencia y separación de los poderes básicos del Estado, deterioro de la democracia, abuso de poder, políticos delincuentes, despilfarro, número de corres oficiales, cantidad de políticos aforados y un endeudamiento tan elevado que hipoteca el futuro de nuestros hijos y nietos, hasta cinco o seis generaciones.
La fuga y la vida misma de Puigdemont es una demostración continua y palpable del ridículo continuo del poder político español: quien quiso destruir la unidad y convertir a Cataluña en independiente por la fuerza y contra la ley vive como un rajá en Waterloo, con todo pagado por los impuestos de los españoles, sigue mandando e influyendo en la política española a pesar de sus delitos, es el máximo responsable de la sedición e intento de golpe de Estado de los catalanes independentistas y su influencia y poder en Cataluña siguen siento inmensos, poniendo al Estado español en ridículo permanente.
Los jueces europeos se preguntan con razón: ¿Para que quieren extraditarlo si lo van a indultar?. Todo el mundo sabe que Pedro Sánchez no puede tocarlo porque necesita los votos del independentismo catalán para seguir en el gobierno.
El cuadro es esperpéntico y ridículo, pero también trágico y vergonzoso. Nunca España había caído tan bajo en los últimos siglos. Desde el extranjero, la política española se contempla como un circo donde los cobardes, los miserables, los enanos y los saltimbanquis han logrado expulsar de la pista a la gente docta y decente. La política española no sólo se ha llenado de mediocres sin ética, sino que está controlada por los peores enemigos de la nación, convertidos por Sánchez en aliados de su gobierno.
El pueblo español, al soportar tanto bochorno y desvergüenza en su Estado, genera en el exterior una triste mezcla de lástima y desprecio, lástima porque es explotado, expoliado y mal gobernado y desprecio por su cobardía y por no alzarse contra la desvergüenza que controla sus palacios y ministerios.
Francisco Rubiales
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