
María Jesús Montero, Ministra de Hacienda de España y princial colaborada de Sánchez en la orgía de despilfarro y saqueo fiscal
España tiene más funcionarios que todos los países de su entorno y más aforados que el resto de Europa junta. También tenemos más organismos públicos que Alemania y Francia juntas, pero, a pesar de ese despilfarro, el Estado español es el más ineficiente y el que pierde más calidad en servicios vitales, como son la sanidad y la educación.
Nuestras administraciones son ineficientes y están invadidas por la corrupción y la imbecilidad. En no pocos casos, llegan a cuadruplicar sus funciones.
La deuda pública suma 409.000 millones desde que Sánchez llegó a Moncloa, un 33,7% más, y toca nuevo techo. El presidente del gobierno es un loco sin control que odia el ahorro y al que no le importa endeudar a las futuras generaciones de españoles. Es un desalmado al frente de una nación de cobardes que no para de gastar dinero innecesariamente.
Donald Trump y Javier Milei ganaron las elecciones aprovechando el componente de "revuelta fiscal" que detectaron en Estados Unidos y Argentina. Percutieron con un mensaje que se podría resumir así: el país no es el mejor que podemos tener porque se gasta una infinidad de dinero público en cuestiones absurdas e ideológicas.
En España ocurre exactamente lo mismo, aunque aumentado por dos o por tres, pero nos falta el Trump o el Milei que acabe con la locura del gasto socialista.
Conservo amigos en El Salvador, país en el que dirigí un equipo de periodistas entre 1977 y 1980. Hoy me dicen esos amigos, bien informados, que gracias a que el presidente Bukele no roba, hay dinero de sobra para todo.
Lo mismo ocurre en otros países que conservan la decencia y no han caído en manos de corruptos y despilfarradores. Con los impuestos y con austeridad y decencia gubernamental, sobra el dinero para mejorar los servicios y para que la riqueza crezca.
Pero España, aunque la propaganda de Sánchez diga lo contrario, no para de retroceder. Con Franco era la octava o novena potencia industrial, pero hoy nos han adelantado una decena de países europeos en renta per cápita y somos campeones en corrupción pública, despilfarro, tráfico y consumo de drogas, lavado de dinero negro, trata de blancas, privilegios para los políticos y desempleo, sobre todo juvenil.
Francisco Rubiales
Nuestras administraciones son ineficientes y están invadidas por la corrupción y la imbecilidad. En no pocos casos, llegan a cuadruplicar sus funciones.
La deuda pública suma 409.000 millones desde que Sánchez llegó a Moncloa, un 33,7% más, y toca nuevo techo. El presidente del gobierno es un loco sin control que odia el ahorro y al que no le importa endeudar a las futuras generaciones de españoles. Es un desalmado al frente de una nación de cobardes que no para de gastar dinero innecesariamente.
Donald Trump y Javier Milei ganaron las elecciones aprovechando el componente de "revuelta fiscal" que detectaron en Estados Unidos y Argentina. Percutieron con un mensaje que se podría resumir así: el país no es el mejor que podemos tener porque se gasta una infinidad de dinero público en cuestiones absurdas e ideológicas.
En España ocurre exactamente lo mismo, aunque aumentado por dos o por tres, pero nos falta el Trump o el Milei que acabe con la locura del gasto socialista.
Conservo amigos en El Salvador, país en el que dirigí un equipo de periodistas entre 1977 y 1980. Hoy me dicen esos amigos, bien informados, que gracias a que el presidente Bukele no roba, hay dinero de sobra para todo.
Lo mismo ocurre en otros países que conservan la decencia y no han caído en manos de corruptos y despilfarradores. Con los impuestos y con austeridad y decencia gubernamental, sobra el dinero para mejorar los servicios y para que la riqueza crezca.
Pero España, aunque la propaganda de Sánchez diga lo contrario, no para de retroceder. Con Franco era la octava o novena potencia industrial, pero hoy nos han adelantado una decena de países europeos en renta per cápita y somos campeones en corrupción pública, despilfarro, tráfico y consumo de drogas, lavado de dinero negro, trata de blancas, privilegios para los políticos y desempleo, sobre todo juvenil.
Francisco Rubiales
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