(DEL FORO DE ERMUA AL FARO AMABLE DE MIGUEL ÁNGEL BLANCO)
Ayer, Rey (no me refiero a nuestro Monarca, Juan Carlos I, sino a Francisco, el concejal del PP en el Ayuntamiento de Ermua, quien votó a favor de la moción que pedía al Foro ídem que dejara de usar el nombre de la citada localidad vasca, y el que, al haber contravenido la disciplina de voto, fue fulminantemente expulsado del grupo municipal del PP por quien estaba autorizado a hacerlo, el presidente de dicha formación en la provincia, Antonio Basagoiti), excluyéndose, salvándose a sí mismo de la quema, prendió la hoguera al aseverar que “los políticos no están a la altura de las circunstancias”. Coincido plenamente en esto con él. De tal constatación cabe extraer, seguramente, al respecto, como corolario o correlato, el título que obra en el frontispicio de esta urdidura, que los ciudadanos estamos hasta las narices (y aún más arriba, hasta la mismísima coronilla), quiero decir, ahítos de los politicastros, políticos de tres al cuarto.
Dejando a un lado, para otra ocasión más propicia, el comentario a propósito del espinoso asunto sobre de quién es el acta de senador, diputado o edil; si de la persona o del partido al que ésta pertenecía y por el que la obtuvo, como servidor (para unos E. S. O., un andoba de Cornago, Otramotro para otros) es un demócrata convencido, acata y acepta la decisión adoptada por el Consistorio vizcaíno, pero no la comparte. Y es que acaso convenga recordar aquí a los desmemoriados que ser mayoría no significa, por eso, tener más razón. Ergo, ante el reuma (ele)mental y moral que aqueja a la mayoría, cabe escuchar “muera el Foro de Ermua”, sí, pero, para que el celebérrimo espíritu del susodicho lugar, la rebelión ciudadana, no se apague, jamás caiga en saco roto y nunca se consuma, asimismo, cabe proferir “nazca y viva el Faro aMABle de Miguel Ángel Blanco”.
E. S. O., un andoba de Cornago
Ayer, Rey (no me refiero a nuestro Monarca, Juan Carlos I, sino a Francisco, el concejal del PP en el Ayuntamiento de Ermua, quien votó a favor de la moción que pedía al Foro ídem que dejara de usar el nombre de la citada localidad vasca, y el que, al haber contravenido la disciplina de voto, fue fulminantemente expulsado del grupo municipal del PP por quien estaba autorizado a hacerlo, el presidente de dicha formación en la provincia, Antonio Basagoiti), excluyéndose, salvándose a sí mismo de la quema, prendió la hoguera al aseverar que “los políticos no están a la altura de las circunstancias”. Coincido plenamente en esto con él. De tal constatación cabe extraer, seguramente, al respecto, como corolario o correlato, el título que obra en el frontispicio de esta urdidura, que los ciudadanos estamos hasta las narices (y aún más arriba, hasta la mismísima coronilla), quiero decir, ahítos de los politicastros, políticos de tres al cuarto.
Dejando a un lado, para otra ocasión más propicia, el comentario a propósito del espinoso asunto sobre de quién es el acta de senador, diputado o edil; si de la persona o del partido al que ésta pertenecía y por el que la obtuvo, como servidor (para unos E. S. O., un andoba de Cornago, Otramotro para otros) es un demócrata convencido, acata y acepta la decisión adoptada por el Consistorio vizcaíno, pero no la comparte. Y es que acaso convenga recordar aquí a los desmemoriados que ser mayoría no significa, por eso, tener más razón. Ergo, ante el reuma (ele)mental y moral que aqueja a la mayoría, cabe escuchar “muera el Foro de Ermua”, sí, pero, para que el celebérrimo espíritu del susodicho lugar, la rebelión ciudadana, no se apague, jamás caiga en saco roto y nunca se consuma, asimismo, cabe proferir “nazca y viva el Faro aMABle de Miguel Ángel Blanco”.
E. S. O., un andoba de Cornago