Los españoles conocen ya la tendencia a la mentira, los montajes y la manipulación del gobierno de Sánchez, razón por la que pocos creen que la detención de Puigdemont no sea otro truco fraudulento destinado a engañar y manipular a la opinión pública.
Algunos comentan que se ha hecho detener para retomar el liderazgo de los golpistas. Otros creen que lo ha hecho porque el gobierno de España le ha prometido un indulto. Otras muchas teorías circulan por el ciberespacio español, donde la credibilidad del gobierno está por los suelos y la confianza en el poder todavía en más baja cota.
¿Habrá por detrás un pacto para que sea extraditado sólo por el delito de malversación, lo que traería consigo una condena leve en España, quizás sólo una multa? El pacto habría incluido que Italia desechara extraditarlo por sedición, delito que conlleva un castigo mucho más duro.
Sea cual sea el pacto, si en realidad existe, como sospechamos millones de ciudadanos, se trata de juego sucio, antidemocrático y contrario a la Justicia, toda una operación inmoral parecida al envío de cartas con balas, a las navajas ensangrentadas y a otras falsedades y montajes, probablemente orquestados por los que gobiernan para ganar votos.
Lo grave en el caso Puigdemont no es solo que detrás de su detención existan manipulación y un pacto secreto, sino que media España sospeche de su propio gobierno y crea que hay juego sucio y objetivos ocultos. Esa desconfianza en el poder y las instituciones invalida la democracia.
El gobierno de Pedro Sánchez, con sus continuas mentiras con sus maniobras opacas, se ha ganado a pulso la desconfianza y la sospecha permanente de gran parte de la sociedad española.
Si la detención hubiera sido limpia y sin trucos ni pactos, el gran perjudicado sería Sánchez, cuya alianza con los independentistas catalanes entraría en crisis y podría romperse, lo que significaría la derrota de los presupuestos y la caída del gobierno.
El Gobierno español asegura que Puigdemont debe someterse a la acción de la Justicia, "Igual que cualquier otro ciudadano", pero ¿Quién se lo cree? En España hay mil datos y pruebas de que la Justicia no es igual para todos y de que el poder tiene cloacas y ejecuta maniobras en la sombra que se ocultan a la opinión pública.
Nadie cree que un maniobrero como Pedro Sánchez, sin escrúpulos y dispuesto a todo para conservar el poder, no esté detrás de la detención con cartas escondidas en la manga.
La política española es la más dinámica, falsa, cambiante y traumática de Occidente. Si la democracia ha sido definida como la ausencia de sobresaltos para el ciudadano y la confianza de los administrados en el poder y sus instituciones, entonces España no posee ni un solo gramo de democracia, pues su vida política es una montaña rusa desbocada, plagada de peligros, oscuridades, vértigos y miedos.
Francisco Rubiales
Algunos comentan que se ha hecho detener para retomar el liderazgo de los golpistas. Otros creen que lo ha hecho porque el gobierno de España le ha prometido un indulto. Otras muchas teorías circulan por el ciberespacio español, donde la credibilidad del gobierno está por los suelos y la confianza en el poder todavía en más baja cota.
¿Habrá por detrás un pacto para que sea extraditado sólo por el delito de malversación, lo que traería consigo una condena leve en España, quizás sólo una multa? El pacto habría incluido que Italia desechara extraditarlo por sedición, delito que conlleva un castigo mucho más duro.
Sea cual sea el pacto, si en realidad existe, como sospechamos millones de ciudadanos, se trata de juego sucio, antidemocrático y contrario a la Justicia, toda una operación inmoral parecida al envío de cartas con balas, a las navajas ensangrentadas y a otras falsedades y montajes, probablemente orquestados por los que gobiernan para ganar votos.
Lo grave en el caso Puigdemont no es solo que detrás de su detención existan manipulación y un pacto secreto, sino que media España sospeche de su propio gobierno y crea que hay juego sucio y objetivos ocultos. Esa desconfianza en el poder y las instituciones invalida la democracia.
El gobierno de Pedro Sánchez, con sus continuas mentiras con sus maniobras opacas, se ha ganado a pulso la desconfianza y la sospecha permanente de gran parte de la sociedad española.
Si la detención hubiera sido limpia y sin trucos ni pactos, el gran perjudicado sería Sánchez, cuya alianza con los independentistas catalanes entraría en crisis y podría romperse, lo que significaría la derrota de los presupuestos y la caída del gobierno.
El Gobierno español asegura que Puigdemont debe someterse a la acción de la Justicia, "Igual que cualquier otro ciudadano", pero ¿Quién se lo cree? En España hay mil datos y pruebas de que la Justicia no es igual para todos y de que el poder tiene cloacas y ejecuta maniobras en la sombra que se ocultan a la opinión pública.
Nadie cree que un maniobrero como Pedro Sánchez, sin escrúpulos y dispuesto a todo para conservar el poder, no esté detrás de la detención con cartas escondidas en la manga.
La política española es la más dinámica, falsa, cambiante y traumática de Occidente. Si la democracia ha sido definida como la ausencia de sobresaltos para el ciudadano y la confianza de los administrados en el poder y sus instituciones, entonces España no posee ni un solo gramo de democracia, pues su vida política es una montaña rusa desbocada, plagada de peligros, oscuridades, vértigos y miedos.
Francisco Rubiales
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