La vejez sirve a veces para que algunos hombres repasen sus actuaciones en la vida, y tengan entonces reclamos de su propia conciencia y quieran reparar los daños que hicieron.
Este es el caso de Felipe González. Su interés en los presos políticos venezolanos, es una manera de suavizar sus remordimientos por el apoyo incondicional que ofreció a la tiranía de Fidel Castro. Él sabe que es esa misma tiranía la que dirige la represión, las torturas y los asesinatos en Venezuela.
Durante toda su vida, Felipe González fue un amigo incondicional del régimen cubano. Desde su adolescencia cuando visitaba Cuba, y no imaginaba siquiera que un día iba a dirigir los destinos de la Madre Patria era un agente de influencia y colaborador de la tiranía de su amigo Fidel.
Durante sus años de jefe del gobierno español Felipe González llegó a un acuerdo con Fidel Castro sobre los cubanos que estábamos exiliados en España. Los servicios de Inteligencia cubanos podían hacer lo que quisieran con nosotros, vigilarnos, acosarnos, todo menos asesinarnos.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) supo de este acuerdo que yo también conocí y denuncié en el pasado.
Recuerdo que en Madrid nos vigilaban constantemente; seguían nuestros automóviles de forma que lo notáramos, nos fotografiaban…también a nuestras familias.
Al escritor, periodista cubano y exiliado, Carlos Alberto Montaner, le enviaron por correo una bomba dentro de un libro; allí estaban los explosivos, todo el mecanismo, pero no estaba conectada para que explotara. Era un mensaje de los funcionarios de la DGI desde la Embajada de Cuba en Madrid. Una advertencia, una amenaza de que podían hacerlo volar cuando quisieran. También Carlos Alberto Montaner descubrió en su casa escuchas colocadas en su teléfono por la Seguridad cubana.
En el Paseo de la Castellana en Madrid, a las doce del día un grupo de agentes cubanos, trataron de secuestrar al ex-ministro cubano Manuel Sánchez Pérez que había pedido asilo político en España. El jefe de la inteligencia cubana de apellido Araoz, pistola en mano, dirigió personalmente aquel intento fracasado de secuestro.
La sede de la coalición de los Derechos Humanos en Cuba, fue asaltada y dejaron sobre mi mesa de trabajo un paquete de cigarrillos marca Vegueros que se venden únicamente en Cuba. Querían que supiéramos que estábamos observados “por el largo brazo de la Revolución”.
¿Y cuál fue la actitud del Gobierno de Felipe González frente a estos hechos? Silencio cómplice absoluto. Ni una nota de protesta al gobierno cubano para cubrir las apariencias.
Los servicios de inteligencia de Fidel Castro actuaban con absoluta impunidad, con el beneplácito de Felipe González, cómplice de todos los atropellos, torturas y asesinatos que ha cometido la tiranía cubana.
Ahora, en sus últimos años de senectud, cabello encanecido, papada y cara regordeta, aparece defendiendo a los presos políticos venezolanos que él sabe que son víctimas del mismo régimen que apoyó y defendió. Trata de “lavar” un poco su conciencia. Pero me parece bien, y pronostico que quizás sus amigos y camaradas cubanos, los hermanos Castro, le dediquen algunos insultos como ha hecho el títere cubano Nicolás Maduro.
Armando Valladares
Este es el caso de Felipe González. Su interés en los presos políticos venezolanos, es una manera de suavizar sus remordimientos por el apoyo incondicional que ofreció a la tiranía de Fidel Castro. Él sabe que es esa misma tiranía la que dirige la represión, las torturas y los asesinatos en Venezuela.
Durante toda su vida, Felipe González fue un amigo incondicional del régimen cubano. Desde su adolescencia cuando visitaba Cuba, y no imaginaba siquiera que un día iba a dirigir los destinos de la Madre Patria era un agente de influencia y colaborador de la tiranía de su amigo Fidel.
Durante sus años de jefe del gobierno español Felipe González llegó a un acuerdo con Fidel Castro sobre los cubanos que estábamos exiliados en España. Los servicios de Inteligencia cubanos podían hacer lo que quisieran con nosotros, vigilarnos, acosarnos, todo menos asesinarnos.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) supo de este acuerdo que yo también conocí y denuncié en el pasado.
Recuerdo que en Madrid nos vigilaban constantemente; seguían nuestros automóviles de forma que lo notáramos, nos fotografiaban…también a nuestras familias.
Al escritor, periodista cubano y exiliado, Carlos Alberto Montaner, le enviaron por correo una bomba dentro de un libro; allí estaban los explosivos, todo el mecanismo, pero no estaba conectada para que explotara. Era un mensaje de los funcionarios de la DGI desde la Embajada de Cuba en Madrid. Una advertencia, una amenaza de que podían hacerlo volar cuando quisieran. También Carlos Alberto Montaner descubrió en su casa escuchas colocadas en su teléfono por la Seguridad cubana.
En el Paseo de la Castellana en Madrid, a las doce del día un grupo de agentes cubanos, trataron de secuestrar al ex-ministro cubano Manuel Sánchez Pérez que había pedido asilo político en España. El jefe de la inteligencia cubana de apellido Araoz, pistola en mano, dirigió personalmente aquel intento fracasado de secuestro.
La sede de la coalición de los Derechos Humanos en Cuba, fue asaltada y dejaron sobre mi mesa de trabajo un paquete de cigarrillos marca Vegueros que se venden únicamente en Cuba. Querían que supiéramos que estábamos observados “por el largo brazo de la Revolución”.
¿Y cuál fue la actitud del Gobierno de Felipe González frente a estos hechos? Silencio cómplice absoluto. Ni una nota de protesta al gobierno cubano para cubrir las apariencias.
Los servicios de inteligencia de Fidel Castro actuaban con absoluta impunidad, con el beneplácito de Felipe González, cómplice de todos los atropellos, torturas y asesinatos que ha cometido la tiranía cubana.
Ahora, en sus últimos años de senectud, cabello encanecido, papada y cara regordeta, aparece defendiendo a los presos políticos venezolanos que él sabe que son víctimas del mismo régimen que apoyó y defendió. Trata de “lavar” un poco su conciencia. Pero me parece bien, y pronostico que quizás sus amigos y camaradas cubanos, los hermanos Castro, le dediquen algunos insultos como ha hecho el títere cubano Nicolás Maduro.
Armando Valladares
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