Algunos de los socios de Pedro Sánchez, unidos por el odio a España y porque el sanchismo los colma de privilegios y dinero
La gran tragedia de España es que desde el gobierno se han promocionado y multiplicado las masas que integran el mundo depravado español, integrado por golpistas, amigos del terrorismo, totalitarios, delincuentes, corruptos y grupos beneficiados o subvencionados por el sanchismo, que pagan el dinero y los privilegios que reciben con sumisión, proselitismo y votos.
Frente ese grupo degradado se encuentra la España que trabaja, se esfuerza, ama la libertad, es celosa de sus derechos y deberos y sueña con esa limpieza y regeneración que trae consigo fortalece, prosperidad y auténtico progreso.
Los sanchistas y sus tribus degradadas se autoproclamas "progresistas", pero el progreso que ellos quieren imponer es más poder para el Estado, menos libertad individual, más sometimiento al gobierno, más impuestos abusivos, menos valores, menos ética, educación de baja calidad y grandes dosis de vulgaridad, confusión y adoctrinamiento para crear masas aborregadas, incapaces de pensar y fáciles de dominar.
El principio de que los pobres votan a la izquierda y los ricos a la derecha se está cumpliendo en España con un rigor que da miedo. Como el gobierno es plenamente consciente de que solo los pobres pueden votarles, los gobernantes se han convertido en una eficaz fábrica de pobreza y estupidez mental.
Los colegios, institutos y universidades publicas escupen manadas de torpes con títulos, pero sin preparación, mientras que la televisión, comprada por el poder político, se encarga de completar la "formación" de las masas vulgarizándolas, arrebatándoles los valores e impidiéndoles el desarrollo de su autonomía y libertad de pensamiento.
Esa política de vulgarización masiva y degradación de la personalidad es la que explica fenómenos tan típicamente españoles como el desempleo masivo de los jóvenes, machacados también por los trabajos precarios, los privilegios de los inmigrantes, incluyendo a los ilegales, a los que no se integran y a los delincuentes, muchos de los cuales recibiendo pagas del Estado para que voten a la izquierda cuando sean nacionalizados. También explica el fenómeno de los ladrones de viviendas (okupas), protegidos por el poder político, y la práctica impunidad de muchos corruptos, siempre que sean amigos del poder.
La España de Sánchez funciona como un inmenso laboratorio donde se están probado las herramientas que recomiendan las élites para someter, aborregar y castrar a las masas, para que pronto reciban el Nuevo Orden Mundial autoritario con los brazos abiertos.
La bajeza de la España actual es nítidamente visible, aunque las masas aborregadas no sean capaces de percibir la profunda degradación. La inmensa satisfacción con Pedro Sánchez y su gobierno de las chusma nacionalista, independentista, totalitaria y amiga del terrorismo, tribus todas ellas con el odio a España como denominador común, debería bastar para concluir que tenemos un gobierno dañino para la patria e, incluso, para la civilización humana y el gran valor de la libertad. Pero al parecer no basta y las campañas de vulgarización, degradación y castración siguen adelante, cada día con mas fuerza, descaro y maldad.
El país carece hoy de ilusiones, de metas comunes, de horizontes atractivos o proyectos y se alimenta de un vulgar caldo donde se mezclan los obscenos privilegios de los poderosos, la nula calidad de la democracia, la perversión vertical de los partidos políticos, la falta de ética del poder, el saqueo a través de impuestos abusivos, el despilfarro de los que mandan y toda una conspiración contra las libertades y derechos del ciudadano, promovida por las grandes instituciones, con la Moncloa al frente.
Francisco Rubiales
Frente ese grupo degradado se encuentra la España que trabaja, se esfuerza, ama la libertad, es celosa de sus derechos y deberos y sueña con esa limpieza y regeneración que trae consigo fortalece, prosperidad y auténtico progreso.
Los sanchistas y sus tribus degradadas se autoproclamas "progresistas", pero el progreso que ellos quieren imponer es más poder para el Estado, menos libertad individual, más sometimiento al gobierno, más impuestos abusivos, menos valores, menos ética, educación de baja calidad y grandes dosis de vulgaridad, confusión y adoctrinamiento para crear masas aborregadas, incapaces de pensar y fáciles de dominar.
El principio de que los pobres votan a la izquierda y los ricos a la derecha se está cumpliendo en España con un rigor que da miedo. Como el gobierno es plenamente consciente de que solo los pobres pueden votarles, los gobernantes se han convertido en una eficaz fábrica de pobreza y estupidez mental.
Los colegios, institutos y universidades publicas escupen manadas de torpes con títulos, pero sin preparación, mientras que la televisión, comprada por el poder político, se encarga de completar la "formación" de las masas vulgarizándolas, arrebatándoles los valores e impidiéndoles el desarrollo de su autonomía y libertad de pensamiento.
Esa política de vulgarización masiva y degradación de la personalidad es la que explica fenómenos tan típicamente españoles como el desempleo masivo de los jóvenes, machacados también por los trabajos precarios, los privilegios de los inmigrantes, incluyendo a los ilegales, a los que no se integran y a los delincuentes, muchos de los cuales recibiendo pagas del Estado para que voten a la izquierda cuando sean nacionalizados. También explica el fenómeno de los ladrones de viviendas (okupas), protegidos por el poder político, y la práctica impunidad de muchos corruptos, siempre que sean amigos del poder.
La España de Sánchez funciona como un inmenso laboratorio donde se están probado las herramientas que recomiendan las élites para someter, aborregar y castrar a las masas, para que pronto reciban el Nuevo Orden Mundial autoritario con los brazos abiertos.
La bajeza de la España actual es nítidamente visible, aunque las masas aborregadas no sean capaces de percibir la profunda degradación. La inmensa satisfacción con Pedro Sánchez y su gobierno de las chusma nacionalista, independentista, totalitaria y amiga del terrorismo, tribus todas ellas con el odio a España como denominador común, debería bastar para concluir que tenemos un gobierno dañino para la patria e, incluso, para la civilización humana y el gran valor de la libertad. Pero al parecer no basta y las campañas de vulgarización, degradación y castración siguen adelante, cada día con mas fuerza, descaro y maldad.
El país carece hoy de ilusiones, de metas comunes, de horizontes atractivos o proyectos y se alimenta de un vulgar caldo donde se mezclan los obscenos privilegios de los poderosos, la nula calidad de la democracia, la perversión vertical de los partidos políticos, la falta de ética del poder, el saqueo a través de impuestos abusivos, el despilfarro de los que mandan y toda una conspiración contra las libertades y derechos del ciudadano, promovida por las grandes instituciones, con la Moncloa al frente.
Francisco Rubiales
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