Me temo que el proceso ya es irreversible... sin una trágica cuota de sangre. Me temo que los pasos ya están dados y la traición consumada. Que todo está pactado y preparado para el sacrificio de España, ya iniciado con la aprobada independencia de Cataluña desde la ambigüedad del estatuto, que parece que no es pero que puede ser. Con la casi imposible recuperación de la unidad de la nación ciudadana irremisiblemente rota.
Solo le queda apuntillar a la oposición, como último y único obstáculo, previamente desacreditada tras larga campaña de deslegitimarla en una perversa estrategia de distracción que le ha permitido legitimar sus delitos contra el Estado. Contra la Nación. Vendiéndolos como modernidad y progreso mientras se hacía la victima ante la “rigidez antidemocrática de la oposición”. Sola y acorralada, con el único y pírrico apoyo de al menos la mitad de los españoles, -con conciencia de lo que ocurre- la introducirá, sibilinamente, dentro de su trampa. Completará su maligno plan deshaciéndose de España y de sus mas fieles ciudadanos, quedando como un héroe salvador de la democracia y libertador del terrorismo, ante el mundo. Me temo que en cuanto cuele, la oferta será: ‘estos son lentejas si quieres las comes y si no las dejas’. Si Rajoy no las come y se va, sufrirá las culpas del fracaso en la consecución de “la paz” y perderá gran parte de su electorado, exculpando o justificando a ZP. Si las come y se queda, legitimará la tragedia suicidándose políticamente y exculpando o justificando a ZP.
La oposición, el Jefe del Estado, como Jefe de las FSE y garante de la Carta Magna y de la Unidad Nacional, desde sus complejos históricos, están paralizados por el pánico ante la perspectiva de poder ser comparados con Franco por una apática, burocrática, indolente y ajena Europa. Están marcando las cartas en la jugada de ZP al obtener su condena contra el franquismo.
Observan pasivamente la demolición ciudadana y estructural de la Nación desde su propio Estado, para preservar una imagen sin mácula y políticamente correcta, en lugar de arremangarse y cumplir con sus deberes de defender el Estado y la Nación.
¿Tan difícil es posicionarse categórica y orgullosamente, con total dignidad y fortaleza, del lado de la justicia y del estado de derecho que defienda, amparare y enorgullezca al conjunto ciudadano?
Zapatero se ha querido blindar, convirtiendo al Estado en un cubil de gente sin escrúpulos de la mas variopinta procedencia.
A Rajoy solo le queda declararle la guerra política desde la conciencia de que le ampara la legalidad, o seguir dándole cancha con oposición blanda y cantarina que rebote en la armadura de ZP devolviéndosela cada vez más envenenada. Debe enterarse de una vez que entrando al trapo de esa gente siempre perderá. Es como aceptar la batalla en su territorio. En el lodazal y en las cloacas, ellos combaten mejor. La higiene y el aire limpio y fresco de la verdad y de la justicia es el único medio de vencerles. Hoy por hoy eso solo es posible imponiéndolo por la fuerza de la legalidad vigente y desde el estado de derecho.
Los destructores de España ha ocupado el Estado. La ley, la justicia y los ciudadanos responsables tienen el ineludible deber de recuperarlo. El pueblo espera eso de sus dirigentes. De no hacerlo, serán los responsables del caos y de sus trágicas consecuencias.
“La única cosa necesaria para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada”. Edmund Burke
Clandestino
FIN
Solo le queda apuntillar a la oposición, como último y único obstáculo, previamente desacreditada tras larga campaña de deslegitimarla en una perversa estrategia de distracción que le ha permitido legitimar sus delitos contra el Estado. Contra la Nación. Vendiéndolos como modernidad y progreso mientras se hacía la victima ante la “rigidez antidemocrática de la oposición”. Sola y acorralada, con el único y pírrico apoyo de al menos la mitad de los españoles, -con conciencia de lo que ocurre- la introducirá, sibilinamente, dentro de su trampa. Completará su maligno plan deshaciéndose de España y de sus mas fieles ciudadanos, quedando como un héroe salvador de la democracia y libertador del terrorismo, ante el mundo. Me temo que en cuanto cuele, la oferta será: ‘estos son lentejas si quieres las comes y si no las dejas’. Si Rajoy no las come y se va, sufrirá las culpas del fracaso en la consecución de “la paz” y perderá gran parte de su electorado, exculpando o justificando a ZP. Si las come y se queda, legitimará la tragedia suicidándose políticamente y exculpando o justificando a ZP.
La oposición, el Jefe del Estado, como Jefe de las FSE y garante de la Carta Magna y de la Unidad Nacional, desde sus complejos históricos, están paralizados por el pánico ante la perspectiva de poder ser comparados con Franco por una apática, burocrática, indolente y ajena Europa. Están marcando las cartas en la jugada de ZP al obtener su condena contra el franquismo.
Observan pasivamente la demolición ciudadana y estructural de la Nación desde su propio Estado, para preservar una imagen sin mácula y políticamente correcta, en lugar de arremangarse y cumplir con sus deberes de defender el Estado y la Nación.
¿Tan difícil es posicionarse categórica y orgullosamente, con total dignidad y fortaleza, del lado de la justicia y del estado de derecho que defienda, amparare y enorgullezca al conjunto ciudadano?
Zapatero se ha querido blindar, convirtiendo al Estado en un cubil de gente sin escrúpulos de la mas variopinta procedencia.
A Rajoy solo le queda declararle la guerra política desde la conciencia de que le ampara la legalidad, o seguir dándole cancha con oposición blanda y cantarina que rebote en la armadura de ZP devolviéndosela cada vez más envenenada. Debe enterarse de una vez que entrando al trapo de esa gente siempre perderá. Es como aceptar la batalla en su territorio. En el lodazal y en las cloacas, ellos combaten mejor. La higiene y el aire limpio y fresco de la verdad y de la justicia es el único medio de vencerles. Hoy por hoy eso solo es posible imponiéndolo por la fuerza de la legalidad vigente y desde el estado de derecho.
Los destructores de España ha ocupado el Estado. La ley, la justicia y los ciudadanos responsables tienen el ineludible deber de recuperarlo. El pueblo espera eso de sus dirigentes. De no hacerlo, serán los responsables del caos y de sus trágicas consecuencias.
“La única cosa necesaria para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada”. Edmund Burke
Clandestino
FIN