Hace poco (17-12) escribía en un comentario que el marxismo cultural era un gran desconocido y me parecía un tema de suma importancia y que, al menos personalmente no había tenido noticias de él hasta hace unos días cuando leí una entrevista que lo mencionaba. Expresaba mi deseo de escribir un artículo al respecto y pedía que alguien escribiera sobre este tema para ahorrarme un trabajo que se antojaba arduo. Y por la noche me encontré un artículo donde se explica bastante bien lo que es y lo que supone.
Creo que todo el mundo ha oído hablar de la escuela de Frankfurt, pero seguramente, como en mi caso, sin entender las implicaciones reales que supuso e incluso sin saber a lo que se dedicaban o lo que significaban.
El marxismo clásico pretendía rediseñar la sociedad adueñándose por medios violentos de la propiedad. Desde los primeros momentos comprendieron que en la Europa industrializada el marxismo económico no podía funcionar al no existir masas proletarias. No podían convencer a los trabajadores de las bondades del comunismo. Entonces decidieron abordar el problema desde otro punto de vista y crearon la escuela de Frankfurt en 1923 con el nombre de Instituto para la Investigación Social, financiado por Felix Weil.
El italiano comunista Antonio Gramsci decía que los obreros no se levantaban en revolución porque estaban impregnados de la cultura tradicional occidental en todas sus formas y síntomas: los hombres eran hombres y se comportaban como tales, las mujeres eran mujeres y se comportaban como tales, la gente creía en Dios, los Europeos estaban orgullosos de su historia, los franceses seguían orgullosos de su imperio, los británicos seguían orgullosos de su imperio, los españoles seguían orgullosos de haber colonizado un nuevo mundo, todos daban por seguro que la Cristiandad era la verdadera religión y las otras religiones falsas y todos seguían defendiendo que el “todo” Occidental, desde Mozart a Da Vinci, de Copérnico a Cervantes, de San Alberto Magno a Mendel, desde Pasteur hasta Tesla, de Shakespeare a Volta y desde Wagner hasta Miguel Ángel, era superior a las otras culturas. Esto era, según Gramsci, el freno mayor, el impedimento y barrera que no dejaba avanzar la revolución en Occidente.
Para contrarrestar esto, Gramsci decía que había por todos los medios que extirpar la cultura cristiana occidental en un "combate cultural”, al que él llamaba "camino largo" o "marcha larga". Esta "marcha larga" debía dirigirse hacia todas las instituciones: universidades, escuelas, museos, iglesias, seminarios, periódicos, revistas, hoy día también televisión, cine, etc. desde donde se propague una anti-cultura que acabe con los cimientos y las convicciones de la cultura cristiana occidental para que la gente, una vez debilitada en sus convicciones, se adhiera a los ideales marxistas que antes habían rechazado de forma natural.
Así pues nace la teoría (después puesta en práctica con increíble éxito como vemos hoy día) que hay que destruir todo (y a todos) lo que defienda o promueva el Cristianismo, la familia tradicional, el rol natural del hombre y la mujer, las etnias autóctonas europeas, la superioridad de la literatura, arte, y música europea, la creencia en Dios, el orgullo en la historia europea (especialmente la conquista y colonización de otros continentes, culturas y religiones) , el hetero-sexualismo, y en fin todo lo que componía la cultura y realidad Occidental Cristiana. Había de debilitar cual quinta columna desde dentro la cultura de occidente, debilitar la creencia en Dios, en la Ley Natural, en el Orden Natural de la sociedad y había que defender todo lo que fuera anti cristiano, anti Europa, anti Occidente. Y a eso se aplicó la escuela de Frankfurt.
Con la llegada de los fascismos al poder, los postulados de la escuela quedan en suspenso, pero tras la victoria, a partir de los años 50 se retoma la propaganda. Pero no cala. Se tropiezan con una Europa que ha conocido los horrores y las masas no están dispuestas a abandonar los valores por los que lucharon. Será a partir de los 60 y 70, con unos jóvenes que ya no recuerden nada, cuando las ideas de la escuela comiencen a calar en la sociedad. El mayo del 68, el movimiento jipi y todo lo demás hasta la imposición legal de estas doctrinas.
Sabiendo lo que propugnan, entendemos perfectamente como se imponen por ley cosas que nos parecen demenciales y que conducen a la destrucción de la sociedad, aborto, homosexualismo, persecución al catolicismo, destrucción de la familia… Pero además inmigración salvaje, con la consideración importante que las culturas que traen los inmigrantes son las buenas, porque la cultura europea es basura y debe desaparecer. Y la mejor forma es la desaparición de las naciones por vía de la integración en una Europa absurda y la desintegración, fomentando todo tipo de separatismos a cual más absurdo.
Todo de mano de una casta, que cumple fielmente los postulados del Marxismo Cultural, plagada mediocres, cuya ideología les impide hacer las cosas bien. Hasta ahora la economía se ha mantenido debido a la inercia, pero ha bastado la aparición de otros actores para que la economía de Occidente camine a su destrucción junto a las sociedades que la sustentan.
Occidente está comenzando a reaccionar, en algunos países con mucha fuerza, pero aunque en España se aprecian signos de reacción, no existe ninguna entidad capaz de canalizarlos convenientemente. La esperanza es que la fuerza de la contestación sea tal que surjan esos canalizadores.
El artículo que cito y del que he copiado algunos párrafos se titula: Trump, la Escuela de Frankfurt y la Contrarrevolución. Y ni que decir tiene que recomiendo vivamente su lectura. El enlace:
http://gaceta.es/noticias/trump-escuela-frankfurt-contrarrevolucion-16122016-0834
vanlop
Creo que todo el mundo ha oído hablar de la escuela de Frankfurt, pero seguramente, como en mi caso, sin entender las implicaciones reales que supuso e incluso sin saber a lo que se dedicaban o lo que significaban.
El marxismo clásico pretendía rediseñar la sociedad adueñándose por medios violentos de la propiedad. Desde los primeros momentos comprendieron que en la Europa industrializada el marxismo económico no podía funcionar al no existir masas proletarias. No podían convencer a los trabajadores de las bondades del comunismo. Entonces decidieron abordar el problema desde otro punto de vista y crearon la escuela de Frankfurt en 1923 con el nombre de Instituto para la Investigación Social, financiado por Felix Weil.
El italiano comunista Antonio Gramsci decía que los obreros no se levantaban en revolución porque estaban impregnados de la cultura tradicional occidental en todas sus formas y síntomas: los hombres eran hombres y se comportaban como tales, las mujeres eran mujeres y se comportaban como tales, la gente creía en Dios, los Europeos estaban orgullosos de su historia, los franceses seguían orgullosos de su imperio, los británicos seguían orgullosos de su imperio, los españoles seguían orgullosos de haber colonizado un nuevo mundo, todos daban por seguro que la Cristiandad era la verdadera religión y las otras religiones falsas y todos seguían defendiendo que el “todo” Occidental, desde Mozart a Da Vinci, de Copérnico a Cervantes, de San Alberto Magno a Mendel, desde Pasteur hasta Tesla, de Shakespeare a Volta y desde Wagner hasta Miguel Ángel, era superior a las otras culturas. Esto era, según Gramsci, el freno mayor, el impedimento y barrera que no dejaba avanzar la revolución en Occidente.
Para contrarrestar esto, Gramsci decía que había por todos los medios que extirpar la cultura cristiana occidental en un "combate cultural”, al que él llamaba "camino largo" o "marcha larga". Esta "marcha larga" debía dirigirse hacia todas las instituciones: universidades, escuelas, museos, iglesias, seminarios, periódicos, revistas, hoy día también televisión, cine, etc. desde donde se propague una anti-cultura que acabe con los cimientos y las convicciones de la cultura cristiana occidental para que la gente, una vez debilitada en sus convicciones, se adhiera a los ideales marxistas que antes habían rechazado de forma natural.
Así pues nace la teoría (después puesta en práctica con increíble éxito como vemos hoy día) que hay que destruir todo (y a todos) lo que defienda o promueva el Cristianismo, la familia tradicional, el rol natural del hombre y la mujer, las etnias autóctonas europeas, la superioridad de la literatura, arte, y música europea, la creencia en Dios, el orgullo en la historia europea (especialmente la conquista y colonización de otros continentes, culturas y religiones) , el hetero-sexualismo, y en fin todo lo que componía la cultura y realidad Occidental Cristiana. Había de debilitar cual quinta columna desde dentro la cultura de occidente, debilitar la creencia en Dios, en la Ley Natural, en el Orden Natural de la sociedad y había que defender todo lo que fuera anti cristiano, anti Europa, anti Occidente. Y a eso se aplicó la escuela de Frankfurt.
Con la llegada de los fascismos al poder, los postulados de la escuela quedan en suspenso, pero tras la victoria, a partir de los años 50 se retoma la propaganda. Pero no cala. Se tropiezan con una Europa que ha conocido los horrores y las masas no están dispuestas a abandonar los valores por los que lucharon. Será a partir de los 60 y 70, con unos jóvenes que ya no recuerden nada, cuando las ideas de la escuela comiencen a calar en la sociedad. El mayo del 68, el movimiento jipi y todo lo demás hasta la imposición legal de estas doctrinas.
Sabiendo lo que propugnan, entendemos perfectamente como se imponen por ley cosas que nos parecen demenciales y que conducen a la destrucción de la sociedad, aborto, homosexualismo, persecución al catolicismo, destrucción de la familia… Pero además inmigración salvaje, con la consideración importante que las culturas que traen los inmigrantes son las buenas, porque la cultura europea es basura y debe desaparecer. Y la mejor forma es la desaparición de las naciones por vía de la integración en una Europa absurda y la desintegración, fomentando todo tipo de separatismos a cual más absurdo.
Todo de mano de una casta, que cumple fielmente los postulados del Marxismo Cultural, plagada mediocres, cuya ideología les impide hacer las cosas bien. Hasta ahora la economía se ha mantenido debido a la inercia, pero ha bastado la aparición de otros actores para que la economía de Occidente camine a su destrucción junto a las sociedades que la sustentan.
Occidente está comenzando a reaccionar, en algunos países con mucha fuerza, pero aunque en España se aprecian signos de reacción, no existe ninguna entidad capaz de canalizarlos convenientemente. La esperanza es que la fuerza de la contestación sea tal que surjan esos canalizadores.
El artículo que cito y del que he copiado algunos párrafos se titula: Trump, la Escuela de Frankfurt y la Contrarrevolución. Y ni que decir tiene que recomiendo vivamente su lectura. El enlace:
http://gaceta.es/noticias/trump-escuela-frankfurt-contrarrevolucion-16122016-0834
vanlop
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