El futuro guarda celoso sus secretos. No se vislumbra en el horizonte ningún indicio que dibuje la victoria de uno de los partidos en las próximas elecciones. Las encuestas, que no son muy creíbles, presentan a los dos mayoritarios, muy igualados, de modo, que, como suele suceder, esa banda electoral de los dos o tres millones de votantes imprevistos, decidirá la cuestión. Zapatero con unas y con otras, a las que se han venido a agregar los trece derrumbes en las vías, el erróneo trazado del paso del AVE por Barcelona y el agobio de las “rudalies” en Barcelona, puede muy bien esperar el correctivo de la ciudadanía. Y Rajoy, puesto a dedo y no por un congreso mayoritario, aún siendo valioso, pero, oscuro y poco atractivo en la oposición, tampoco las tiene claras.
Resulta que se le alborota la grey, que no obedece sus consignas y directrices y rompe la marcha razonable de la precampaña y la planificación sobre las listas electorales. La ambición y los intereses desencajan la agenda electoral y entablan el debate de nombres y candidatos. Ahora, Rodrigo Rato, que vino oteando el terreno, decepcionado y cansado de la espera, se decide y toma la oferta bancaria. Aguirre se salta las consignas quiebra el silencio distado por Rajoy y lo presiona contra las pretensiones de su “amigo” Gallardón, quien no satisfecho con un feudo municipal, insiste y persiste en pedir y rogar nuevos predios y heredades, aún cuando sabe que, según los estatutos del partido, no puede ser alcalde y diputado del PP. Es suficientemente público, que tratar este asunto resulta traumático en el PP.
En estos momentos, sólo les cabe callar, hacer propuestas firmes y eficaces a la ciudadanía y seguir su oposición responsable al Gobierno Socialista; no es hora de enzarzarse en grescas internas. El papel que corresponde hoy a todos, es apretarse en piña eficiente y aprestarse con esfuerzo a ganar las elecciones ya inminentes; es lo que, en definitiva, puede ayudar mejor a que Rajoy triunfe. La función opositora ha de ser lo prioritario; la propia dinámica de la realidad política se la viene marcando. El caos que obcecado se mantiene en Barcelona, la agobiante tenaza de la subida descontrolada de los precios, las ministras ineficaces que se enquistan sin fundamentos ni dimisión, el recurso sustitutorio de la carne de conejo, las «propinas» de Solbes, el «despilfarro» del Gobierno en propaganda, la política antiterrorista y las «bromas» de Zapatero con los problemas del pueblo sufriente.
Sin duda, hay candidatos, en el partido, valiosos y aprovechables, pero, no deben ofrecerse, han de trabajar con ahínco y esperar, en silencio, a ser llamados. No sería extraño, que el PP propusiera a una mujer candidata a la Presidencia del Gobierno de España. E. Aguirre, con su ya demostrada solvencia, podría encauzar los derroteros de los asuntos públicos. La sabrosa feminidad, la delicadeza y capacidad de diálogo de la mujer, con la fina intuición que las guía, puede ser la solución propicia.
Sin olvidar, que ahí está Rodrigo Rato, que ha dejado el opíparo despacho del Fondo Monetario Internacional, al que se acogió, cuando el dedo presidencial lo castigó preteriéndolo por el gallego. No quiere remover ni interferir a Rajoy. Aguarda y calla. Es un valor de peso y un hombre que lleva dentro el prurito persistente de la política. Su vuelta ha molestado a los que lo auparon a tan alto cargo, jamás ostentado por un español, e inquietado a sus rivales que maniobraron por alejarlo de la Presidencia del Gobierno. Es un político de talla, vitalista y expansivo, que va con la verdad abierta. Exhibe dotes firmes de mando, gran seguridad en sí mismo y enorme capacidad de control, dirigente exigente, pero muy humano, pragmático y persuasivo. Sabe dirigir, encajar y gestionar, responder y convencer.
El futuro hablará. Los hados traerán los aires que, ahora, desconocemos.
Camilo Valverde
Resulta que se le alborota la grey, que no obedece sus consignas y directrices y rompe la marcha razonable de la precampaña y la planificación sobre las listas electorales. La ambición y los intereses desencajan la agenda electoral y entablan el debate de nombres y candidatos. Ahora, Rodrigo Rato, que vino oteando el terreno, decepcionado y cansado de la espera, se decide y toma la oferta bancaria. Aguirre se salta las consignas quiebra el silencio distado por Rajoy y lo presiona contra las pretensiones de su “amigo” Gallardón, quien no satisfecho con un feudo municipal, insiste y persiste en pedir y rogar nuevos predios y heredades, aún cuando sabe que, según los estatutos del partido, no puede ser alcalde y diputado del PP. Es suficientemente público, que tratar este asunto resulta traumático en el PP.
En estos momentos, sólo les cabe callar, hacer propuestas firmes y eficaces a la ciudadanía y seguir su oposición responsable al Gobierno Socialista; no es hora de enzarzarse en grescas internas. El papel que corresponde hoy a todos, es apretarse en piña eficiente y aprestarse con esfuerzo a ganar las elecciones ya inminentes; es lo que, en definitiva, puede ayudar mejor a que Rajoy triunfe. La función opositora ha de ser lo prioritario; la propia dinámica de la realidad política se la viene marcando. El caos que obcecado se mantiene en Barcelona, la agobiante tenaza de la subida descontrolada de los precios, las ministras ineficaces que se enquistan sin fundamentos ni dimisión, el recurso sustitutorio de la carne de conejo, las «propinas» de Solbes, el «despilfarro» del Gobierno en propaganda, la política antiterrorista y las «bromas» de Zapatero con los problemas del pueblo sufriente.
Sin duda, hay candidatos, en el partido, valiosos y aprovechables, pero, no deben ofrecerse, han de trabajar con ahínco y esperar, en silencio, a ser llamados. No sería extraño, que el PP propusiera a una mujer candidata a la Presidencia del Gobierno de España. E. Aguirre, con su ya demostrada solvencia, podría encauzar los derroteros de los asuntos públicos. La sabrosa feminidad, la delicadeza y capacidad de diálogo de la mujer, con la fina intuición que las guía, puede ser la solución propicia.
Sin olvidar, que ahí está Rodrigo Rato, que ha dejado el opíparo despacho del Fondo Monetario Internacional, al que se acogió, cuando el dedo presidencial lo castigó preteriéndolo por el gallego. No quiere remover ni interferir a Rajoy. Aguarda y calla. Es un valor de peso y un hombre que lleva dentro el prurito persistente de la política. Su vuelta ha molestado a los que lo auparon a tan alto cargo, jamás ostentado por un español, e inquietado a sus rivales que maniobraron por alejarlo de la Presidencia del Gobierno. Es un político de talla, vitalista y expansivo, que va con la verdad abierta. Exhibe dotes firmes de mando, gran seguridad en sí mismo y enorme capacidad de control, dirigente exigente, pero muy humano, pragmático y persuasivo. Sabe dirigir, encajar y gestionar, responder y convencer.
El futuro hablará. Los hados traerán los aires que, ahora, desconocemos.
Camilo Valverde