Los tres escaños ganados por Ciudadanos les coloca una diana en el corazón. Desde ahora, son el enemigo a batir para unos partidos políticos, tanto nacionalistas como de izquierda y derecha, que nunca les perdonarán haberles puesto en ridículo y demostrado públicamente que no son demócratas.
Unos y otros, por culpa de la osadía democrática de Ciutadans, ven sus privilegios de casta en peligro. Sienten algo que no sentían desde hace años, porque España era un rebaño domesticado. Sienten miedo del pueblo pensante, de ciudadanos que recapaciten y descubran el gran engaño de la democracia española, que asuman de una vez que lo que nos gobierna es una triste oligocracia de partidos políticos que en nada se parece a una democracia auténtica.
El pecado de Ciutadans es haberlo puesto en evidencia, haber ganado tres escaños sin dinero, sin apoyo de los medios de comunicación, recurriendo sólo a lo que está "prohibido" en la política rastrera que nos rodea: la razón, la dignidad y el alma noble de los votantes.
Los que se autodenominan "izquierda progresista", los "catalanistas" radicales, los de la "derecha acomplejada", los vetustos "comunistas reciclados" en demócratas aparentes, todos ellos dispararán a la diana de Ciutadans con especial saña, con el odio que suele volcarse en aquel que ha tenido la osadía de descubrir las vergüenzas ajenas. Y dispararán con ayuda de la prensa sometida, esa prensa que ha abandonado los intereses del ciudadano y de la democracia para retozar con los partidos políticos en un triste contubernio de poderes e influencias. Ciutadans ha tenido la "osadía" de ganar tres escaños a pesar del boicot mediático, y eso es imperdonable para el periodismo esclavo.
Además, para colmo de males, Ciutadans defiende a los "malditos españoles", poniendo en evidencia un trabajo de castración cultural cuidadosamente elaborado por el nacionalismo radical catalán desde la llegada al poder del taimado Pujol.
Por último, quieren hacer pagar caro a Ciutadans su mayor pecado: el de haber exhibido en público las miserias y carencias de la sociedad catalana, su regresión, su autoritarismo, su intervencionismo, su dictadura linguistica, su democracia degenerada, su violencia solapada, su odio a lo externo, su decadencia, en definitiva, algo imperdonable para un nacionalismo que sólo sabe progresar bajo la marea del victimismo y del engaño cultural e histórico.
Y todo eso se paga, como ya puede comprobarse. El baile de la ignominia ha empezado ya cuando periodistas sometidos les acusan de haber sido financiados por FAES o cuando "profesionales de la política" que no se han bajado del coche oficial en décadas les compara con el GIL.
A los demócratas españoles nos queda comptemplar, en los próximos meses, un espectáculo bochornoso y degradante: la mafia política imperante practicando impunemente la descalificación y el acoso y derribo a un partido emergente cuyo único pecado ha sido apelar a la democracia auténtica.
Unos y otros, por culpa de la osadía democrática de Ciutadans, ven sus privilegios de casta en peligro. Sienten algo que no sentían desde hace años, porque España era un rebaño domesticado. Sienten miedo del pueblo pensante, de ciudadanos que recapaciten y descubran el gran engaño de la democracia española, que asuman de una vez que lo que nos gobierna es una triste oligocracia de partidos políticos que en nada se parece a una democracia auténtica.
El pecado de Ciutadans es haberlo puesto en evidencia, haber ganado tres escaños sin dinero, sin apoyo de los medios de comunicación, recurriendo sólo a lo que está "prohibido" en la política rastrera que nos rodea: la razón, la dignidad y el alma noble de los votantes.
Los que se autodenominan "izquierda progresista", los "catalanistas" radicales, los de la "derecha acomplejada", los vetustos "comunistas reciclados" en demócratas aparentes, todos ellos dispararán a la diana de Ciutadans con especial saña, con el odio que suele volcarse en aquel que ha tenido la osadía de descubrir las vergüenzas ajenas. Y dispararán con ayuda de la prensa sometida, esa prensa que ha abandonado los intereses del ciudadano y de la democracia para retozar con los partidos políticos en un triste contubernio de poderes e influencias. Ciutadans ha tenido la "osadía" de ganar tres escaños a pesar del boicot mediático, y eso es imperdonable para el periodismo esclavo.
Además, para colmo de males, Ciutadans defiende a los "malditos españoles", poniendo en evidencia un trabajo de castración cultural cuidadosamente elaborado por el nacionalismo radical catalán desde la llegada al poder del taimado Pujol.
Por último, quieren hacer pagar caro a Ciutadans su mayor pecado: el de haber exhibido en público las miserias y carencias de la sociedad catalana, su regresión, su autoritarismo, su intervencionismo, su dictadura linguistica, su democracia degenerada, su violencia solapada, su odio a lo externo, su decadencia, en definitiva, algo imperdonable para un nacionalismo que sólo sabe progresar bajo la marea del victimismo y del engaño cultural e histórico.
Y todo eso se paga, como ya puede comprobarse. El baile de la ignominia ha empezado ya cuando periodistas sometidos les acusan de haber sido financiados por FAES o cuando "profesionales de la política" que no se han bajado del coche oficial en décadas les compara con el GIL.
A los demócratas españoles nos queda comptemplar, en los próximos meses, un espectáculo bochornoso y degradante: la mafia política imperante practicando impunemente la descalificación y el acoso y derribo a un partido emergente cuyo único pecado ha sido apelar a la democracia auténtica.
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