
La guillotina
El mundo necesita una nueva revolución tanto o más que cuando estalló la Revolución Francesa, a finales del siglo XVIII. Aquella acabó con el absolutismo cortando cabezas coronadas y la próxima debe acabar con los políticos corruptos, autócratas y depredadores que han prostituido las democracias y se han apoderado de los estados y gobiernos en muchos países del planeta.
Los desastres y amenazas del presente, desde la proliferación de tiranos y autócratas hasta la guerra comercial y la amenaza real de guerra atómica, son consecuencias del profundo deterioro de los políticos, transformados en escoria dañina.
Han perdido el miedo al pueblo y a la ley y son corruptos sin límites. Un ejemplo: el ministro sanchista español Carlos Cuerpo ha nombrado a su pareja directora general de la Seguridad Social.
Aquella revolución de las guillotinas creó las bases de la democracia moderna, fortaleció el poder del pueblo y estableció que la política debía estar al servicio del ciudadano y del bien común.
Pero hoy, transcurridos más de dos siglos, aquellas conquistas y avances han sido dinamitados por una manada de corruptos y canallas sin ética que se han apoderado del poder y a los que el pueblo, si quiere libertad y justicia, debe erradicar con firmeza, urgencia y sin piedad.
Muchos de los dirigentes políticos actuales no son conscientes de que, con sus actos, están pidiendo a gritos una revolución que los aniquile.
El caso del español Pedro Sánchez es paradigmático cuando miente, engaña, se rodea de corruptos, se alía con partidos que odian la nación, indulta a delincuentes, destroza la unidad y la igualdad, propicia la delincuencia y la inseguridad y desprecia los deseos y sentimientos de un pueblo que, desesperado, le abuchea, le pita y hasta la apedrea en las calles, como ocurrió cuando visitó la zona dañada por la DANA, en Valencia.
La nueva revolución se está gestando, pero es demasiado pronto para saber cómo será y quiénes serán sus líderes. Solo sabemos que el mundo actual no funciona, que las democracias han sido castradas, que el pueblo está cada día más abandonado e indignado y que la injusticia, la corrupción y el abuso de poder son un espectáculo obsceno que infecta la sociedad.
¿Habrá que erradicar a los corruptos como está haciendo Milei con los peronistas en Argentina o habrá que copiar el modelo del salvadoreño Bukele y llenar las prisiones con miles de políticos corrompidos y sin ética, tan delincuentes como los miembros de las maras encarcelados masivamente en El Salvador?
¿Será una revolución pacífica o correrá la sangre, como ha ocurrido tantas veces en el pasado cuando la Historia cambió de rumbo? Los delincuentes que abusan del poder y oprimen a los pueblos serán depuestos de manera pacífica o serán linchados como el matrimonio Ceaucescu?
Ojalá esa revolución que se acerca sea pacífica y nos evite el baño de sangre.
Cuanto más tarde el estallido regenerador, más violento será porque la desesperación y la angustia se hacen insoportables para el pueblo.
Por ahora solo sabemos que la mugre indeseable y corrupta que gobierna muchos países, entre ellos nuestra España, merece ser expulsada del poder sin honor ni perdón, por haber convertido la política en una cloaca infecta.
También sabemos que al igual que los absolutistas, con su injusticia, ostentación, derroche y tiranía, hicieron "méritos" para que el pueblos los erradicaran con furia, también los actuales políticos corruptos acumulan suficientes "méritos", con sus abusos de poder, corrupciones, mentiras, trampas y desprecios al pueblo y a las leyes, para ser expulsados con justicia y razón del poder y de la Historia.
Francisco Rubiales
Los desastres y amenazas del presente, desde la proliferación de tiranos y autócratas hasta la guerra comercial y la amenaza real de guerra atómica, son consecuencias del profundo deterioro de los políticos, transformados en escoria dañina.
Han perdido el miedo al pueblo y a la ley y son corruptos sin límites. Un ejemplo: el ministro sanchista español Carlos Cuerpo ha nombrado a su pareja directora general de la Seguridad Social.
Aquella revolución de las guillotinas creó las bases de la democracia moderna, fortaleció el poder del pueblo y estableció que la política debía estar al servicio del ciudadano y del bien común.
Pero hoy, transcurridos más de dos siglos, aquellas conquistas y avances han sido dinamitados por una manada de corruptos y canallas sin ética que se han apoderado del poder y a los que el pueblo, si quiere libertad y justicia, debe erradicar con firmeza, urgencia y sin piedad.
Muchos de los dirigentes políticos actuales no son conscientes de que, con sus actos, están pidiendo a gritos una revolución que los aniquile.
El caso del español Pedro Sánchez es paradigmático cuando miente, engaña, se rodea de corruptos, se alía con partidos que odian la nación, indulta a delincuentes, destroza la unidad y la igualdad, propicia la delincuencia y la inseguridad y desprecia los deseos y sentimientos de un pueblo que, desesperado, le abuchea, le pita y hasta la apedrea en las calles, como ocurrió cuando visitó la zona dañada por la DANA, en Valencia.
La nueva revolución se está gestando, pero es demasiado pronto para saber cómo será y quiénes serán sus líderes. Solo sabemos que el mundo actual no funciona, que las democracias han sido castradas, que el pueblo está cada día más abandonado e indignado y que la injusticia, la corrupción y el abuso de poder son un espectáculo obsceno que infecta la sociedad.
¿Habrá que erradicar a los corruptos como está haciendo Milei con los peronistas en Argentina o habrá que copiar el modelo del salvadoreño Bukele y llenar las prisiones con miles de políticos corrompidos y sin ética, tan delincuentes como los miembros de las maras encarcelados masivamente en El Salvador?
¿Será una revolución pacífica o correrá la sangre, como ha ocurrido tantas veces en el pasado cuando la Historia cambió de rumbo? Los delincuentes que abusan del poder y oprimen a los pueblos serán depuestos de manera pacífica o serán linchados como el matrimonio Ceaucescu?
Ojalá esa revolución que se acerca sea pacífica y nos evite el baño de sangre.
Cuanto más tarde el estallido regenerador, más violento será porque la desesperación y la angustia se hacen insoportables para el pueblo.
Por ahora solo sabemos que la mugre indeseable y corrupta que gobierna muchos países, entre ellos nuestra España, merece ser expulsada del poder sin honor ni perdón, por haber convertido la política en una cloaca infecta.
También sabemos que al igual que los absolutistas, con su injusticia, ostentación, derroche y tiranía, hicieron "méritos" para que el pueblos los erradicaran con furia, también los actuales políticos corruptos acumulan suficientes "méritos", con sus abusos de poder, corrupciones, mentiras, trampas y desprecios al pueblo y a las leyes, para ser expulsados con justicia y razón del poder y de la Historia.
Francisco Rubiales
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