Podemos pensar sin mayor problema que los préstamos son un elemento básico de la Economía. Si todo el mundo tuviera exceso de dinero y nadie necesitara préstamos, seguramente la economía no funcionaría. El préstamo, por tanto es tan antiguo como la propia economía. Tal vez esta surgiera cuando alguien presto algo a otro.
El préstamo, como elemento económico se basa en la garantía de devolución. Para ello, el prestamista ha comprometido bienes por valor superior al préstamo, del prestatario o de los avalistas. Si no existe la garantía de devolución, el préstamo se convierte en otra cosa aunque se siga llamando préstamo.
La economía siempre ha utilizado los préstamos, lo que ha permitido que las sociedades avancen. Sin embargo junto a este factor de avance existen, como en todas las actividades humanas, las sombras. Son aquellos préstamos que, por diversos motivos se hacen a intereses exagerados o aquellos que se hacen sin las debidas garantías o a personas que se sabe con certeza que no los pueden devolver.
En épocas o en países en los que la agricultura es el principal medio de subsistencia se da mucho este tipo de préstamo. Una mala cosecha obliga al campesino a pedir un préstamo para no morir de hambre y naturalmente pone como garantía su campo. Los intereses son muy altos, pero la alternativa es morir. Salvo que la cosecha sea excepcional, el préstamo más los intereses no se pueden pagar, lo que hace que el campesino se quede sin tierra.
Otro tipo es el préstamo mafioso. Cuando al jefe mafioso le interesa un negocio, comienzan a ocurrir desgracias, como accidentes varios, incendios... El resultado es que el dueño debe pedir un préstamo, pero los bancos, ante la ruina del negocio, no le prestan y tiene que recurrir al “padrino”. Además del dinero debe colocar a una persona de confianza del prestamista que vigilará que el negocio marche bien. Ni que decir tiene que la poco tiempo el empresario ha perdido su negocio y tendrá suerte si no pierde también la vida.
Los países funcionan igual que las empresas, necesitan dinero y lo mejor es recurrir a los préstamos. Eso permite acometer obras importantes, que al igual que en las empresas, permite ganar más y pagar fácilmente el préstamo. De esta manera no se aumentan los impuestos, pero cuando la obra esté funcionando, al moverse más el dinero, se genera más rendimiento en los impuestos, con lo que se paga el crédito sin que los ciudadanos se vean afectados.
Sin embargo hoy día los gastos del Estado son tan enormes que sobrepasan con mucho la recaudación de impuestos, aunque estos sean muy altos. La solución evidente es reducir los gastos, pero entonces se vería afectado el llamado “estado del bienestar” que es algo que todos los gobiernos ensalzan y que produce muchos votos. Por tanto, para cuadrar las cuentas y que los votos sigan fluyendo, se recurre al préstamo, naturalmente de forma excepcional y con intención de devolverlo lo más pronto posible. Luego lo excepcional se convierte en habitual y no se devuelve. En realidad si se devuelve, es la condición básica del préstamo, pero para ello se pide otro crédito y así en pocos años el país vive en una economía ficticia pues todo se hace a base de créditos.
Pero también se puede recurrir a obligar al país a endeudarse gastando los créditos en comprar, naturalmente al prestamista, cosas que no necesita. Para esto, lo mejor es contar con un gobierno adicto que haga lo que el prestamista quiere, pero si el gobierno se niega, hay muchas formas de obligarlo y si a pesar de todo, se resiste, se cambia el gobierno por otro adicto.
Fijándonos en el caso de Grecia, vemos que los sucesivos gobiernos se han endeudado muy por encima de sus posibilidades, de las dos formas descritas: manteniendo un bienestar incompatible con la economía griega y comprando cosas innecesarias, como armas. Y naturalmente, pasando el problema al siguiente gobierno, hasta que el problema se ha hecho tan grande que no ha podido seguir.
Ahora el gobierno intenta no pagar aduciendo mil una excusas, muchas de las cuales son ciertas, pero cuando se contrae una deuda hay que pagarla y si no, el sistema se hunde.
Cuando no se paga, se ejecutan las garantías. Ya han comenzado. De momento, los puertos griegos han pasado al control de una sociedad que ha pagado mil quinientos millones. Naturalmente, los puertos griegos valen mucho más, pero como el precio de las cosas está en función de lo que alguien esté dispuesto a pagar, pues su valor es ese, el que han pagado. Y así seguirán cobrando a base de vender lo que alguien esté dispuesto a comprar. Y todo lo demás que se diga es pataleo.
Cierto que a cuenta de la crisis griega algunos han ganado mucho dinero, alguien ha calculado que Alemania ha ganado o dejado de gastar, sobre cien mil millones. Otros países también habrán ganado algo. Lo bueno sería que parte de esas ganancias fueran a Grecia para pagar las deudas, pero eso no es economía es filantropía y lo países no suelen ser filántropos.
Dado que la deuda griega es impagable, cuando ya no quede nada que vender, tendrán que perdonarle lo que quede y comenzar de cero. Salvo que mientras y puesto que todos los países están endeudados por encima de sus posibilidades, la economía mundial colapse y haya que comenzar desde cero.
Nota: sobre estas consideraciones debemos aplicar el criterio de la confusión que se trató hace unos días en el blog y debemos contemplar la posibilidad que todo el disparate de deuda que tienen los países sea una forma más de crear confusión entre la gente.
Vanlop
El préstamo, como elemento económico se basa en la garantía de devolución. Para ello, el prestamista ha comprometido bienes por valor superior al préstamo, del prestatario o de los avalistas. Si no existe la garantía de devolución, el préstamo se convierte en otra cosa aunque se siga llamando préstamo.
La economía siempre ha utilizado los préstamos, lo que ha permitido que las sociedades avancen. Sin embargo junto a este factor de avance existen, como en todas las actividades humanas, las sombras. Son aquellos préstamos que, por diversos motivos se hacen a intereses exagerados o aquellos que se hacen sin las debidas garantías o a personas que se sabe con certeza que no los pueden devolver.
En épocas o en países en los que la agricultura es el principal medio de subsistencia se da mucho este tipo de préstamo. Una mala cosecha obliga al campesino a pedir un préstamo para no morir de hambre y naturalmente pone como garantía su campo. Los intereses son muy altos, pero la alternativa es morir. Salvo que la cosecha sea excepcional, el préstamo más los intereses no se pueden pagar, lo que hace que el campesino se quede sin tierra.
Otro tipo es el préstamo mafioso. Cuando al jefe mafioso le interesa un negocio, comienzan a ocurrir desgracias, como accidentes varios, incendios... El resultado es que el dueño debe pedir un préstamo, pero los bancos, ante la ruina del negocio, no le prestan y tiene que recurrir al “padrino”. Además del dinero debe colocar a una persona de confianza del prestamista que vigilará que el negocio marche bien. Ni que decir tiene que la poco tiempo el empresario ha perdido su negocio y tendrá suerte si no pierde también la vida.
Los países funcionan igual que las empresas, necesitan dinero y lo mejor es recurrir a los préstamos. Eso permite acometer obras importantes, que al igual que en las empresas, permite ganar más y pagar fácilmente el préstamo. De esta manera no se aumentan los impuestos, pero cuando la obra esté funcionando, al moverse más el dinero, se genera más rendimiento en los impuestos, con lo que se paga el crédito sin que los ciudadanos se vean afectados.
Sin embargo hoy día los gastos del Estado son tan enormes que sobrepasan con mucho la recaudación de impuestos, aunque estos sean muy altos. La solución evidente es reducir los gastos, pero entonces se vería afectado el llamado “estado del bienestar” que es algo que todos los gobiernos ensalzan y que produce muchos votos. Por tanto, para cuadrar las cuentas y que los votos sigan fluyendo, se recurre al préstamo, naturalmente de forma excepcional y con intención de devolverlo lo más pronto posible. Luego lo excepcional se convierte en habitual y no se devuelve. En realidad si se devuelve, es la condición básica del préstamo, pero para ello se pide otro crédito y así en pocos años el país vive en una economía ficticia pues todo se hace a base de créditos.
Pero también se puede recurrir a obligar al país a endeudarse gastando los créditos en comprar, naturalmente al prestamista, cosas que no necesita. Para esto, lo mejor es contar con un gobierno adicto que haga lo que el prestamista quiere, pero si el gobierno se niega, hay muchas formas de obligarlo y si a pesar de todo, se resiste, se cambia el gobierno por otro adicto.
Fijándonos en el caso de Grecia, vemos que los sucesivos gobiernos se han endeudado muy por encima de sus posibilidades, de las dos formas descritas: manteniendo un bienestar incompatible con la economía griega y comprando cosas innecesarias, como armas. Y naturalmente, pasando el problema al siguiente gobierno, hasta que el problema se ha hecho tan grande que no ha podido seguir.
Ahora el gobierno intenta no pagar aduciendo mil una excusas, muchas de las cuales son ciertas, pero cuando se contrae una deuda hay que pagarla y si no, el sistema se hunde.
Cuando no se paga, se ejecutan las garantías. Ya han comenzado. De momento, los puertos griegos han pasado al control de una sociedad que ha pagado mil quinientos millones. Naturalmente, los puertos griegos valen mucho más, pero como el precio de las cosas está en función de lo que alguien esté dispuesto a pagar, pues su valor es ese, el que han pagado. Y así seguirán cobrando a base de vender lo que alguien esté dispuesto a comprar. Y todo lo demás que se diga es pataleo.
Cierto que a cuenta de la crisis griega algunos han ganado mucho dinero, alguien ha calculado que Alemania ha ganado o dejado de gastar, sobre cien mil millones. Otros países también habrán ganado algo. Lo bueno sería que parte de esas ganancias fueran a Grecia para pagar las deudas, pero eso no es economía es filantropía y lo países no suelen ser filántropos.
Dado que la deuda griega es impagable, cuando ya no quede nada que vender, tendrán que perdonarle lo que quede y comenzar de cero. Salvo que mientras y puesto que todos los países están endeudados por encima de sus posibilidades, la economía mundial colapse y haya que comenzar desde cero.
Nota: sobre estas consideraciones debemos aplicar el criterio de la confusión que se trató hace unos días en el blog y debemos contemplar la posibilidad que todo el disparate de deuda que tienen los países sea una forma más de crear confusión entre la gente.
Vanlop
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