El grito "Que te vote Txapote" ha causado estragos a la candidatura de Sánchez. Se ha extendido por toda España y es reflejo de la naturaleza de su clientela política, donde abundan los corruptos, enchufados, okupas, ex terroristas, golpistas, ilegales, etc.
El 23 de julio se confrontarán en las urnas dos Españas, la degradada, partidaria de Pedro Sánchez, y la antisanchista, que votará a cualquier partido de oposición porque la prioridad absoluta en esta España acorralada por la decadencia y la crisis es echar a Pedro Sánchez del poder.
Sánchez ha utilizado la mentira, el miedo y la prepotencia arrogante para gobernar y ha logrado someter con esos métodos a casi la totalidad del PSOE y a una parte importante de la sociedad. Pero al mismo tiempo ha provocado rechazo y ha engordado la resistencia, hasta el punto de que es ya el presidente de gobierno más rechazado y odiado desde la muerte de Franco y, según muchos observadores, desde Godoy.
Ayer mismo se le descubrió otra mentira: Sánchez dijo que no ante España entera, pero la Dirección General de Tráfico dijo la verdad y aseguró que las autovías españolas serán de pago a partir de 2024.
Simplificando: se enfrentarán, por un lado las huestes de Pedro Sánchez y por otro la España que quiere regenerarse y resurgir.
Las matemáticas dicen que el sanchismo no puede triunfar porque el mismo se ha cerrado las puertas del éxito y sus adversarios son muchos más que sus partidarios. Ha provocado demasiado y ha causado muchos estragos en los autónomos, los empresarios, las clases medias, los profesionales, los demócratas y los cientos de miles de ciudadanos que se han empobrecido y que se han sentido esquilmados por sus impuestos abusivos, algunos de los cuales considerados ilegales en el resto de Europa.
Además de rechazo, el sanchsmo ha provocado desconfianza en el sistema y, sobre todo, en su gobierno, donde la presencia de comunistas y la alianza con antiguos terroristas, independentistas, golpistas y gente que odia a España nunca ha podido ser asumida por la inmensa mayoría de los españoles.
Tan sólo si se suman los demócratas, los cristianos y los españoles decentes y honrados, la victoria del antisanchismo está asegurada el 23 de julio. La masa contraria a Sánchez es todavía mayor si se suman los maltratados autónomos, los arruinados agricultores y ganaderos, los expoliados por los impuestos, aquellos a los que el poder ha arrebatado sus herencias, los que han perdido poder adquisitivo, los antiguos miembros de la prospera y orgullosa clase media española, diezmada por los socialistas, los que no llegan a fin de mes, los que sienten asco del mundo que van a dejar a sus hijos, las victimas de ETA, de los okupas y de los maleantes y violadores que campean por las calles y plazas de España, los que sufren con la decadencia de España y su declive en el mundo y la gente con valores y principios.
Las matemáticas y la metafísica garantizan que Sánchez será expulsado el poder y que perderá, como también perdió las elecciones del 28 de mayo, en las que fue desmontado el poder autonómico y municipal socialista, lo que induce a pensar que si eso no ocurre en las generales de julio será porque el fraude habrá entrado en la escena.
Francisco Rubiales
Sánchez ha utilizado la mentira, el miedo y la prepotencia arrogante para gobernar y ha logrado someter con esos métodos a casi la totalidad del PSOE y a una parte importante de la sociedad. Pero al mismo tiempo ha provocado rechazo y ha engordado la resistencia, hasta el punto de que es ya el presidente de gobierno más rechazado y odiado desde la muerte de Franco y, según muchos observadores, desde Godoy.
Ayer mismo se le descubrió otra mentira: Sánchez dijo que no ante España entera, pero la Dirección General de Tráfico dijo la verdad y aseguró que las autovías españolas serán de pago a partir de 2024.
Simplificando: se enfrentarán, por un lado las huestes de Pedro Sánchez y por otro la España que quiere regenerarse y resurgir.
Las matemáticas dicen que el sanchismo no puede triunfar porque el mismo se ha cerrado las puertas del éxito y sus adversarios son muchos más que sus partidarios. Ha provocado demasiado y ha causado muchos estragos en los autónomos, los empresarios, las clases medias, los profesionales, los demócratas y los cientos de miles de ciudadanos que se han empobrecido y que se han sentido esquilmados por sus impuestos abusivos, algunos de los cuales considerados ilegales en el resto de Europa.
Además de rechazo, el sanchsmo ha provocado desconfianza en el sistema y, sobre todo, en su gobierno, donde la presencia de comunistas y la alianza con antiguos terroristas, independentistas, golpistas y gente que odia a España nunca ha podido ser asumida por la inmensa mayoría de los españoles.
Tan sólo si se suman los demócratas, los cristianos y los españoles decentes y honrados, la victoria del antisanchismo está asegurada el 23 de julio. La masa contraria a Sánchez es todavía mayor si se suman los maltratados autónomos, los arruinados agricultores y ganaderos, los expoliados por los impuestos, aquellos a los que el poder ha arrebatado sus herencias, los que han perdido poder adquisitivo, los antiguos miembros de la prospera y orgullosa clase media española, diezmada por los socialistas, los que no llegan a fin de mes, los que sienten asco del mundo que van a dejar a sus hijos, las victimas de ETA, de los okupas y de los maleantes y violadores que campean por las calles y plazas de España, los que sufren con la decadencia de España y su declive en el mundo y la gente con valores y principios.
Las matemáticas y la metafísica garantizan que Sánchez será expulsado el poder y que perderá, como también perdió las elecciones del 28 de mayo, en las que fue desmontado el poder autonómico y municipal socialista, lo que induce a pensar que si eso no ocurre en las generales de julio será porque el fraude habrá entrado en la escena.
Francisco Rubiales
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