ZP está demostrando hasta la saciedad que la sociedad española estaba (y está) tan cansada de crispación, tan hastiada de políticos en trifulca, que, a pesar de sus errores, carencias y ridículos, no se desgasta y derrota al PP allí donde combate. El "caso ZP", digno de ser estudiado en escuelas de negocios y de capacitación política, está demostrando que el talante, en política, tiene un enorme valor y que un curioso, contradictorio y vano espécimen político como ZP, con sólo ofrecer sonrisas, calma y sosiego envuelto en ropajes de paz, puede derrotar a un adversario políticamente mas sólido, pero marcado por una nefasta imagen de radicalismo y envuelto en aires de tensión y de enfrentamiento.
La lección política de ZP es tan evidente y contundente que hasta se ha plasmado en Galicia, un territorio tradicionalmente hostil, sin que pueda entenderse por que razón el PP se resiste a asumirla y a corregir su rumbo.
Al mantener y concentrar su esfuerzo en una política de crispación y de enfrentamiento, el PP, incapaz de presentar ideas nuevas y estilos ilusionantes, aun sin pretenderlo, se desliza hacia la derecha, deja valiosos espacios vacios en el centro político y desarrolla una errónea estrategia política que le resta apoyos constantemente.
ZP demuestra con su estilo algo que es conocido desde hace siglos: que, en política, la forma es tan importante como el fondo. Pero su verdadera aportación ha consistido en haber descubierto antes que nedie que en España, donde los políticos han perdido casi toda su credibilidad, la forma es ya mucho más importante que el fondo.
La lección es sencilla, palpable y evidente: con un gobierno deficiente, con una política desastrosa, pero con un "talante" que consiste en una sonrisa angelical, en un diálogo aparente y mucha calma, se ganan votos y apoyos en la política española, al menos por ahora.
Parece increible que los teóricamente maduros políticos del PP (o al menos sus asesores de marketing y comunicación) no sean capaces de captar el mensaje claro de la sociedad española, que no se cree ya lo que los desacreditados políticos le dicen, pero que exige que las necedades y mentiras se las digan amablemente, sin que les amarguen el almuerzo y la cena con tensiones y peleas barriobajeras en los telediarios.
ZP lo ha sabido descubrir, y ese es su mérito, mientras que la oposición sigue primando de manera suicida el estilo amargo y telúrico de Aznar, magistralmente encarnado en Acebes, Zaplana y Arenas, un estilo que renuncia a presentar opciones ilusionantes y que intenta poner en evidencia las carencias reales del adversario, pero que sólo sirve hoy para generar un rechazo estético en el electorado que resta votos.
La lección política de ZP es tan evidente y contundente que hasta se ha plasmado en Galicia, un territorio tradicionalmente hostil, sin que pueda entenderse por que razón el PP se resiste a asumirla y a corregir su rumbo.
Al mantener y concentrar su esfuerzo en una política de crispación y de enfrentamiento, el PP, incapaz de presentar ideas nuevas y estilos ilusionantes, aun sin pretenderlo, se desliza hacia la derecha, deja valiosos espacios vacios en el centro político y desarrolla una errónea estrategia política que le resta apoyos constantemente.
ZP demuestra con su estilo algo que es conocido desde hace siglos: que, en política, la forma es tan importante como el fondo. Pero su verdadera aportación ha consistido en haber descubierto antes que nedie que en España, donde los políticos han perdido casi toda su credibilidad, la forma es ya mucho más importante que el fondo.
La lección es sencilla, palpable y evidente: con un gobierno deficiente, con una política desastrosa, pero con un "talante" que consiste en una sonrisa angelical, en un diálogo aparente y mucha calma, se ganan votos y apoyos en la política española, al menos por ahora.
Parece increible que los teóricamente maduros políticos del PP (o al menos sus asesores de marketing y comunicación) no sean capaces de captar el mensaje claro de la sociedad española, que no se cree ya lo que los desacreditados políticos le dicen, pero que exige que las necedades y mentiras se las digan amablemente, sin que les amarguen el almuerzo y la cena con tensiones y peleas barriobajeras en los telediarios.
ZP lo ha sabido descubrir, y ese es su mérito, mientras que la oposición sigue primando de manera suicida el estilo amargo y telúrico de Aznar, magistralmente encarnado en Acebes, Zaplana y Arenas, un estilo que renuncia a presentar opciones ilusionantes y que intenta poner en evidencia las carencias reales del adversario, pero que sólo sirve hoy para generar un rechazo estético en el electorado que resta votos.