Pocos políticos han sido tan dañinos como Pablo Iglesias para la democracia española. El líder de Unidas Podemos ha destrozado su propio partido y ha deteriorado y desprestigiado el sistema democrático en tan solo cuatro años. Su biografía ha demostrado ante el pueblo que los políticos se alejan de sus principios y valores y se enriquecen de manera inexplicable cuando alcanzan altos puestos en la política. También demuestra que los comunistas que integran la élite del partido son los que se enriquecen y se atiborran de unos privilegios y ventajas que nunca están al alcance de sus pueblos.
La compra de su chalet de Galapagar, un error de principiante que hirió de muerte su carrera política, ha desvelado que se ha hecho velozmente millonario en la política, en la que disfruta tanto que causa rechazo, tras provocar lástima viéndolo mendigar un ministerio a Pedro Sánchez.
En cuatro años, Pablo Iglesias ha pasado de ser el chico de Vallecas que vivía con su abuela a ser el dueño de una villa en una urbanización de empresarios y millonarios. tras haber aumentado, de manera inexplicable, su patrimonio durante su etapa política. En ese mismo periodo, el partido que él dirige, Podemos, ha entrado en un profundo declive, dividido y desmoralizado, tras perder millones de votos y padecer un liderazgo cargado de errores.
Su partido nació pujante, recogiendo en su seno a los indignados y a los decepcionados por la suciedad de la democracia española y la indecencia de los dos grandes partidos, el PSOE y el PP, pero Iglesias lo destrozó en poco tiempo, acabando con su universalidad, su impulso ciudadano, su capacidad de despertad ilusión y esperanza y sus valores populares, convirtiéndolo en sectario, vertical, antidemocrático y comunista.
Los viejos indignados que se ilusionaron con el Podemos original, que eran la parte más sana y pujante de la sociedad española, han escapado, decepcionados, de Podemos y se han desperdigado por el espectro. Unos han ido a Ciudadanos, otros a VOX y otros muchos a la frustración, la abstención y el voto en blanco.
Unidas Podemos, bajo la dirección desgraciada de Iglesias, se ha deteriorado tanto que ahora parece un cadáver, víctima del abandono del grueso de sus votantes, del descontento, de la división interna y de un profundo sectarismo que le ha llevado a perder el apoyo de millones de españoles.
Con la credibilidad perdida, con su partido dividido y con sus amigos en desbandada, Pablo Igesias es un cadáver, aunque él no lo sepa y aunque esté temporalmente revestido con el ropaje de vicepresidente del gobierno. Consciente de que sólo el reparto del botín podía salvarle del desastre, por eso pataleaba y mendigaba un puesto en el gobierno. Como cualquier partido de izquierda, sabe que los suyos le mantendrán en el poder y renunciarán a crucificarlo por sus errores si reparte poder y dinero, si consigue controlar parte del presupuesto.
Su actual vicepresidencia es su salvavidas y su único billete para evitar ser despedazado.
Francisco Rubiales
La compra de su chalet de Galapagar, un error de principiante que hirió de muerte su carrera política, ha desvelado que se ha hecho velozmente millonario en la política, en la que disfruta tanto que causa rechazo, tras provocar lástima viéndolo mendigar un ministerio a Pedro Sánchez.
En cuatro años, Pablo Iglesias ha pasado de ser el chico de Vallecas que vivía con su abuela a ser el dueño de una villa en una urbanización de empresarios y millonarios. tras haber aumentado, de manera inexplicable, su patrimonio durante su etapa política. En ese mismo periodo, el partido que él dirige, Podemos, ha entrado en un profundo declive, dividido y desmoralizado, tras perder millones de votos y padecer un liderazgo cargado de errores.
Su partido nació pujante, recogiendo en su seno a los indignados y a los decepcionados por la suciedad de la democracia española y la indecencia de los dos grandes partidos, el PSOE y el PP, pero Iglesias lo destrozó en poco tiempo, acabando con su universalidad, su impulso ciudadano, su capacidad de despertad ilusión y esperanza y sus valores populares, convirtiéndolo en sectario, vertical, antidemocrático y comunista.
Los viejos indignados que se ilusionaron con el Podemos original, que eran la parte más sana y pujante de la sociedad española, han escapado, decepcionados, de Podemos y se han desperdigado por el espectro. Unos han ido a Ciudadanos, otros a VOX y otros muchos a la frustración, la abstención y el voto en blanco.
Unidas Podemos, bajo la dirección desgraciada de Iglesias, se ha deteriorado tanto que ahora parece un cadáver, víctima del abandono del grueso de sus votantes, del descontento, de la división interna y de un profundo sectarismo que le ha llevado a perder el apoyo de millones de españoles.
Con la credibilidad perdida, con su partido dividido y con sus amigos en desbandada, Pablo Igesias es un cadáver, aunque él no lo sepa y aunque esté temporalmente revestido con el ropaje de vicepresidente del gobierno. Consciente de que sólo el reparto del botín podía salvarle del desastre, por eso pataleaba y mendigaba un puesto en el gobierno. Como cualquier partido de izquierda, sabe que los suyos le mantendrán en el poder y renunciarán a crucificarlo por sus errores si reparte poder y dinero, si consigue controlar parte del presupuesto.
Su actual vicepresidencia es su salvavidas y su único billete para evitar ser despedazado.
Francisco Rubiales
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