El joven que denunció una agresión homófoba en Madrid confiesa que no le atacaron encapuchados: “Fue consentido”. El denunciante, de 20 años, se expone a sufrir un castigo de la Justicia por simular y falsear. Pero los que más merecerían un castigo por desplegar las banderas del odio y la revancha sin comprobar la veracidad del caso y sin solvencia alguna se irán de rositas, sin el castigo que merecen por acusar con saña a sus adversarios políticos.
La política española está dominada por el odio, la mentira y la podredumbre ética. Es un océano de mediocres sin escrúpulos, saqueadores de lo público, dispuestos a todo con tal de conservar el botín del poder. A veces, ese fanatismo ciego conduce al ridículo y a situaciones tan degradadas que exigen dimisión. En cualquier democracia seria ya habría dimitido algunos, ente ellos el presidente del gobierno y el ministro del Interior, pero en España no ocurre nada y sigue girando la rueda del odio, el esperpento, la degradación política y el más espantoso ridículo ante la opinión pública y la ciudadanía en general.
Las declaraciones culpando a VOX a Ayuso y a la derecha fascista, que acosa y machaca a los pobres maricas, quedaron en nada cuando la presunta víctima confesó que se había inventado el ataque homófobo, quien sabe si para justificarse ante su novio o por otra razón oscura que no conocemos. La policía española, que muchas veces es endiabladamente eficaz, logró que el mentiroso se derrumbara y dejara en ridículo a la progresía en pleno, a los enfurecidos miembros de la liga LGTBI y al mismísimo gobierno, que a pesar de tener reclutados a mas asesores que el resto de los gobiernos de Europa juntos, no es lo bastante serio e inteligente para diferenciar un bulo de una verdad y que aprovecha todo lo que puede para ganar votos y seguir disfrutando del opulento festín del poder que los políticos tienen montado en España, a costa del pobre, saqueado y maltratado pueblo.
Les juro que en Gran Bretaña, Alemania, Francia y otros países regidos por democracias reales, se habrían producido dimisiones ya. Pero en España, el país del odio y de la falsedad democrática, no ocurrirá nada.
Hace algunos años publiqué el libro "Hienas y buitres" (Tecnos 2018), en el que describía las relaciones pervertidas entre el poder y los medios y entre las mentiras del poder y la sociedad, que está condenada a recibir esa sucia lluvia contaminante. En el libro se defendía la tesis de que la utilización de las desgracias ajenas como herramienta de autopromoción política era una de las taras más repugnantes de nuestra política. El odio al enemigo y el "todo vale" con tal de permanecer en el poder están en la esencia del discurso de Podemos y del PSOE, dos partidos que se sienten tan a gusto disfrutando del presupuesto y del botín del poder que están dispuestos a realizar cualquier locura imaginable con tal de ganar votos. Pero esa bajeza del ataque sin ética al adversario para destruirlo también es patrimonio del PP.
LGTBI y sus "amigos" del gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez, tras el falso ataque de Malasaña, siguen reivindicando la necesidad de luchar contra la homofobia, que realmente existe, pero ni piden perdón, ni lamentan la mentira degradante con la que han inundado España, ni dimiten, como deberían.
La idea es seguir en la pocilga todo el tiempo posible, disfrutando de la bacanal del poder a costa de un pueblo al que no se le da, desde el poder, ni la decencia, ni la eficacia, ni la verdad, ni la justicia, ni la grandeza a la que tiene derecho.
Francisco Rubiales
La política española está dominada por el odio, la mentira y la podredumbre ética. Es un océano de mediocres sin escrúpulos, saqueadores de lo público, dispuestos a todo con tal de conservar el botín del poder. A veces, ese fanatismo ciego conduce al ridículo y a situaciones tan degradadas que exigen dimisión. En cualquier democracia seria ya habría dimitido algunos, ente ellos el presidente del gobierno y el ministro del Interior, pero en España no ocurre nada y sigue girando la rueda del odio, el esperpento, la degradación política y el más espantoso ridículo ante la opinión pública y la ciudadanía en general.
Las declaraciones culpando a VOX a Ayuso y a la derecha fascista, que acosa y machaca a los pobres maricas, quedaron en nada cuando la presunta víctima confesó que se había inventado el ataque homófobo, quien sabe si para justificarse ante su novio o por otra razón oscura que no conocemos. La policía española, que muchas veces es endiabladamente eficaz, logró que el mentiroso se derrumbara y dejara en ridículo a la progresía en pleno, a los enfurecidos miembros de la liga LGTBI y al mismísimo gobierno, que a pesar de tener reclutados a mas asesores que el resto de los gobiernos de Europa juntos, no es lo bastante serio e inteligente para diferenciar un bulo de una verdad y que aprovecha todo lo que puede para ganar votos y seguir disfrutando del opulento festín del poder que los políticos tienen montado en España, a costa del pobre, saqueado y maltratado pueblo.
Les juro que en Gran Bretaña, Alemania, Francia y otros países regidos por democracias reales, se habrían producido dimisiones ya. Pero en España, el país del odio y de la falsedad democrática, no ocurrirá nada.
Hace algunos años publiqué el libro "Hienas y buitres" (Tecnos 2018), en el que describía las relaciones pervertidas entre el poder y los medios y entre las mentiras del poder y la sociedad, que está condenada a recibir esa sucia lluvia contaminante. En el libro se defendía la tesis de que la utilización de las desgracias ajenas como herramienta de autopromoción política era una de las taras más repugnantes de nuestra política. El odio al enemigo y el "todo vale" con tal de permanecer en el poder están en la esencia del discurso de Podemos y del PSOE, dos partidos que se sienten tan a gusto disfrutando del presupuesto y del botín del poder que están dispuestos a realizar cualquier locura imaginable con tal de ganar votos. Pero esa bajeza del ataque sin ética al adversario para destruirlo también es patrimonio del PP.
LGTBI y sus "amigos" del gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez, tras el falso ataque de Malasaña, siguen reivindicando la necesidad de luchar contra la homofobia, que realmente existe, pero ni piden perdón, ni lamentan la mentira degradante con la que han inundado España, ni dimiten, como deberían.
La idea es seguir en la pocilga todo el tiempo posible, disfrutando de la bacanal del poder a costa de un pueblo al que no se le da, desde el poder, ni la decencia, ni la eficacia, ni la verdad, ni la justicia, ni la grandeza a la que tiene derecho.
Francisco Rubiales
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