Los informes sobre el gobierno de España que la embajada de Estados Unidos envía a Washington son demoledores y retratan a un gobierno claramente pervertido.
La OCDE ya acusaba a los políticos que gobernaban España en 2014 de ser insensibles al dolor y de desproteger a los ciudadanos mas humildes y necesitados. Era una acusación grave que ponía de relieve la falta de humanidad y valores de una casta que el pueblo ya desprecia y rechaza. Pero los acontecimientos en los años siguientes obligan a elevar el grado de maldad de esos dirigentes, que no han cesado de perjudicar y maltratar a España y a los españoles con actos y decisiones que superan con creces la maldad de 2014.
La España de Pedro Sánchez es un cóctel putrefacto de corrupción, abuso de poder, degradación, engaño, suciedad, opacidad y maldad reconcentrada.
Seguir mintiendo, macerando políticas oscuras y secretas de espaldas al pueblo, financiando a los partidos políticos y sindicatos amigos con dinero público, mantener abiertas las costosas televisiones públicas y preferir suprimir servicios sociales o restar calidad a la educación y a la salud; despilfarrar, ampliar el número de ministerios y de asesores, subirse los sueldos mientras millones de españoles no llegan a final de mes con sus salarios de miseria y negarse a adelgazar un Estado que cuesta tanto que no deja dinero para políticas sociales y servicios básicos, no es irresponsabilidad sino pura maldad, como lo es también repartir dinero y recursos públicos con criterios electoralistas y, sobre todo, comprar medios de comunicación, voluntades y votos con el dinero de los impuestos.
En España las colas del hambre son una tragedia que los que gobiernan ignoran. Hay también miles de personas que sobreviven rebuscando en los contenedores de basura. Hay niños que pasan hambre y cientos de miles de familias que tienen dificultades para comer y para calentarse en invierno. Los jóvenes tienen que emigrar para poder trabajar y los millones de desempleados están convirtiéndose en legiones de desesperados, tristes y llenos de odio. Mientras tanto, la corrupción sigue minando las filas del poder, los políticos no se bajan los sueldos, ni ahorran, mientras siguen regalando cientos de millones de euros a Marruecos, a sus amigos, a los inmigrantes ilegales, a sus propios partidos políticos y a los sindicatos y patronal. Sus amigos mas íntimos han saqueado las cajas de ahorro, sin haber sido castigados, sustrayendo una enorme masa de millones que habría servido, por si sola, para alimentar a todos los pobres de España durante una década. Como les sigue faltando dinero porque no paran de gastar y no saben renunciar a sus lujos y privilegios, acosan al ciudadano y a la empresa con impuestos agobiantes. Su avaricia asquerosa ya ha logrado crear casi diez millones de pobres y ha cerrado mas de un millón de empresas.
La gente que gobierna mal, que apadrina la injusticia desde el poder, que miente y engaña a los ciudadanos y se sienta en el Parlamento, consintiendo, cuando no provocando, que el mal y el sufrimiento avancen, no es torpe ni irresponsable, sino malvada.
Lo primero que hay que exigirle a un político no es que sea inteligente, ni eficaz, sino que sea humano, decente y ejemplar. Los malvados en el poder son un peligro mortal para los pueblos y para la civilización humana. En España, hemos sido demasiado permisivos con nuestros dirigentes y nos hemos desentendido de la política, consiguiendo lo que ya vaticinó Platón cuando dijo que desentenderse de la política hace posible que gobiernen los peores. En España, el déficit de valor y virtud en el poder es estremecedor. Los ciudadanos deben ser conscientes de que España necesita una regeneración ética. mas que una renovación política. De nada sirve cambiar las leyes y la Constitución si entre quienes ejercen el poder abundan los rufianes.
Que alguien explique con sinceridad y sin pasión como se puede vivir en el lujo mientras la gente se suicida y se retuerce de angustia en la pobreza o como los políticos antes de cerrar las costosas televisiones públicas prefieren esquilmar la sociedad con impuestos, cerrar empresas por causa de su codicia y convivir alegremente y sin remordimientos con la "corrupción", la "injusticia" y el "sufrimiento humano", que son ya los tres rasgos principales de la "Marca España". Que alguien nos aclare si es maldad o no que los nazis catalanes se dediquen a chantajear y a sembrar el odio y la división entre españoles y catalanes mientras a su alrededor la gente se muere de pobreza, tristeza, frío o hambre y la vida en Cataluña se degrada. Que me expliquen, por favor, si es digno y decente que los políticos cobren sobresueldos en dinero negro y que se dediquen a regalar millones de euros a sindicatos marcados por la corrupción y el abuso.
Podrían citarse cientos de ejemplos mas de políticos canallas que ni siquiera ven ya la pobreza que avanza por las calles y plazas de España, porque ellos se han acostumbrado a vivir en la burbuja del lujo y el poder, de ministros que eliminan sin conciencia la justicia gratuita, de dirigentes que reparten contratos públicos entre sus amigos, que se enriquecen inexplicablemente, que roban en la oscuridad, que colocan a los que tienen carné de su partido, aunque sean innecesarios, a cargo del Estado, que niegan subvenciones y ayudas a los que piensan diferente y que manipulan la Justicia porque quieren jueces amigos y propicios con el carné del partido oculto en un cajón de su casa.
¿Qué hacer ante el drama que nos constriñe, angustia y golpea nuestras conciencias humanas? Lo primero es concluir que si creemos realmente que hay mucha "Mala gente" mandando en España, entonces hay que luchar, siempre desde la legalidad democrática, para expulsarlos del poder y sustituirlos por gente decente y digna, sometida previamente a exigencias éticas y a exámenes de solvencia humana. Hay que hacerlo por métodos pacíficos, sin apartarse de la legalidad, entre otras razones porque a los malvados les encantaría que les combatiéramos con violencia para poder así echarnos encima a la policía y a sus jueces y enviarnos a prisión. No hay que votarlos jamás, ni coincidir con ellos en actos y espacios públicos; hay que abandonar un restaurante cuando en él aparezca un político culpable de corrupción, opresión y abuso; cuando un político culpable de abuso de poder pronuncie una conferencia, ningún ciudadano decente debe estar presente. Si ellos están en un acto público, un ciudadano no puede acompañarlos nunca.
Ya no queremos que sean de izquierda o de derecha, sino decentes y dignos. Estamos hasta el gorro de canallas encaramados en las alturas del Estado. Además de no votarlos jamás, tienen que sentir el aliento del desprecio y el reproche ciudadano en sus sucios cogotes.
Francisco Rubiales
La OCDE ya acusaba a los políticos que gobernaban España en 2014 de ser insensibles al dolor y de desproteger a los ciudadanos mas humildes y necesitados. Era una acusación grave que ponía de relieve la falta de humanidad y valores de una casta que el pueblo ya desprecia y rechaza. Pero los acontecimientos en los años siguientes obligan a elevar el grado de maldad de esos dirigentes, que no han cesado de perjudicar y maltratar a España y a los españoles con actos y decisiones que superan con creces la maldad de 2014.
La España de Pedro Sánchez es un cóctel putrefacto de corrupción, abuso de poder, degradación, engaño, suciedad, opacidad y maldad reconcentrada.
Seguir mintiendo, macerando políticas oscuras y secretas de espaldas al pueblo, financiando a los partidos políticos y sindicatos amigos con dinero público, mantener abiertas las costosas televisiones públicas y preferir suprimir servicios sociales o restar calidad a la educación y a la salud; despilfarrar, ampliar el número de ministerios y de asesores, subirse los sueldos mientras millones de españoles no llegan a final de mes con sus salarios de miseria y negarse a adelgazar un Estado que cuesta tanto que no deja dinero para políticas sociales y servicios básicos, no es irresponsabilidad sino pura maldad, como lo es también repartir dinero y recursos públicos con criterios electoralistas y, sobre todo, comprar medios de comunicación, voluntades y votos con el dinero de los impuestos.
En España las colas del hambre son una tragedia que los que gobiernan ignoran. Hay también miles de personas que sobreviven rebuscando en los contenedores de basura. Hay niños que pasan hambre y cientos de miles de familias que tienen dificultades para comer y para calentarse en invierno. Los jóvenes tienen que emigrar para poder trabajar y los millones de desempleados están convirtiéndose en legiones de desesperados, tristes y llenos de odio. Mientras tanto, la corrupción sigue minando las filas del poder, los políticos no se bajan los sueldos, ni ahorran, mientras siguen regalando cientos de millones de euros a Marruecos, a sus amigos, a los inmigrantes ilegales, a sus propios partidos políticos y a los sindicatos y patronal. Sus amigos mas íntimos han saqueado las cajas de ahorro, sin haber sido castigados, sustrayendo una enorme masa de millones que habría servido, por si sola, para alimentar a todos los pobres de España durante una década. Como les sigue faltando dinero porque no paran de gastar y no saben renunciar a sus lujos y privilegios, acosan al ciudadano y a la empresa con impuestos agobiantes. Su avaricia asquerosa ya ha logrado crear casi diez millones de pobres y ha cerrado mas de un millón de empresas.
La gente que gobierna mal, que apadrina la injusticia desde el poder, que miente y engaña a los ciudadanos y se sienta en el Parlamento, consintiendo, cuando no provocando, que el mal y el sufrimiento avancen, no es torpe ni irresponsable, sino malvada.
Lo primero que hay que exigirle a un político no es que sea inteligente, ni eficaz, sino que sea humano, decente y ejemplar. Los malvados en el poder son un peligro mortal para los pueblos y para la civilización humana. En España, hemos sido demasiado permisivos con nuestros dirigentes y nos hemos desentendido de la política, consiguiendo lo que ya vaticinó Platón cuando dijo que desentenderse de la política hace posible que gobiernen los peores. En España, el déficit de valor y virtud en el poder es estremecedor. Los ciudadanos deben ser conscientes de que España necesita una regeneración ética. mas que una renovación política. De nada sirve cambiar las leyes y la Constitución si entre quienes ejercen el poder abundan los rufianes.
Que alguien explique con sinceridad y sin pasión como se puede vivir en el lujo mientras la gente se suicida y se retuerce de angustia en la pobreza o como los políticos antes de cerrar las costosas televisiones públicas prefieren esquilmar la sociedad con impuestos, cerrar empresas por causa de su codicia y convivir alegremente y sin remordimientos con la "corrupción", la "injusticia" y el "sufrimiento humano", que son ya los tres rasgos principales de la "Marca España". Que alguien nos aclare si es maldad o no que los nazis catalanes se dediquen a chantajear y a sembrar el odio y la división entre españoles y catalanes mientras a su alrededor la gente se muere de pobreza, tristeza, frío o hambre y la vida en Cataluña se degrada. Que me expliquen, por favor, si es digno y decente que los políticos cobren sobresueldos en dinero negro y que se dediquen a regalar millones de euros a sindicatos marcados por la corrupción y el abuso.
Podrían citarse cientos de ejemplos mas de políticos canallas que ni siquiera ven ya la pobreza que avanza por las calles y plazas de España, porque ellos se han acostumbrado a vivir en la burbuja del lujo y el poder, de ministros que eliminan sin conciencia la justicia gratuita, de dirigentes que reparten contratos públicos entre sus amigos, que se enriquecen inexplicablemente, que roban en la oscuridad, que colocan a los que tienen carné de su partido, aunque sean innecesarios, a cargo del Estado, que niegan subvenciones y ayudas a los que piensan diferente y que manipulan la Justicia porque quieren jueces amigos y propicios con el carné del partido oculto en un cajón de su casa.
¿Qué hacer ante el drama que nos constriñe, angustia y golpea nuestras conciencias humanas? Lo primero es concluir que si creemos realmente que hay mucha "Mala gente" mandando en España, entonces hay que luchar, siempre desde la legalidad democrática, para expulsarlos del poder y sustituirlos por gente decente y digna, sometida previamente a exigencias éticas y a exámenes de solvencia humana. Hay que hacerlo por métodos pacíficos, sin apartarse de la legalidad, entre otras razones porque a los malvados les encantaría que les combatiéramos con violencia para poder así echarnos encima a la policía y a sus jueces y enviarnos a prisión. No hay que votarlos jamás, ni coincidir con ellos en actos y espacios públicos; hay que abandonar un restaurante cuando en él aparezca un político culpable de corrupción, opresión y abuso; cuando un político culpable de abuso de poder pronuncie una conferencia, ningún ciudadano decente debe estar presente. Si ellos están en un acto público, un ciudadano no puede acompañarlos nunca.
Ya no queremos que sean de izquierda o de derecha, sino decentes y dignos. Estamos hasta el gorro de canallas encaramados en las alturas del Estado. Además de no votarlos jamás, tienen que sentir el aliento del desprecio y el reproche ciudadano en sus sucios cogotes.
Francisco Rubiales
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