El hundimiento del sistema de salud empezó a ser detectado cuando la amenaza de ébola. Por puras razones de imagen, se fletaron costosos aviones militares para traer hasta España a dos misioneros moribundos, con todo el riesgo que implica importar un virus mortal al corazón del país; el hospital donde ingresaron los enfermos no tenía el nivel de seguridad requerido para tratar a enfermos de ébola; los trajes no eran los apropiados. Había una enfermera enferma que se enteró que estaba contagiada al leer las noticias en su teléfono móvil; se permitió a la enferma que se fuera de vacaciones ya con fiebre y síntomas incipientes de estar infectada; nadie pareció darse cuenta del enorme riesgo que representaba el contagio y la presencia de un virus tan letal como el ébola en un país que recibe a más de setenta millones de turistas al año; el desprestigio mundial de España y los daños a su economía, si el virus del ébola se hubiera extendido, habrían sido enormes, de miles de millones de euros perdidos, de cientos de miles de puestos de trabajo destruidos y miles de empresas cerradas.
El gobierno, tanto en los casos del ébola como en la pandemia del COVID, ha demostrado tener tan poca credibilidad que ni siquiera ha sido capaz de tranquilizar a los ciudadanos, presos del pánico y de la desinformación.
Para colmo de males, nadie dimitió, ni siquiera para tranquilizar a los ciudadanos, lo que ratifica que España es un país diferente y dominado por la impunidad de los que mandan, que jamás rinden cuenta ni responden de sus fechorías y estragos.
La Sanidad Pública española llegó a ser un ejemplo mundial, pero hoy, maltrecha por la politización, la mala gestión de los enchufados con poder, los recortes, la arbitrariedad del poder y la huida de miles de profesionales de primer nivel, que han abandonado el sistema sanitario y que han sido sustituidos por médicos extranjeros de mediocre preparación y que cobran sueldos bajos, ya no es una sanidad confiable.
Las listas de espera son insoportables y hoy son el lugar más peligroso donde se puede encontrar un ciudadano. Miles mueren esperando ser recibidos por un especialista u operados. Las urgencias son cada día más un infierno ineficaz y un espacio antiestético e inhumano donde muchas personas sufren y se desesperan.
La sanidad pública es otra de las muchas víctimas de la clase política española, culpable de casi todos los dramas y desastres de España. Los políticos españoles han sido los causantes directos del hundimiento de las cajas de ahorro y del saqueo de esas instituciones financieras, de las que han desaparecido muchos miles de millones de euros, casi todos despilfarrados o robados. También son culpables del cierre de cientos de miles de empresas, del desempleo masivo, del cobro de impuestos abusivos, del endeudamiento feroz y enloquecido de España en los mercados internacionales, del despilfarro institucional, de la corrupción galopante que infecta a España entera, sobre todo a sus instituciones y cargos públicos, de la ausencia de austeridad en las administraciones, de la construcción de un Estado enfermo de obesidad mórbida e incosteable porque mantiene a mas políticos que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos.
Por último, esa "casta" de políticos, bien pagada y atiborrada de privilegios, probablemente la más rechazada por sus ciudadanos en toda Europa, es también la culpable directa de que España haya degradado su democracia hasta límites increíbles y de que ocupe puestos de cabeza en los rankings mundiales de corrupción, desempleo, paro juvenil, blanqueo de dinero, tráfico y consumo de drogas, alcoholismo, prostitución, trata de blancas, baja calidad de la enseñanza, fracaso escolar, privilegios de la clase política, avance de la pobreza y otros muchos dramas y lacras.
Hoy, ante la escasa eficacia del sistema, han recurrido a la atención telefónica, también convertida en un caos. Las consultas de especialistas se demoran meses y miles de ciudadanos mueren porque no son atendidos debidamente.
En ningún otro ámbito como el de la sanidad pública, que llegó a ser eficaz y brillante, se percibe con más nitidez el desastre que causan los políticos españoles en todo lo que tocan.
Afirmar que los políticos son el principal problema de España, el peor cáncer de la nación y el mayor obstáculo para que el país se regenere y crezca en prosperidad y justicia es totalmente justo. Los políticos son el gran excremento nacional y sus estragos se plasman en la salud, la economía, la educación, la inmigración descontrolada, el incremento de la inseguridad en las calles, la corrupción, el despilfarro, el abuso de poder, los impuestos abusivos, el rechazo a las empresas, el robo a los emprendedores y autónomos y en decenas de capítulos, prácticamente en todos donde la chusma gobernante manda.
Francisco Rubiales
El gobierno, tanto en los casos del ébola como en la pandemia del COVID, ha demostrado tener tan poca credibilidad que ni siquiera ha sido capaz de tranquilizar a los ciudadanos, presos del pánico y de la desinformación.
Para colmo de males, nadie dimitió, ni siquiera para tranquilizar a los ciudadanos, lo que ratifica que España es un país diferente y dominado por la impunidad de los que mandan, que jamás rinden cuenta ni responden de sus fechorías y estragos.
La Sanidad Pública española llegó a ser un ejemplo mundial, pero hoy, maltrecha por la politización, la mala gestión de los enchufados con poder, los recortes, la arbitrariedad del poder y la huida de miles de profesionales de primer nivel, que han abandonado el sistema sanitario y que han sido sustituidos por médicos extranjeros de mediocre preparación y que cobran sueldos bajos, ya no es una sanidad confiable.
Las listas de espera son insoportables y hoy son el lugar más peligroso donde se puede encontrar un ciudadano. Miles mueren esperando ser recibidos por un especialista u operados. Las urgencias son cada día más un infierno ineficaz y un espacio antiestético e inhumano donde muchas personas sufren y se desesperan.
La sanidad pública es otra de las muchas víctimas de la clase política española, culpable de casi todos los dramas y desastres de España. Los políticos españoles han sido los causantes directos del hundimiento de las cajas de ahorro y del saqueo de esas instituciones financieras, de las que han desaparecido muchos miles de millones de euros, casi todos despilfarrados o robados. También son culpables del cierre de cientos de miles de empresas, del desempleo masivo, del cobro de impuestos abusivos, del endeudamiento feroz y enloquecido de España en los mercados internacionales, del despilfarro institucional, de la corrupción galopante que infecta a España entera, sobre todo a sus instituciones y cargos públicos, de la ausencia de austeridad en las administraciones, de la construcción de un Estado enfermo de obesidad mórbida e incosteable porque mantiene a mas políticos que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos.
Por último, esa "casta" de políticos, bien pagada y atiborrada de privilegios, probablemente la más rechazada por sus ciudadanos en toda Europa, es también la culpable directa de que España haya degradado su democracia hasta límites increíbles y de que ocupe puestos de cabeza en los rankings mundiales de corrupción, desempleo, paro juvenil, blanqueo de dinero, tráfico y consumo de drogas, alcoholismo, prostitución, trata de blancas, baja calidad de la enseñanza, fracaso escolar, privilegios de la clase política, avance de la pobreza y otros muchos dramas y lacras.
Hoy, ante la escasa eficacia del sistema, han recurrido a la atención telefónica, también convertida en un caos. Las consultas de especialistas se demoran meses y miles de ciudadanos mueren porque no son atendidos debidamente.
En ningún otro ámbito como el de la sanidad pública, que llegó a ser eficaz y brillante, se percibe con más nitidez el desastre que causan los políticos españoles en todo lo que tocan.
Afirmar que los políticos son el principal problema de España, el peor cáncer de la nación y el mayor obstáculo para que el país se regenere y crezca en prosperidad y justicia es totalmente justo. Los políticos son el gran excremento nacional y sus estragos se plasman en la salud, la economía, la educación, la inmigración descontrolada, el incremento de la inseguridad en las calles, la corrupción, el despilfarro, el abuso de poder, los impuestos abusivos, el rechazo a las empresas, el robo a los emprendedores y autónomos y en decenas de capítulos, prácticamente en todos donde la chusma gobernante manda.
Francisco Rubiales
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