No es verdad que las “dos Españas” se enfrentaron en la Guerra Civil de 1936. La verdad es que el socialismo cavó una enorme fosa que dividió a los españoles en dos bandos, dentro de la mismo y única España.
Autores como Mariano José de Larra, Benito Pérez Galdós o Antonio Machado, trataron en sus escritos la confrontación entre dos dos caminos que se abrían ante el futuro de España, uno el tradicional nacional católico y libre y otro marxista, que no soporta a la España de siempre, a la que pretende eliminar mediante la confrontación y la lucha fratricida.
Las “dos Españas” es una creación del marketing socialista, una manera plástica e impactante de disfrazar una vulgar revolución violenta y sangrienta.
Lo de las “dos Españas” es un mito tenebroso instalado en el inconsciente colectivo de España por los interesados en las pugnas cruentas y los sempiternos enfrentamientos.
La máxima expresión plástica de ese mito miserable es “La lucha a garrotazos” de Goya.
No es cierto que exista un enfrentamiento entre dos visiones, una moderna y progresista, y otra tradicional y conservadora. Lo que sí existe es una parte de la sociedad, inmersa en el marxismo, encuadrada en partidos socialistas y comunistas, que no soporta la democracia de inspiración y liberal y quiere imponer por la fuerza una nueva cultura y un nuevo régimen inspirado en los postulados marxista leninistas.
Zapatero, durante su fracasado mandato, se dio cuenta de que el odio y el rencor podrían servirle de salvavidas y, envuelto en bajeza, se lanzó a resucitar los sentimientos sucios y miserables de la guerra civil con su exaltación de una memoria histórica parcial, que sólo recordaba los crímenes del bando franquista y ocultaba los muchos del bando republicano, intentando de ese modo enterrar lo mejor que había producido la política española en todo el siglo XX, que fue el olvido, el perdón y la reconciliación que nos envolvió tras la muerte de Franco.
Los socialcomunistas, conscientes de que representan un sistema fracasado y sanguinario, se autoproclaman “progresistas” desde el marketing, cuando son únicamente modernos bolcheviques decididos a crear una España nueva bajo la dictadura de un partido único y unas élites que odian la democracia, la libertad y el Estado de derecho.
Francisco Rubiales
Autores como Mariano José de Larra, Benito Pérez Galdós o Antonio Machado, trataron en sus escritos la confrontación entre dos dos caminos que se abrían ante el futuro de España, uno el tradicional nacional católico y libre y otro marxista, que no soporta a la España de siempre, a la que pretende eliminar mediante la confrontación y la lucha fratricida.
Las “dos Españas” es una creación del marketing socialista, una manera plástica e impactante de disfrazar una vulgar revolución violenta y sangrienta.
Lo de las “dos Españas” es un mito tenebroso instalado en el inconsciente colectivo de España por los interesados en las pugnas cruentas y los sempiternos enfrentamientos.
La máxima expresión plástica de ese mito miserable es “La lucha a garrotazos” de Goya.
No es cierto que exista un enfrentamiento entre dos visiones, una moderna y progresista, y otra tradicional y conservadora. Lo que sí existe es una parte de la sociedad, inmersa en el marxismo, encuadrada en partidos socialistas y comunistas, que no soporta la democracia de inspiración y liberal y quiere imponer por la fuerza una nueva cultura y un nuevo régimen inspirado en los postulados marxista leninistas.
Zapatero, durante su fracasado mandato, se dio cuenta de que el odio y el rencor podrían servirle de salvavidas y, envuelto en bajeza, se lanzó a resucitar los sentimientos sucios y miserables de la guerra civil con su exaltación de una memoria histórica parcial, que sólo recordaba los crímenes del bando franquista y ocultaba los muchos del bando republicano, intentando de ese modo enterrar lo mejor que había producido la política española en todo el siglo XX, que fue el olvido, el perdón y la reconciliación que nos envolvió tras la muerte de Franco.
Los socialcomunistas, conscientes de que representan un sistema fracasado y sanguinario, se autoproclaman “progresistas” desde el marketing, cuando son únicamente modernos bolcheviques decididos a crear una España nueva bajo la dictadura de un partido único y unas élites que odian la democracia, la libertad y el Estado de derecho.
Francisco Rubiales
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