Algún día descubriremos que los cobardes, junto con los políticos, fueron los principales causantes de la ruina de España
Tengo seguidores y conocidos (no llegan a amigos) que me jalean y animan, que me alaban y me empujan para que intensifique mi lucha crítica contra los políticos, sus partidos y el poder en general, pero que lo hacen con sigilo y disimulo, evitando que ese apoyo trascienda y sea conocido. Esos que me animan a que siga "dando caña" son los que acuden a los actos públicos y doblan el espinazo ante políticos que mas que ser honrados y homenajeados merecen cárcel. Suelen ser personas polivalentes y pragmáticas de principios e ideas cambiantes y poco sólidas. Son esos que en Ferraz parecen rojos y que en la calle Génova se visten de azul. Son esos a los que la Biblia llama "tibios" porque ni son ni están y porque mojan en todas las salsas, siempre en la equidistancia y sin comprometerse. A esos tibios Jesucristo los fulminó reservándoles la peor de sus descalificaciones: “Porque no eres ni frío ni caliente empezare a vomitarte de mi boca”.
Muchos me ven por la calle y me dicen: "te leo y te apoyo". A algunos de ellos, a los que todavía les considero decentes, les respondo "¿Por qué no me lo dices por escrito y muestras tu apoyo en mi pagina?" Ellos callan o dicen algo como lo siguiente "Nunca comento". Entonces yo me reprimo sin decirles lo que pienso, que no comentan porque tienen miedo al compromiso, porque navegan de espaldas a la verdad y tienen terror a que el poder conozca que son críticos, porque temen dejar de ser piezas valoradas por la opinión pública y las autoridades, sean las que sean, sin que importe el color del que manda. Otros me dicen "Yo te sigo y mi mujer (o mi marido) también te leen cada día y te admiran", pero yo, prudente, me callo la respuesta que merecen "¿Y por qué no me acompañáis en la lucha y por lo menos lo decís en público? ¿Por qué no os comprometéis?". Algunos van más lejos y me preguntan ¿Que podemos hacer para que salvar a España? Cuando les respondo "Lucha por salvarla" ponen rostro triste y guardan silencio, seguro que porque no quieren señalarse ante el poder, comprometerse.
Ocurría lo mismo en la URSS con los disidentes. Muchos decían en secreto que los admiraban, pero los luchadores estaban solos y morían en Siberia, indefensos y aplastados por la tiranía comunista. Conocí en Cuba a muchos nativos que ante mi criticaban a Fidel, los privilegios de los "pinchos" (altos mandos del régimen) y el abuso de los comunistas, pero a los que después veía aclamando a los líderes en la Plaza de la Revolución o mostrándose como revolucionarios entusiastas en las reuniones del CDR (Comité de Defensa de la Revolución).
Muchos de los que nunca se comprometen preservando su seguridad se declaran demócratas o cristianos, pero ignoran que esas dos "escuelas" exigen valor, compromiso, lucha contra el mal y defensa tozuda de las libertades y derechos, sin concesiones a los malvados, ni a los que siembran el mundo de dolor y muerte.
Está claro que prefiero a los que se comprometen y dan la cara, a los que te animan y arropan públicamente, sin miedo a que el poder conozca sus ideas y tendencias. Es evidente que prefiero la verdad sobre la mentira, el valor sobre la cobardía y la honradez frente a la hipocresía.
Ahora, cuando España está acosada por el comunismo que quiere resucitar y domar nuestra nación, es el momento de luchar contra la pandemia de la tiranía, de recordar la magnífica poesía de Gabriel Celaya "La poesía es un arma cargada de futuro", de la que reproduzco un trozo:
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Los nuestros son tiempos de crisis profunda porque cambian el mundo y sus paradigmas. Necesitamos cambiar el diseño de sociedad que han creado nuestros miserables políticos, plagada de mentiras, engaños, injusticia, arrogancia, despilfarro, desigualdad, abuso de poder, expolio, corrupción y una clase dirigente despreciable, dedicada a acumular poder y privilegios e incapaz de defender el bien común. Es hora de terminar con la cobardía porque esa cobardía nos ha llevado a permitir demasiadas cosas absurdas y sucias, entre ellas que nos gobiernen personas sin altura, grandeza y valores, verdaderos mentecatos mediocres y torpes que han construido un mundo trucado, desigual, injusto y miserable, donde ellos disfrutan y se enriquecen mientras el pueblo es aplastado y sometido a la tortura de la pobreza y el desamparo. Ellos compran voluntades de periodistas, jueces, soldados, intelectuales, profesionales y empresarios y lo hacen utilizando el dinero de nuestros impuestos, el mismo que paga sus privilegios inmerecidos y sus lujos incomprensibles.
En ningún otro momento de nuestra Historia moderna como nación fue más necesario el compromiso y el valor de los ciudadanos. Estamos en manos de gente que nos conducen hacia destinos que no queremos y que quieren imponernos y eso es un atentado que reclama rebeldía y resistencia. Este mundo nuestro se derrumba, pero no porque los hombres y mujeres libres, como debiera haber ocurrido, se rebelaran y acabaran con esa vulgar pocilga, sino porque la Naturaleza o el mismo Dios, ante la pasividad de los humanos, nos ha enviado un virus que sirve de purgante y que ha puesto de rodillas al orgulloso mundo creado por nuestros políticos y dirigentes.
No son horas de quedar bien con Dios y con el diablo. Quien lo haga es un cobarde que nada vale.
Es la hora de comprometerse, de tomar partido, de meditar la poesía de Gabriel Celaya, que reclama autenticidad, lucha y decencia: "Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden." y que condena sin misericordia a los hipócritas y cobardes que jamás se comprometen con la verdad y el bien: "Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse".
Francisco Rubiales
Muchos me ven por la calle y me dicen: "te leo y te apoyo". A algunos de ellos, a los que todavía les considero decentes, les respondo "¿Por qué no me lo dices por escrito y muestras tu apoyo en mi pagina?" Ellos callan o dicen algo como lo siguiente "Nunca comento". Entonces yo me reprimo sin decirles lo que pienso, que no comentan porque tienen miedo al compromiso, porque navegan de espaldas a la verdad y tienen terror a que el poder conozca que son críticos, porque temen dejar de ser piezas valoradas por la opinión pública y las autoridades, sean las que sean, sin que importe el color del que manda. Otros me dicen "Yo te sigo y mi mujer (o mi marido) también te leen cada día y te admiran", pero yo, prudente, me callo la respuesta que merecen "¿Y por qué no me acompañáis en la lucha y por lo menos lo decís en público? ¿Por qué no os comprometéis?". Algunos van más lejos y me preguntan ¿Que podemos hacer para que salvar a España? Cuando les respondo "Lucha por salvarla" ponen rostro triste y guardan silencio, seguro que porque no quieren señalarse ante el poder, comprometerse.
Ocurría lo mismo en la URSS con los disidentes. Muchos decían en secreto que los admiraban, pero los luchadores estaban solos y morían en Siberia, indefensos y aplastados por la tiranía comunista. Conocí en Cuba a muchos nativos que ante mi criticaban a Fidel, los privilegios de los "pinchos" (altos mandos del régimen) y el abuso de los comunistas, pero a los que después veía aclamando a los líderes en la Plaza de la Revolución o mostrándose como revolucionarios entusiastas en las reuniones del CDR (Comité de Defensa de la Revolución).
Muchos de los que nunca se comprometen preservando su seguridad se declaran demócratas o cristianos, pero ignoran que esas dos "escuelas" exigen valor, compromiso, lucha contra el mal y defensa tozuda de las libertades y derechos, sin concesiones a los malvados, ni a los que siembran el mundo de dolor y muerte.
Está claro que prefiero a los que se comprometen y dan la cara, a los que te animan y arropan públicamente, sin miedo a que el poder conozca sus ideas y tendencias. Es evidente que prefiero la verdad sobre la mentira, el valor sobre la cobardía y la honradez frente a la hipocresía.
Ahora, cuando España está acosada por el comunismo que quiere resucitar y domar nuestra nación, es el momento de luchar contra la pandemia de la tiranía, de recordar la magnífica poesía de Gabriel Celaya "La poesía es un arma cargada de futuro", de la que reproduzco un trozo:
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Los nuestros son tiempos de crisis profunda porque cambian el mundo y sus paradigmas. Necesitamos cambiar el diseño de sociedad que han creado nuestros miserables políticos, plagada de mentiras, engaños, injusticia, arrogancia, despilfarro, desigualdad, abuso de poder, expolio, corrupción y una clase dirigente despreciable, dedicada a acumular poder y privilegios e incapaz de defender el bien común. Es hora de terminar con la cobardía porque esa cobardía nos ha llevado a permitir demasiadas cosas absurdas y sucias, entre ellas que nos gobiernen personas sin altura, grandeza y valores, verdaderos mentecatos mediocres y torpes que han construido un mundo trucado, desigual, injusto y miserable, donde ellos disfrutan y se enriquecen mientras el pueblo es aplastado y sometido a la tortura de la pobreza y el desamparo. Ellos compran voluntades de periodistas, jueces, soldados, intelectuales, profesionales y empresarios y lo hacen utilizando el dinero de nuestros impuestos, el mismo que paga sus privilegios inmerecidos y sus lujos incomprensibles.
En ningún otro momento de nuestra Historia moderna como nación fue más necesario el compromiso y el valor de los ciudadanos. Estamos en manos de gente que nos conducen hacia destinos que no queremos y que quieren imponernos y eso es un atentado que reclama rebeldía y resistencia. Este mundo nuestro se derrumba, pero no porque los hombres y mujeres libres, como debiera haber ocurrido, se rebelaran y acabaran con esa vulgar pocilga, sino porque la Naturaleza o el mismo Dios, ante la pasividad de los humanos, nos ha enviado un virus que sirve de purgante y que ha puesto de rodillas al orgulloso mundo creado por nuestros políticos y dirigentes.
No son horas de quedar bien con Dios y con el diablo. Quien lo haga es un cobarde que nada vale.
Es la hora de comprometerse, de tomar partido, de meditar la poesía de Gabriel Celaya, que reclama autenticidad, lucha y decencia: "Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden." y que condena sin misericordia a los hipócritas y cobardes que jamás se comprometen con la verdad y el bien: "Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse".
Francisco Rubiales
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